EL-SUR

Martes 10 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Arquitectura de nuestros destinos

AMERIZAJE Construir una sociedad con una cultura amplia en derechos humanos pareciera tarea fácil. No lo es. Para empezar, los derechos humanos suelen no resultar tan atractivos para defender, cuando se trata de los derechos humanos de quien no comparte los mismos valores o quien está en contra de las creencias de alguien. Así ocurre … Continúa leyendo Arquitectura de nuestros destinos

Junio 22, 2024

AMERIZAJE

Construir una sociedad con una cultura amplia en derechos humanos pareciera tarea fácil. No lo es. Para empezar, los derechos humanos suelen no resultar tan atractivos para defender, cuando se trata de los derechos humanos de quien no comparte los mismos valores o quien está en contra de las creencias de alguien. Así ocurre con este tema, es humanamente lógico, aunque evitable. Sin embargo, esto significa que, la primera regla para que puedan existir los derechos humanos es aceptar, además de su existencia e importancia, su validez más allá de las preferencias subjetivas o personales.
Esta columna resulta de una plática con el prominente arquitecto mexicano Manuel Herrera Gil, quien logró –y logra en la vida cotidiana–, con suma facilidad, hacer un puente directo entre los derechos humanos y la arquitectura.
Tanto Herrera Gil como la autora de esta columna consideran que el punto de partida que nos une al hablar de un diseño arquitectónico, o los derechos de las audiencias de radio y televisión, es que ambos trabajan desde, en, para, por el espacio público.
Antes de continuar desgranando los símiles, metáforas y lecturas simbólicas halladas entre ambos mundos, vale la pena recordar lo que dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desde la reforma que consignó en 2013 a las telecomunicaciones, hasta el día en que este texto se publica, en su Artículo 6º, al final del apartado B sobre radiodifusión y telecomunicaciones (con la adición del 11 de junio de 2013):
“III. La radiodifusión es un servicio público de interés general, por lo que el Estado garantizará que sea prestado en condiciones de competencia y calidad y brinde los beneficios de la cultura a toda la población, preservando la pluralidad y la veracidad de la información, así como el fomento de los valores de la identidad nacional, contribuyendo a los fines establecidos en el artículo 3º de esta Constitución”.
Párrafos como el anterior son fruto de años de lucha de profesionistas y académicos de la Comunicación pública –con C mayúscula–, quienes creen en la diversidad, la transparencia e independencia de los medios públicos de comunicación. Léase aquí medios públicos, como todos los medios expuestos al público, los que tienen nombre de empresa o marca particular y los que son subsidiados por el erario, es decir, que viven de nuestros impuestos.
Aquí, los subtemas de coincidencia literal, metafórica y simbólica entre la arquitectura y los derechos de las audiencias, que son derechos humanos, que son derecho a la información –libertad de expresión, derecho a solicitar información y derecho a ser informado– y que se concretan en el espacio público:
• Desde la escuela. Si no se enseñan los derechos humanos, su relevancia, cómo defenderlos, cuáles son y por qué no deben ser vulnerados desde las aulas o universidades, como materia básica para toda disciplina, estamos en desventaja para aprender a respetarlos y a ejercerlos.
• Diseño. Tanto programas radiodifundidos como las propias casas habitación, plazas públicas, edificios y todo tipo de construcciones, deben estar pensadas e imaginadas, desde sus inicios, en función del respeto a los derechos humanos.
• Inclusión. Como derecho fundamental y básico; nada habitable o vivible debe voltear la cara a la inclusión, esto es, a que todas las personas puedan acercarse, hacer uso o gozar de ellos. Si expulsan o discriminan, si no aceptan al otro o a la otra, no están bien diseñados ni en sintonía con la pluralidad y la inclusión.
• Servicio. En los espacios de interés público la ciudadanía, las sociedades democráticas, quieren encontrar la posibilidad de satisfacer necesidades, ser atendidas, que ahí haya servicios para todas las personas. Esto puede ejemplificarse desde poder encontrar un bebedero o un baño dignos, que funcionen, en un parque público –si hablamos de arquitectura–, hasta poder escuchar una orientación elemental sobre cómo combatir una enfermedad nueva, en un programa de televisión o de radio públicas.
Apertura, accesibilidad, no discriminación, funcionalidad, estética, calidad, respeto, independencia. Ambos universos, arquitectura y radiodifusión, tienen mucho en común porque en el fondo siempre somos responsables de la forma: de todo el proceso de construcción o destrucción de estas sociedades en las que vivimos.