EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ayotzinapa, 74 meses: Bernardo Campos

Tryno Maldonado

Diciembre 01, 2020

METALES PESADOS

 

Muy buenas tardes. Mi nombre es Bernardo Campos. Mi hijo desaparecido es José Ángel Campos Cantor. Ya todo el mundo sabe que nuestra lucha empezó desde 2014. El 26 de septiembre empezamos a luchar por nuestros hijos. Digo por nuestros hijos porque los demás papás, mis compañeros, también tienen a sus hijos desaparecidos. Son los compañeros de mi hijo. Desde ese día no hemos descansado.
Hemos hecho actividades muy pesadas, muy pesadas para nosotros. Me he andado mucho malpasando. Y mi enfermedad que tengo, la diabetes, pues me hace mucho mal. Pero a mí no me importa. No me importa eso. Mi enfermedad. Así sigo andando. Hasta la vez, a mí lo que me importa es la aparición de mi hijo y de los demás chamacos, sus compañeros.
En 2015 hizo el año. En 2016 hubo actividades muy fuertes que, sinceramente, muchos no habían de aguantar. Actividades muy pesadas. No sentimos ya nosotros todo lo que nos hace el gobierno. Hemos hecho plantones. Hemos hecho actividades para presionar con el gobierno, para poder platicar, que nos digan la verdad. Sin embargo, nos recibieron muy mal. En 2017 estuvimos con el nuevo procurador. ¡Iban ya cuatro procuradores! Pues no sé a qué le temen. ¡Es el miedo de no poder contestar, no poder decirnos dónde están nuestros hijos! Nada más queremos saber la verdad, es lo que les decimos. Sin embargo, nos hacían a un lado, ya no nos recibían.
Me ha ido muy mal. Sinceramente. Yo estoy enfermo. Cuando mi hijo desapareció con sus compañeros, andaba nada más con la diabetes. Después se me acumularon las cosas. Me agarró la úlcera gástrica. Todo se me ha juntado. En 2017 me hice una herida en el pie. Me reventó. Estaba haciendo un tecorral de piedra y se me cayó. Me alivié por encima, pero quién iba a saber que por adentro me iba a pasar más feo. A los dos años esa herida que me reventó me estuvo haciendo el mal por dentro de los dedos. Esa herida me dejó sin dos dedos. Se me infectaron. Me operaron. Es en lo que he estado recibiendo yo de mi enfermedad. Ya van para cuatro años. Será castigo de Dios, o no sé. Pero Dios sabe. No por eso me voy a olvidar de mi hijo. No por eso lo voy a dejar de buscar. Voy a seguir adelante con mis compañeros padres de familia, hasta dar con la verdad.
Es una malpasada muy grande la que nos hemos llevado todos estos años. Mi azúcar siempre alta, siempre alta. Ahí se me complicó la cosa. Empecé a empeorarme. A sentirme mal. Nunca la pude nivelar en 70. Cuando reventó mi herida me checaron el azúcar. La tenía en 400, en 460… Fue cuando me operaron. Se me complicaron las cosas casi al año de la desaparición de mi hijo.
Algunos compañeros padres de familia me preguntaba si me sentía mal. Yo les decía que no. No tenía valor para decirles. Andábamos en la caravana. “No se preocupen ustedes, vamos adelante”, les decía. No se siente uno a gusto andar preocupado por mi sangre, por mi hijo, y andar preocupado por mi enfermedad.
Se siente feo. Cuando me dijeron que me iban a trozar dos dedos… Se siente feo. Yo pensé que ya no iba a ser lo mismo: andar en las marchas, en las actividades, buscando a mi hijo… Pensé que iba a ser todo el pie, una cosa difícil después para andar. Yo le dije a mi hijo y a mi esposa: “Ni modo, Dios dirá. Mi hijo va a quedar solo, donde quiera que esté. Ya no voy a poder buscarlo”. Gracias a Dios que fueron nada más dos dedos. Puedo andar despacio, pero puedo andar.
Ahora que ya ando caminando bien, siento que voy a seguir adelante. Voy a seguir luchando por mi hijo y por sus compañeros. No nomás por él. Vamos a seguir adelante hasta tener alguna respuesta. Queremos saber la verdad. Que nos diga el gobierno dónde están, dónde los tienen. Hasta hoy no hemos tenido ni una respuesta.
Tengo la esperanza de que ellos están vivos.