EL-SUR

Jueves 19 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acapulco

Arturo Martinez Nateras

Noviembre 02, 2006

Félix todavía no cumple un año, ni siquiera rinde su primer informe y ya se le agitó la gallera.
El caos organizado es oportunidad de cambio de rumbo. Existen buenas condiciones y voluntad para crear una concertación ciudadana, de actores políticos y sociales, de gobernantes de los tres órdenes de gobierno. Félix necesita nuestro apoyo pero todo depende de que él rectifique y se deje ayudar, que privilegie la gobernabilidad plural y democrática sobre el espectáculo y la contingencia.
La cuestión número uno de Acapulco es la política. El gobierno no entiende que gobernar es el supremo ejercicio del arte, de la ciencia, de la ingeniería política. Acapulco carece de un programa de gran visión transformadora. El Plan vigente no es más que un texto para salir al paso de la obligación legal de entregarlo.
Acapulco es Acapulco. Yo amo a Acapulco. No soy nativo pero aquí vivo y quizá aquí o en La Pintada moriré. No pude votar por Félix y no tendría de qué arrepentirme pero el destino de Acapulco es el de todos los surianos y de todos quienes vivimos en este maravilloso lugar. Escribo con amor y con el alma.
¡Quietos todos! Si hoy fuesen las elecciones municipales en Acapulco, entre los suspirantes declarados o en reposo: los diputados Almonte y César Flores, Carlos Álvarez Reyes, Gloria María Sierra, Fernando Donoso y los que se acumulen en la semana, el seguro ganador sería el senador Luis Walton.
Félix se queda porque se queda. Z no lo quiere tirar para arriba. La “conspiración que a todas luces existe” –Ricardo Castillo Dixit– es un recurso para amarrar navajas, una serie de suposiciones sin fundamento. Félix es el peor enemigo de sí mismo. Acapulco es plataforma de lanzamiento o tumba política despiadada. El flanco más débil del gobierno de Acapulco es el político.
¿El descontento es real o es una simple invención, una conspiración perversa y diabólica? Este es el asunto a dilucidar. Félix recibió al ayuntamiento, a la ciudad y a sus localidades como zona de desastre. No hizo nada, no procedió, abrió y abrió la boca sin fincar responsabilidades y ahora pues ya todos los inconformes y las protestas se descargan en contra suya. La situación es realmente desastrosa. CAPAMA está en quiebra económica y moral. La gente cuando bebe, bebe agua cara, de mala calidad y tandeada. Existe una percepción muy extendida de corrupción. Las calles están destrozadas y de noche en penumbras. La Costera y el bulevar de la Naciones, La Escénica, la salida a Pie de la Cuesta, la Vía rápida, la Cuauhtémoc y la 5 de Mayo, Ejido, la Costera Vieja, las principales vialidades son zona minada y parecen haber sido víctimas de bushista bombardeo. Acapulco tiene ya seis años sin rastro municipal. Los mercados públicos dan pena. El uso de suelo se ha modificado y pervertido de manera criminal. En la zona del Acapulco de Punta Diamante y de allá del revolcadero hasta Barra Vieja, empezando por el área comercial del bulevar de las Naciones estamos construyendo o permitiendo, autorizando un desastre de consecuencias imprevisibles. Los humedales son depredados a ojo de las autoridades. Los inversionistas y desarrolladores hacen lo que se les antoja y mitigan algunas culpas con dádivas ocultas o trasparentes.
Acapulco se gobierna mal y no hay ningún avance en honestidad, eficiencia y transparencia. Los recursos propios que no son pocos se gastan en obras pequeñas y no se invierte en lo fundamental
La gente sencilla se siente desprotegida e insegura. Tránsito sigue como cueva de alibabás. El transporte público concesionado es el peor del país. Vivimos de espaldas al mar. La Costera sigue como un estacionamiento y las autoridades lejos de buscar salirse del centro y contribuir construyendo una suerte de Ciudad de los Servicios que al mismo tiempo podría ser un nuevo polo de desarrollo y urbanización ordenada y sustentable, lejos de ello, los funcionarios se han apropiado de los pocos cajones públicos en el área del Palacio Federal (así se llama).
Acapulco carece de un plan de desarrollo de largo aliento, con programas y obras de alto impacto, una visión de futuro y de solución de los grandes problemas y no invierte ni un clavo en la elaboración de proyectos con los cuales gestionar recursos adicionales o inversión pública, privada, social.
Acapulco parece tierra de nadie. Los tres órdenes de gobierno tienen parcelas de mando, la coordinación es nula y el peloteo bestial. La Escénica y el bulevar de Las Naciones, el Parque Papagayo y la Promotora de Playas son de jurisdicción estatal, el CIA patrimonio federal como las zonas costeras y las autopistas. Es un verdadero desmadre de yuxtaposiciones y mandos. El municipio libre existe minusválido.
¿Qué decir de la cultura? ¿De la educación y de la recreación? Acapulco podría ser la capital cultural del Pacífico con una visión distinta de la promoción de esferas complementarias al agotado ofrecimiento de playa, sol, disco y burdel. En lugar de proyectar museos, exposiciones y festivales de alto nivel mundial, de aprovechar los servicios históricos y las culturas originarias vivas; la hemeroteca es un desastre abandonado y la disque comunidad cultural flota entre las guerrillas mezquinas y el cinismo. La promoción turística no es la mejor ni la más rentable. Televisa sigue despachándose con la cuchara grande.
Acapulco, el centro urbano número 13 en el país podría pronto ser un municipio totalmente digital. El Ayuntamiento no desempeña ningún papel en la creación y fomento del nuevo movimiento municipalista federalista, democrático y transformador. Las localidades en extrema pobreza sufren doble marginación pues como Acapulco es de marginación media, entonces los recursos son mucho menores y por ejemplo Cacahuatepec podría compartir con la localidad más pobre de la Montaña.
Acapulco es Acapulco y entre todos deberíamos proponernos la edificación de un nuevo Acapulco. Ojalá y seamos convocados a exponer ideas y visiones para dejar de acumular inconformidades contra una situación insoportable.

Cajita de Olinalá. Oaxaca representa una severa derrota de la política, del juego de perder perder. Los partidos todos han fracasado, el divorcio entre la lucha, la vida social y la electoral es infinito. Oaxaca es la combinación de todos los ingredientes explosivos: pobreza, desigualdad, marginación, corrupción, abuso de poder, componente indio. Oaxaca es el sur. El descontento social generalizado existe y puede agravarse si los pequeños conflictos se soslayan y se dejan crecer. Gobernar es atender, es resolver y es prever. Agradezco la atención de quienes me escriben, coincidiendo y disintiendo. Este es el chiste. Registro la amable nota de Netza Bustamante. Los hechos son los hechos. Por otra parte, transcribo un correo electrónico que me envía “fdas dffg jhhkjn bjjjh”

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