EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alice Munro, la mirada oblicua

Federico Vite

Julio 23, 2024

 

 

El pasado 7 de julio pasado las periodistas Deborah Dundas y Betsy Powell, quienes trabajan para el del diario Toronto Star, publicaron una entrevista que les concedió Andrea Robin Skinner, hija de la premio Nobel canadiense Alice Munro. Hablaron sobre los hechos que han cambiado la percepción de grandeza que se tiene sobre la figura de Munro. Para muchas personas, la autora de The progress of love perdió brillo y legitimidad. A esta mujer se le colocaba al nivel de Anton Chejov. Pero su estatura moral ha perdido muchos centímetros desde hace semanas. El premio Nobel de Munro ayudó a sepultar la denuncia de violación, el acoso y el abuso sexual que hizo Andrea hace años.
Así que relató nuevamente que fue abusada en múltiples ocasiones por el entonces esposo de Alice Munro, Gerald Fremlin. La primera vez ocurrió cuando Andrea fue a visitarlos en el verano de 1976; ella tenía 9 años. En 1992, Andrea cumplió 25 años de edad y habló con su madre sobre una serie de hechos terribles. Confesó que ella no sólo fue violada sino que el señor Fremlin le hablaba de otras chicas que le interesaban y de las cosas que le gustaban sexualmente a la madre. Andrea detalló en una misiva la larga cadena de abusos que sufrió. Munro minimizó los hechos. Siguió casada con el violador, a pesar de que se evidenció el abuso sexual a una niña durante años. Munro dejó por un tiempo a Fremlin, pero lo hizo como una rabieta porque ella entendió “el incidente” como una infidelidad. Siguió con su vida y con su esposo. Se distanció de la hija.
Siempre hay un punto en el que la vida y la obra se tocan. Open secrets (1994), de Munro, reúne ocho cuentos, uno de ellos es Vandals. La historia inicia con una carta en la que Bea Doud narra la pérdida de su esposo Ladner. Él es un veterano solitario e intratable, “es el dios que entra y manipula todo”. Bea rememora la historia que tuvo con su esposo. En el texto se habla de una carta enviada por la joven Liza, una ex vecina. Cuando Bea y Ladner se apresuraron para una visita al hospital, una tormenta de nieve azotó su pequeña casa. De la carta se deduce que Liza descubrió que la casa había sido destrozada por adolescentes. Así que la tapió y Bea le agradeció por escrito ese hecho, pero nunca envió la carta. Vandals da vueltas y vueltas sobre el tema central del libro en cuestión, los secretos a voces y, en especial, el daño que esos secretos causan. En gran parte del cuento se detalla la relación entre Bea y Ladner. El lector deduce que Liza y Kenny eran sus vecinos jóvenes y conocían a Ladner desde hacía años. Liza y Kenny podían ir con Ladner cuando quisieran. Aunque Ladner no parecía amigable con nadie, por alguna razón aceptaba a Liza y Kenny, les enseñaba sobre las plantas, los animales y las estrellas. No detalla lo que ocurrió entre Liza y Ladner; pero la autora sugiere que Liza destroza la casa después de la tormenta de nieve. El aspecto a destacar es que la voz narrativa revela que el destrozo es la punta del iceberg, pues pareciera que en el pasado alguien dañó a Liza y eso la alteró para siempre. En suma, Vandals aborda la historia de una mujer cuyo marido abusó sexualmente de una vecina mucho más joven que él. Bea no quiere admitir que conoce “el asunto” y se mantiene al lado del esposo sin cuestionarlo. Este es el cuento que cierra Open Secrets. Al releerlo bajo esa luz oscura de lo que sabemos ahora, algo cambia. Claro, se manifiesta la extraordinaria manufactura de Munro. Sobresaliente, sin duda, pero al tamiz de los hechos recientes adquiere una connotación digna de subrayar. El texto, como el título del libro indica, aborda los secretos y sugiere que eso que se calla se agranda hasta convertirse en una especie de pacto social. Y el tema de este cuento se capitaliza mejor con el uso de la elipsis, herramienta que Munro manejaba como un Ferrari y que le permitía desplazar los hechos en el espacio y en el tiempo sin garrapatear grandes parrafadas.
También traigo a cuenta el libro Friend of my youth (1990). Pienso en el cuento Wigtime. La historia narra la relación entre dos mujeres, Margot y Anita, quienes fueron amigas en su juventud, cuando ambas eran campesinas pobres en la zona rural de Ontario. Caminaban juntas a la escuela todas las mañanas, “luchando cabeza abajo contra la nieve que se desprendía del lago Hurón, o caminando tan rápido como podían a través de un mundo antes del amanecer en los campos blancos, los pantanos helados, el cielo rosado, las estrellas mortecinas y el frío asesino”.
La historia inicia con la madre de Anita en el hospital. Este hecho motiva el regreso de Anita a la ciudad. Habían pasado treinta años desde que ellas se vieron por última vez. Se reúnen y hablan de sus vidas. Anita y Margot tomaron caminos diferentes. Margot se vio envuelta en un escándalo. Se fugó con un hombre casado que las dos amigas no encontraban atractivo. Ahora tiene cinco hijos y una bonita casa. Anita, al contrario de su amiga, se divorció. Estudió un doctorado y labora en la academia. Margot no pudo divorciarse y consiguió algunas cosas materiales y comodidad postergando el divorcio. Con la seguridad de que sus vidas fueron afectadas por los hombres, ellas concluyen que no hay una justicia en todo esto. De estas conversaciones extraigo una cita que a contraluz parece valiosa: “Anita no necesitaba verla, durante años no tuvo ni el menor deseo de verla. Un hombre te arruina la vida durante un tiempo incontrolable y después, un día, no hay nada, sólo un agujero donde él estaba, es algo inexplicable”. Insisto en que la lectura de la obra de Munro cambia bajo la óptica de los hechos recientes. Se concibe el trabajo de esta gran escritora como una delación inconclusa. Gracias al uso de la elipsis y al manejo del suspenso (suspensión deliberada de los hechos en el cuerpo del relato) se afectan todos los elementos del texto y la tensión entre ellos proyecta lo que una mirada de soslayo abarca en el paisaje. Queda la impresión de que la voz narrativa de Munro pusiera la mirada en un ángulo que le permitiera ver sólo parcialidades y gracias a eso agranda la caja de resonancia que vertebra las historias; sobre el punto de vista de la voz narrativa, desviada ligeramente de un enfoque horizontal, se consuma no sólo la obra sino el modus operandi de encarar los hechos de su vida.
Alice Munro falleció el pasado 13 de mayo a los 92 años. Estuvo internada en un geriátrico. Padecía demencia. Tuvo tres hijas con James Munro; Andrea es la menor. En 2005, Gerald Fremlin fue condenado a dos años en libertad condicional por abusos a su hijastra, pero todo se manejó en silencio debido a la popularidad e influencia de Munro. El 7 de julio pasado, la familia Munro, no sólo Andrea, decidió conceder entrevistas a los medios de comunicación para que la violencia sexual en contra de las mujeres no se pueda esconder. Ella hizo la denuncia para que conozcan su historia. No pide que cancelen ni que denigren la obra de su madre.