EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acapulco, por siempre y para siempre III

Anituy Rebolledo Ayerdi

Mayo 09, 2024

Ricardo Garibay
México (1923-1999)

Acapulco, prestigio planetario; esa tilde gala del Pacífico; único bestseller en contra del México no hay dos, punto de viaje de todo aquél que sueña vivir siquiera una semana en el deleite sin cuenta de gastos con cargos de conciencia.
Acapulco, desesperanza al futuro y certidumbre del minuto atrapado en pleno vuelo a pleno lodo.
Acapulco la mugre y la luz encantadora.
Acapulco, allá la horrísona penumbra de colores, acá la caliente saliva cristalina; mandrágora furtiva, y humedad mordedura en la epilepsia del rock; y en el andrajoso enredijo de callejas ahogadas de muchedumbres y letreros, la rojiza mirada tangente de los tigres de albañal.
Acapulco una cuarentaicinco escupidora de broncas sangres y espejerías marineras, eternidades lánguidas y esos brillos de seda desnuda, estrías de sol en los valles y colinas y columnas de las soñosas mujeres.
Acapulco, cantábile, tacatrás, chasquido chicotazo de la injurias. Arrullo de la tórtola.

Morelos y el Veladero
Francisco Escudero

Cuando José María Morelos se desempeñaba como párroco de la iglesia de Carácuaro, Michoacán, recibe las primeras noticias sobre la insurrección iniciada por su colega Miguel Hidalgo y Costilla, Entonces decidirá unirse al movimiento y lo hace en Indaparapeo donde tiene un encuentro con Hidalgo. Allí recibe la encomienda de levantar el Sur de la República, cuya plaza más importante era Acapulco.
Al frente de su propio ejército, Morelos entra al estado de Guerrero para iniciar su primera campaña militar, de octubre de 1810 a agosto de 1811. All legar a Acapulco su primera decisión será la toma del cerro de El Veladero, desde el cual los realistas mantenían tomado al puerto.
Morelos comisiona al capitán Rafael Valdovinos para que, al mando de 700 hombres, desaloje aquella fortaleza. Lo logra, en efecto, pero lo mantendrá por corto tiempo ante la reacción enérgica del enemigo. El arribo de los hermanos Bravo y Vicente Guerrero en apoyo de Morelos cambiará el panorama. Así, el 30 de abril de 1911 será tomado El Veladero por fuerzas al mando del teniente coronel Juan Antonio Fuentes .
Hoy El Veladero vuelve a estar en peligro y no precisamente por el fuego que lo desmonta, sino por los siempre oscuros planes inmobiliarios para apoderarse de los cerros de Acapulco.

Diego Rivera en Acapulco
La Casa de los vientos

No ha habido en nuestro país un pintor tan excepcional como Diego de Rivera, un viajero internacional cuyo último viaje tuvo como destino Acapulco. Aquí vivió siete meses en la casa de su gran mecenas, Lola Olmedo, una de las grandes admiradoras y coleccionista de su obra, para volver a su estudio en la Ciudad de México, donde muere en noviembre de 1957.
Durante su estancia en la Casa de los Vientos, la residencia de Olmedo así bautizada por él, Rivera pintó en sus muros la que puede llamarse su última gran obra, un mosaico de colores alegres. Hay, por ejemplo, una representación de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada y de un xoloitzcuintle, el perro de los aztecas. Diego se pintó en los muros como un gran batracio de grandes ojos color verde. Y como siempre, una hoz y un martillo, recodando su afiliación al comunismo.

La Inalámbrica
Concha Hudson Batani
Acapulco

Durante el mandato del gobernador, general Silvestre Mariscal, se desembarcó aquí erróneamente una inalámbrica (sistema de comunicación radial sin alambres) dirigida al poblado de Acajutla.
Mariscal se entera de ello y ordena inmediatamente la requisa de la carga, comentando que más tarde la repondrá a sus destinatarios. La Inalámbrica se instala en el cerro de La Quebrada, bautizado desde luego como de la Inalámbrica, lo mismo su calle de acceso.

Ácatl, carrizo o caña
Cecilio A. Robelo

Según Cecilio A. Robelo, en su Diccionario de Aztequismos, Acapulco deriva de ácatl, carrizo o caña; polo pul, aumentativo, y co, en el lugar: En el lugar de los carrizos grandes. Una definición en la que no está de acuerdo el maestro Mariano Rojas, también distinguido profesor de lengua náhuatl y reconocido como autoridad en la materia. Para él, Acapulco es el lugar donde fueron arrasados o destruidos los carrizos, de ácatl, carrizo (no caña), poloa, destruir o arrasar , y co, en el lugar.
Una opinión que, por cierto, se corrobora en el jeroglífico de Acapulco, que aparece en la página 45 del Diccionario de Aztequismos del propio Robelo y en el que se aprecian dos manos que destruyen o parten un carrizo.
El glifo de Acapulco, utilizado como escudo, simboliza dos manos que parten o destruyen un carrizo. Los tallos del carrizo tienen hojas sueltas de color verde tierno; los brotes del tallo son verdes. Las manos y brazos cafés claro.

¿Por qué Acapulco de Juárez?

El agregado de Juárez a Acapulco lo decretó la Legislatura guerrerense el 27 de junio de 1873, siendo gobernador del estado Diego Álvarez, hijo de don Juan, del mismo apellido. Ambos fueron amigos del Benemérito, quien estuvo con ellos en La Providencia armando el Plan de Ayutla para echar a Santa Anna del poder.

Alfonso Camín, periodista
España 1890-1982
Las palmeras de Acapulco

Junto al mar de Acapulco, las palmeras jóvenes, armoniosas y joviales
tienen cuerpos de novias
quinceañeras.

Abren los brazos a los litorales,
al horizonte azul sus cabelleras
tendidas, ondulantes al aire marinero.

Cuando ven un velero,
quisieran arrancarse las raíces,
sentirse más felices
si las raptara la marinería,
conocer Yucatanes, Campeches y Belices.
y amanecer mañana por regiones remotas,
bien sobre la cubierta o en la hamaca del día,
senos redondos y las pencas rotas,
entre ese vuelo blanco, nupcial de las
gaviotas.

Son las palmas del Trópico,
Las vírgenes tempranas
que no admiten espera,
tienen la voz alegre que tienen las
mañanas,
quieren ser en el mástil ondulantes
banderas
y no comprenden la vejez
menesterosa.

Bajo el cielo del Trópico, mujeres y
palmeras
se dan al sol y al viento como el fruto
y la rosa.

Las palmas de Acapulco, cuando ven
una nave
quieren ir con la brisa,
con la vela y el ave
y desgranar en perlas el collar de su
risa.

Yo les doy la razón. Tienen derecho el cuerpo fino, en redondez el pecho, el cogollo feliz, vientres ingrávidos, los cuerpos finos y los ojos ávidos.

Entre las carcajadas del hombre, la mujer sin el ropaje,
las palmas de Acapulco, todas las madrugadas
quieren marchar de viaje
bien en la nave o a nado sobre
las marejadas.

El mismo mar azul como anilina
tiende los ojos al confín abierto,
como esperando a otra princesa china que arome de canelas orientales el puerto.

Si se forma una corriente y
un jurado de gentes marineros
yo voto porque viajen
las palmeras.