EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ahora, a esperar resultados

Humberto Musacchio

Mayo 30, 2024

 

Con un abrazo solidario para Carmen Aristegui.

Termina la campaña más intensa, prolongada, costosa, feroz y peleada en la historia electoral de México, una guerra librada a lo largo de un año con abundancia de basura propagandística y tintes excrementicios, pues ya se sabe que los combates políticos no se libran con agua de rosas.
Finaliza la campaña y la sociedad entera ha de agradecerlo, pues los enfrentamientos han sido elementos distractores que, contra lo que puede suponerse, mandaron a segundo o tercer término grandes y graves problemas de la nación, como si no influyeran en los resultados.
Pese a la abrumadora militarización, o quizá gracias a ella, la inseguridad se mantuvo presente y en aumento, pero en pocos momentos se le concedió la importancia que exige la percepción pública y plantea la realidad. Unos prometieron que habrá más policías, mejores presupuestos en este renglón, choque frontal con la criminalidad o ataque a las causas del delito, pero ningún planteamiento que asuma la aplicación de la fuerza como irrenunciable y, junto con ella, las medidas políticas que pueden llegar hasta la amnistía, pues sin esa combinación en las proporciones necesarias no habrá paz ni seguridad.
Nunca como ahora vimos un trasiego tan intenso de cuadros, un muestrario tan amplio de ausencia ideológica, de falta de convicciones y de escrúpulos. Abundan los casos, pero el más elocuente es el de Adrián Chávez, el ex futbolista que renunció a la candidatura para alcalde de Xochimilco por Movimiento Ciudadano y declinó en favor del abanderado del PRIANRD a cambio, según Salomón Chertorivski, de 15 millones de pesos que le habría ofrecido el panista Santiago Taboada (Tajada, le dicen sus adversarios por su complacencia ante el cártel inmobiliario).
La oposición y los cuatro-teístas se solazaron lanzando al aire denuncias, algunas acertadas, de acuerdo con lo publicado en los diarios, como las referidas a Rocío Nahle de Morena o a Renán Barrera del PRIANRD, y junto a esos casos, hubo abundancia de sucios y evidentes infundios, como ese que una y otra vez repitió Xóchitl Gálvez al llamar “narcocandidata” a Claudia Sheinbaum, quien forma parte de una familia de gente laboriosa y de sólidas convicciones. Pero ya se sabe: difama, que algo queda.
El candidato o más bien la candidata que gane recibirá una herencia maldita. El gobierno había sido muy cauto en el manejo de la deuda pública, sin embargo, en 2023 aumentó la deuda en un billón de pesos y este año en dos billones, lo que, si bien no es catastrófico como el final del sexenio de López Portillo, sí resulta muy preocupante.
Es explicable que ningún candidato mencionara la necesidad de una reforma fiscal, que es un imperativo de la realidad. Se entiende que nadie quiera alarmar a los grandes capitales, pero más temprano que tarde tendrá que procederse en esa dirección, si consideramos que el uno por ciento de la población se lleva la mitad de la riqueza nacional. La reforma se presenta como inevitable, pero mucho nos tememos que, como siempre, a quien se castigará en mayor medida es a la llamada clase media. Otro problema es la corrupción, que sigue sin ser erradicada, pues ya se sabe que a los amigos y los parientes no hay que tocarlos, y tampoco a los sindicatos charros, como los de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, donde sus directores rendirán malas cuentas, entre otras razones, uno por el imparable huachicoleo y otro por los apagones. Más triste es que sectores afines al gobierno se desgarren las vestiduras por las protestas de la CNTE, mientras que se inviste como candidato plurinominal por Morena al líder charro del SNTE.
Resulta preocupante la abierta intervención en la vida política de la jerarquía católica, ante la cual se presentaron –o postraron– los candidatos para prometer una u otra cosa e informar de sus proyectos y actividades, pese a que en México hay separación constitucional de las iglesias y el Estado, pero…
Como es bien sabido, en política nadie tiene toda la razón, pero es deber de los gobernantes actuar de acuerdo con el sentir y las necesidades de la mayoría. Ojalá veamos esa concordancia entre el gobierno y el grueso de la sociedad. Los mexicanos tenemos derecho a una vida mejor.