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Jueves 19 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Alcaldes de Acapulco (XXI)

Acapulco y Trotski El nombre de Acapulco surge inopinadamente durante el juicio contra Jacques Mornard, asesino confeso de León Trotsky, ex comisario de Guerra de la URSS y creador del Ejército Rojo, el 21 de agosto de 1940. Lo incluye en una pregunta el juez de la causa Raúl Carrancá y Trujillo: –Señor Mornard, ¿por … Continúa leyendo Alcaldes de Acapulco (XXI)

Marzo 22, 2018

Acapulco y Trotski

El nombre de Acapulco surge inopinadamente durante el juicio contra Jacques Mornard, asesino confeso de León Trotsky, ex comisario de Guerra de la URSS y creador del Ejército Rojo, el 21 de agosto de 1940. Lo incluye en una pregunta el juez de la causa Raúl Carrancá y Trujillo:
–Señor Mornard, ¿por qué Silvia Ageloff asegura que usted compró el piolet en Acapulco? (instrumento metálico auxiliar para la ascensión de picos nevados, usado por el homicida para perforar el cráneo del enemigo jurado de Stalin, amo y señor de todas las rusias).
(Silvia Ageloff. Neoyorquina hija de inmigrantes rusos, sicóloga y socióloga dirigente de una organización trotskista de Estados Unidos. Ella y sus hermanas guardaban un culto casi religioso por el líder ruso, moviéndose libremente dentro de su amurallado domicilio, en Coyoacán, DF. Mejor custodiado, se decía, que el propio Palacio Nacional. Mornard la hará su amante para llegar hasta su presa).

Jacques Mornard: Silvia no dice la verdad. El piolet lo compré en Suiza. Lo que compré en Acapulco, en fecha que no recuerdo, fue un machete. El puñal, ya lo dije, lo adquirí en la Lagunilla. Debo agregar que el machete de Acapulco lo envié inmediatamente a Nueva York.

Silvia Ageloff: ¡Mentira… el piolet lo adquirió en México! Lo digo porque revisé el equipaje que trajo de Europa y no venía ningún piolet. ¡Es un mentiroso y un hipócrita asesino!… ¡Quiero que lo maten como él mató al maestro!… ¡Canalla!

Octavio Medellín Ostos (defensor de Mornard): Dudo mucho que en Acapulco vendan esa clase de instrumentos ¡para la nieve!

(Jacques Mornard, cuya identidad real era la de Ramón Mercader, políglota catalán a quien su propia madre comunista propuso en la URSS para la ejecución. Cumplió una sentencia de 20 años en la penitenciaría de Lecumberri, volando a Moscú el mismo día en que obtuvo su libertad. Allá será declarado “Héroe de la Unión Soviética”, con una percepción económica equivalente al salario de un general de división. En los años 60, Mercader se traslada a Cuba para servir como consejero de Fidel Castro y en la isla muere. No obstante, sus cenizas serán llevadas subrepticiamente a Moscú).

El primer atentado

Habrá otra relación de Acapulco con Trotsky pero esta será tangencial. Cuando el pintor Luis Arenal Bastar resida aquí junto con su esposa Macrina Rabadán (la primera legisladora federal mexicana postulada por un partido de oposición), ambos a cargo del Instituto Regional de Bellas Artes (IRBA). Arenal había participado junto con su hermano Leopoldo en un fallido atentado contra del líder ruso, también en su residencia de la calle Viena. Asalto encabezado por el muralista David Alfaro Siquieros, cuñado de ambos, para dejar clara su posición ante Stalin.
Los complotistas vestían la noche del asalto uniformes militares y portaban pistolas y ametralladoras de disco, como las usadas por la pandilla de Al Capone. No obstante su brutalidad, el ataque no produjo saldos mortales, y sólo el nieto de los Trotsky, Seva, resultó con lesiones en un pie por una esquirla. Los atacantes huyen con rumbos diversos. Siqueiros se esconde en Taxco de Alarcón pero medio año más tarde decide dar la cara. Para entonces Trotsky ya había sido asesinado por Mercader.
Ante el juez Raúl Carrancá y Trujillo, David Alfaro transforma el foro judicial en foro escénico. Argumenta que el uso de las armas fue únicamente para asustar a Trotsky y detener su acción saboteadora contra la Revolución Mexicana y la Internacional Socialista. Se proclama salvador de ambas.
–¿Doscientos disparos para asustar a una familia con mujeres y niños, dormidos? –pregunta el afamado jurisconsulto.
La carcajada del auditorio retrasa la respuesta del llamado Coronelazo.
–Muchos o pocos, no lo sé, señor, lo cierto es que yo no disparé un solo tiro. Sencillamente porque no entré a la residencia. Mi misión fue la de inmovilizar a los policías de la caseta cercana que, por cierto, ¡estaban dormidos!
Una nueva carcajada atruena el breve espacio del tribunal.
Finalmente, la defensa del muralista, a cargo de su esposa Angélica Arenal y el abogado Federico Sodi, logran su libertad por desvanecimiento de datos.

Luis Arenal, pintor

Luis Arenal es autor de uno de los murales del ex Palacio de Gobierno de Chilpancingo. También, de la Cabeza de Juárez en Ixtapalapa (13 metros de alto, 9 de ancho y peso de 6 toneladas), hoy convertida en museo. La escultura había sido encargada a Siqueiros por el presidente Luis Echeverría, pero la muerte se adelantará. Entonces, la viuda Angélica Arenal la encomienda a su hermano Luis.

Ventura, censurado

Estruja al puerto en el terreno político un histórico primer voto de censura contra el alcalde Ventura Neri, por parte de tres ediles del Cabildo: Pedro Castrejón, Enrique Lobato y Fernando Heredia. Lo acusan de asumir una “conducta violenta, licenciosa, ajena a la moral republicana, al decoro institucional y al sano ejercicio de la función pública”. El escenario de tan desagradable comportamiento había sido el Beachcomber del hotel Casablanca, operando durante el día como club de playa y por las noches como el cabaret Ciro’s, el más exclusivo de México. Ambas, creaciones del músico suizo Teodoro Stauffer, conocido aquí con el diminutivo de Teddy
Mucho antes, el propio Teddy había vendido al político alemanista Antonio Díaz Lombardo, la franquicia del famoso cabaret Casanova, del DF para su hotel La Marina, en pleno Zócalo (hoy Bancomer). Allí el rubio suizo tendrá como public relations a una hermosa tamaulipeca llamada Linda Walter, recomendada por el actor Erroll Flyn. Dueño éste, por cierto, del yate Zacca, anclado en la bahía y prestado al director Orson Welles para la filmación de su cinta La dama de Shangai.
Teddy, a su vez, recomienda a Linda con Johnny Weissmuller y este le da su primera oportunidad en Tarzán y las sirenas, también filmada aquí. Linda debuta con el apellido Christian –Linda Chiristian– y aquí conoce a Tyrone Power cuando éste filma en el Revolcadero Un capitán de Castilla. “¡Este hombre tiene que ser mío!”, dicen que sentenció la dama al iniciar una persecución tenaz de su presa. Las hijas de la pareja, Tarin Power, actriz, y Romina Power, cantante, gozarán de buena fama, especialmente ésta última, haciendo dueto con su esposo Bono (buono para nada). La tía Ariadne Welter será actriz del cine mexicano. (¡Ora sí que ya nos “patyachapoyamos”!).

El Ciro’s

Quedamos en que el Ciro’s del hotel Casablanca, en el cerro de La Pinzona, era lo más cercano al cielo que tenía Acapulco y que por ello las elegantes parejas que noche a noche danzaban en su pista precian hacerlo en las nubes. Y no será causal que la orquesta que logre tal prodigio procediera precisamente de Los Ángeles, California. La dirigía Everett Hoagland, quien creará varias piezas bailables sobre aquella pista: Dancing in Ciro’s, Romance en Ciro’s, Mignight in Ciro’s, Acapulco Ciro’s.
Al director alternante, el mexicano Alfonso El Pelón Riestra, asombraba la forma escandalosa en que corrían los dólares desde aquellas alturas; el glamour de las mujeres y la escasez de mexicanos. Sólo uno no faltaba a su cita diaria y ese era el alcalde Ventura Neri. Y con ese dato ya nos estamos acercando al meollo de la cuestión.

Ludópatas

La compulsión por los juegos de azar dominaba entonces a la clase ociosa del mundo y por ello se luchaba con todo el poder corruptor imaginable para conseguir cerrar el cuadrilátero Las Vegas-Acapulco-Cuba-Puerto Rico. Aun en contra de las restricciones constitucionales, pero con mucha maña, Acapulco estrena en 1949 un casino flotante llamado El Corsario. Lujoso yate de más de mil toneladas que había pertenecido al millonario J. P. Morgan, aquí al mando del capitán Harry Nedden. Después de recoger en la bahía a sus pasajeros en la bahía, la lujosa embarcación navegaba hasta una presumible línea marítima internacional y sólo entonces abría sus salones de juego.
Meyer Lenzky, uno de sus operadores, capo de la mafia de Chicago, exigía a los suyos llenar el casino flotante con ludópatas “de millonarios para adelante”, no con jugadores “juaneados” como calificará más tarde Milo Fares. “Y es que, argumentaba, sólo hombres con muchísimo dinero están dispuestos a perder parte de sus fortunas, embriagados por el esplendor de los casinos, la champaña y la magia del juego”.
Muy pronto, la presencia en el puerto de hombres del Departamento del Tesoro de Estados Unidos será un primer presagio de tormenta para la Cosa Nostra que operaba aquí. El otro será el encallamiento de El Cosario, la noche del 12 de diciembre de 1949, con 49 apostadores a bordo. El rescate del yate se suspenderá más tarde, ahora propiedad de la compañía Malibú-Beach, cuando se inicien las actividades del Comité Kaufaver del Congreso estadunidense, para investigar las actividades de la organización criminal en México. Entonces se dirá adiós el proyecto de instalar en la isla La Roqueta el más suntuoso casino de América (Juan Alberto Cedillo, La Cosa Nostra en México).

Carreras de tortugas

Consigna Paco Escudero en Origen y evolución del turismo en Acapulco que las “carreras de tortugas” le dieron renombre internacional al Beachcomber del hotel Casablancade Acapulco. Y no lo fue por lo que aparentaba ser, una diversión infantil, sino por los elevados montos que alcanzaban las apuestas encubiertas del inocente pasatiempo. De unos cuantos dólares las públicas hasta miles las cerradas y sólo para habitués.
La idea de tan singular espectáculo y críptico desplumadero había partido de Teddy Stauffer quien, para cristalizar su proyecto, había tenido que conseguir primero la construcción de una alberca. Participaban en el show el tritón tecpaneco Apolonio Castillo, preparando los quelonios para las “carreras” en tanto que el chamaco Agustín Ordaz Bello, más tarde líder de la Sección 20, los lanzaba al agua.
Una tarde, al anunciarse el fallo sobre la tortuga ganadora, el alcalde de Acapulco José Ventura Neri se pone de pie para impugnarlo a gritos. Se acerca dando tumbos a la alberca, saca su fusca y ¡pum! ¡pum! ¡pum!, dispara hasta en tres ocasiones contra el quelonio que lo hizo perder, seguramente mucho dinero. Los gringos aplauden rabiosamente aquella intervención creyéndola parte del show.
–¡Como andaba el señor presidente, no pudo darle a una ballena! –comentarán más tarde meseros indiscretos.
De tal suceso vino pues la catilinaria de tres de los regidores aludidos. Aquella “de conducta violenta, licenciosa ajena a la moral republicana, al decoro institucional y al sano ejercicio de la función pública”.
¡Y todo por una tortuguita!