EL-SUR

Jueves 04 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acuérdate de Acapulco

Florencio Salazar

Noviembre 06, 2023

Acapulco en el puño del huracán, puerto de singular belleza, de nostalgias y aventuras. Por sus paisajes, sus playas, sus hoteles, restaurantes, sus discotecas, su gente pícara y juguetona. Acapulco de titanes y de tragedias. Su bahía de mitos y leyendas, hazañas e historia. De sirenas y tritones.
Acapulco, motivo de canciones, poesía, crónicas, novelas, poesía. Ombligo del turismo mundial, citas de Frank Sinatra, Liz Taylor, Bob Hope, Agustín Lara, Tin Tan, Cantinflas, Diego Rivera, Silvia Pinal,  Sophia Loren… en el puerto La Doña sigue inspirando.
Donde José Agustín Ramírez, Rubén Mora,  Cheque Cisneros, Arturo Neri, Tadeo Arredondo, el Acapulco Tropical son voces recreadas en la sombra lunar y en el jolgorio. O en las crónicas y novelas de Ricardo Garibay y José Agustín.
El Festival de Cine y las rutilantes estrellas de la cinematografía mundial, jet set satisfecho por el esplendor; y la sorpresa de Perro Largo enseñando a flotar a Jaquelín Kennedy en la bahía.
Terrazas para mirar al sol en su horizonte azul dorado.
Hamaca de fatigadas estrellas, Juan Gabriel y Luis Miguel.
Refugio del Sha de Irán.
Territorio de cruentas luchas políticas y sociales: el ensangrentado enfrentamiento de los copreros; el surgimiento de la colonia La Laja, donde un modesto reportero se erige como un inequívoco líder de los sin tierra; el trópica que cobriza el temple de los que lo habitan. Y Pipo carga de energía con sus cócteles.
Acapulco del amor y la nostalgia. Ahí la vida se mecía en el suave calor de las caricias y en la magia de los sueños; mientras  se oía el sordo clamor de las alturas ocupadas por la pobreza.
¿Recuerdas al anfiteatro descendiendo su iluminación como una mansa ola hacia la bahía? ¿A la multiplicación de los sonidos, de los fuegos de artificio y del neón de los colores?
Los audaces clavadistas de La Quebrada, esperando el descenso de la marea para caer en el preciso momento de su retorno. Gaviotas  en picada salen de la espuma para subir ligeros sobre los afilados cortes del acantilado.
Los torrenciales, los vendavales, fueron agarrando confianza en sus ensayos demoledores, hasta que llegaron Paulina, Ingrid y Manuel y Otis dejando caer sus colosales cubetadas sobre los techos y llenar  de mar a los pulmones.
¡Cuánta furia, qué destrozos!
El hombre tiene en el hombre sus manos salvadoras, su genialidad constructiva, su imaginación para florecer.
Al hombre colectivo hay que salvarle sus vidas y enterrarle a sus muertos. Hay que poner en sus ojos, otra vez, la luz de Acapulco.
Se está haciendo tarde, pero aún hay tiempo.