EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Aquel departamento 5

Ángel Aguirre Rivero

Noviembre 18, 2022

Quién no recuerda la etapa de juventud como ese momento de emociones enfrentadas, al no conseguir lo que deseamos, sin embargo, debemos entender que no podemos poseer todo y que la mejor manera de disfrutar de ello es amándolo en su libertad.
Hace unos días desayunando con Manuel Añorve Baños, hoy senador de la República y con mi sobrino César Aguirre Justo, compartíamos algunas vivencias de nuestro paso por el famoso departamento número 5 de la colonia Villa de Cortés, y que marcó nuestras vidas para siempre.
Fue a mí a quien dieron la delicada responsabilidad de recaudar las aportaciones de cada uno de los que vivíamos ahí para pagar puntualmente al casero la renta mensual, tarea que no era fácil.
Carlos, Óscar, Pepe, Mateo, Manuel y el que esto escribe, vivimos ahí prácticamente durante nuestros estudios de nivel medio superior y luego nuestra carrera a nivel profesional.
Ahí conocimos el primer amor, el más sublime, como una flor que nace por primera vez en primavera. Ahí también queríamos vivir de prisa y después nos dimos cuenta que añorábamos el pasado.
Para nuestra buena fortuna, una paisana muy querida de Ometepec, la “Tía Micha” estableció su lonchería a unos cuantos pasos de nuestro departamento, y tuvo la generosidad de darnos facilidades en el consumo de los alimentos, anotando lo que diariamente consumíamos, no así en mi caso, pues yo ya me encontraba trabajando desde la preparatoria, hasta que un día le jugaron una broma, pues alguien de los “muchachos” le había extraviado la libreta donde llevaba puntualmente los consumos y adeudos.
Ninguno de nosotros contaba con un saco y mucho menos con un traje para ciertas fiestas que exigían de este requisito, por lo que tuvimos que convencer al tintorero de la esquina, quien con el paso del tiempo me pidió que lo hiciera su compadre. Él nos facilitaba los sacos y trajes que llevaban a su negocio, sólo con el requisito de que no se los fuéramos a manchar o a quemar cuando acudíamos a unos 15 años o bodas. A cambio enseñábamos a sus hijos a leer y les dábamos clases de matemáticas y ciencias sociales.
El departamento 5 se había convertido en la casa común de todos los paisanos de la Costa Chica, los fines de semana incluso la puerta se tenía abierta para quienes se quisieran sumar a las tertulias y bohemias que invariablemente se celebraban.
Era muy común jugarnos bromas entre nosotros, alguna vez Manuel y Óscar encontraron un perro de la calle y lo subieron hasta la cama de mi hermano Carlos Mateo, lo arroparon muy bien con sus sabanas y cobijas y cuando éste se disponía a dormir, al ver le gruñe el enorme perro, salió corriendo del departamento.
Manuel disponía de una enorme maleta en donde guardaba sus productos para su aseo personal, a la cual ponía candado para que, según el, nadie tuviera acceso a sus cosas personales; sin embargo, Óscar, que estudiaba ingeniería, tenía una gran facilidad para abrir su veliz, por lo que todos nos beneficiábamos del uso de su shampoo y sus cremas que con tanto celo guardaba.
El licenciado Pedro Salinas, quien se desempeñaba como juez por aquellos años, nos invitaba a sus pozoladas y siempre nos brindaba un trato muy generoso, pues lo que tomaban y comían sus otros amigos jueces de la Ciudad de México, nos los compartía. pues comprendía nuestra limitación siendo estudiantes.
En una de esas noches al cruzar el parque de la colonia Villa de Cortés, un joven se encontraba hablando por teléfono desde una caseta y mi primo Mateo (QEPD) le gritó: –”ya no le ruegues tanto, mejor búscate otra”… En menos de 5 minutos estábamos rodeados por más de 10 chilangos, quienes nos agredieron por lo que ellos consideraban una ofensa a su amigo. En tono conciliador les pedí que lo disculparan y que no le hicieran caso pues se había tomado unas copitas.
Caminamos unos pasos y llegamos al departamento 5, el cual estaba inundado de paisanos de Ometepec, Azoyú y Pinotepa; y al platicarles del incidente decidieron irlos a enfrentar al parque, donde se armó una verdadera batalla campal y desde entonces éramos muy temidos en la colonia, pues se decía: –esos son “los de Guerrero”.
En el departamento 5 llegaban también huéspedes transitorios, como Fidel Guillén, quien vivió 2 ó 3 años con nosotros y quien luchaba por conquistar un título nacional o mundial en el boxeo.
Sus facultades estaban a la vista de todos, pero su precaria alimentación a base de bolillos y plátanos, le impedían desarrollar sus capacidades deportivas.
Un día Fidelito me pidió que lo recomendara para ingresar en algún empleo, y lo llevé con el ingeniero Tayde Zamora, paisano nuestro quien ocupaba un cargo de cierta relevancia en el gobierno de la Ciudad de México, quien de inmediato lo contrató y no solo eso, sacó dinero de su bolsillo al narrarle la historia de Fidelito en su intento de ser campeón de box. En la planta baja de sus oficinas, había un establecimiento denominado Caldos Zenón, por lo que Fidel como muestra de su agradecimiento, me invitó a degustar un sabroso caldo que nos devoramos para saciar el hambre que llevábamos
Con el paso del tiempo, busqué al ingeniero Zamora (QEPD) cuando asumí mi primer gobierno, y lo nombré director general del Fideicomiso de la Ciudad Industrial de Iguala.
Fidelito hoy está jubilado y su hijo, quien es un excelente joven, colabora muy cerca de mi familia.
Josafat Estrada nos visitaba también muy a menudo, y vivió algunos meses con nosotros. Acostumbraba siempre a aventarse a la cama, hasta que un día, alguien le hizo una broma, colocando una bola de boliche en la almohada, haciéndose un gran chipote en la cabeza.
Cuando estudiaba el segundo año en la Facultad de Economía, tuve la fortuna de incursionar como maestro de secundaria en la materia de Ciencias Sociales, donde me pagaban 100 pesos la hora, que para mí era mucho dinero en ese tiempo.
A los 6 meses fui nombrado director y luego coordinador de varias escuelas, desde donde pude incorporar a un sinnúmero de paisanos, que al igual que yo, financiábamos nuestra carrera como maestros de ciencias naturales, sociales, química, matemáticas, etcétera, y la vida les empezó a cambiar, pues sus padres ya no tenían que depositarles una mensualidad, con el sueldo que percibían les alcanzaba para mantenerse ellos mismos. Esa fue otra experiencia inolvidable que nos tocó vivir.
De los seis que vivimos en aquel departamento, dos ya se nos adelantaron: Pepe el Negro, que era un extraordinario deportista, murió hace ya varios años y Mateo mi primo hermano, veterinario excepcional egresado de la UNAM y quien fungiera como delegado de Sagarpa, nos abandonó hace apenas tres años y su recuerdo vive en cada uno de nosotros.
Óscar Velasco, destacado ingeniero egresado de la UNAM, hoy es un empresario y político distinguido en nuestra tierra, Ometepec.
Carlos Mateo, mi hermano, Ingeniero Mecánico egresado del IPN, ha ocupado diversas responsabilidades en el sector público, como delegado de la SCT en Morelos, hoy se dedica a la construcción de carreteras.
Manuel Añorve Baños, abogado, egresado de la UNAM, senador de la República, expresidente municipal de Acapulco, entre otros cargos públicos.
Ángel Aguirre Rivero, dos veces gobernador, senador de la República y dos veces diputado federal, hoy se dedica a escribir y a amar intensamente a sus nietos Santi y Leo.
Hoy después de tantos años que han pasado, he aprendido que no se trata de vivir mucho, sino de vivir con intensidad.
He entendido también que en la juventud cometemos el grave error de pensar que el amor y la felicidad es posesión. Cuanto más tengo y poseo más feliz soy, sin entender que a veces el amor implica dolor, porque exige dejar ir, dejar libre al ser amado. A veces no es fácil entenderlo, sólo la madurez te lo hace comprender.
Ya lo decía Antonio Machado en uno de sus hermosos poemas: –deja que la marea fluya… Y así debemos hacer: vivir la juventud en su momento, para que podamos llegar a la siguiente etapa en plenitud.
Tuve la fortuna de encontrar mi primer amor, que sigue siendo el mismo, en la mujer que la hice mi novia desde sus 16 años, en Laura, en Rocío y que aún la sigo amando, con quien disfrutábamos escuchar Pinta mi mundo de la banda Chicago, en aquel departamento 5.
La vida es así.