EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Calentamiento de surfer en la playa mental

Federico Vite

Agosto 01, 2023

 

(Tercera parte y última)

 

La cafetería está cerrada. El sol cae a plomo, la temperatura perceptiva es de 44 grados. Hay tazas sobre las mesas, como si hubieran salido corriendo los clientes, los meseros y el cajero. Uno imagina muchas cosas cuando encuentra escenarios así: extorsión, amenazas y miedo. Avanzo rumbo al Zócalo. En el panorama hay dos certezas: la literatura escrita por guerrerenses sólo puede salir del bache en el que se encuentra mediante esfuerzos personales; el tiempo nos ha mostrado que cada diez años algunos autores “hechos acá” destacan en el medio literario nacional. Es preciso migrar, sin duda. No hay manera de ser optimista. Quizá el mayor error de los que estamos interesados en la literatura y vivimos acá sea la falta de lobby literario. De hecho, es una manera segura de abrir brecha en un ecosistema tan ególatra como el literario. Los encuentros de escritores propician el lobby, los festivales de lectura, también las presentaciones de libros. Ahora todo eso son relumbrones políticos, es lobby político y muchos autores locales han tratado de capitalizarlo sin mucha fortuna. En la fauna de un ecosistema como éste, siempre ganan los que organizan las actividades que propician el lobby literario. Siempre quedan bien. Los organizadores de esos proyectos, una vez conocidos y apapachados por el gremio, empiezan a ganar premios, becas y publican constantemente. Insisto, es normal. Siempre ganan los que organizan.
El gobierno estatal ha tenido una idea vieja, pero la vendió como nueva: ha comenzado a llevar a Los Pinos (evidentemente para rendirle pleitesía al plenipotenciario presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y para que la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, navegue como “promotora cultural”) el trabajo de artesanos, gastrónomos, bailarines folclóricos y algunos músicos, y colados diversos que ni fu ni fa. Los llevan para propiciar un neo centralismo. Como si todo lo que llega a la CDMX vía institucional fuera vistosísimo e importante. Eso implica ir al pasado. Al viejo PRI que escogía artistas y los llevaba a la Capital. Cuestión aparte es que allá nadie nos pela. Ni fu ni fa. Tal vez la Secretaría de Cultura (SC) crea que así funciona el mundo: ir a Los Pinos es la meta de todo creador. Me parece un error este hecho, porque nos regresa al mismo sitio, los funcionarios estatales quieren ser validados por los políticos de la CDMX. Propongo que todo sea al revés. De hecho, generaría una derrama económica, como ocurre con el proyecto Riviera Maya Jazz Festival o el Festival Literario de Yucatán o el Life & Death Festival en Xcaret. A Acapulco le faltan ideas, los políticos no tienen ninguna, repiten todo lo que oyen en Palacio Nacional, como si eso fuera importante. Tienen capital cultural y monetario para multiplicar las ganancias. No con conciertos en el Malecón. Hablo de un proyecto bien planeado. Y lo verdaderamente importante es decir una y otra vez que debe sumarse a la idea de desarrollo el trabajo de buenos escritores, de buenos actores, de buenos pintores, de buenos cineastas, de buenos galeristas, de buenos creadores con técnica y solvencia estética. Este es nuestro capital simbólico. Sería un rasgo de inteligencia valorar el conocimiento artístico, eso no lo hace cualquiera, sólo los grandes, por eso lucimos tan viejos y tan anquilosados, tan débiles, Acapulco, por eso somos los que recibimos dádivas como premio.
Del Centro tendrían que venir a vernos, como ocurre con el turismo, ya sea en festivales artísticos, exposiciones, en lecturas en voz alta, en espectáculos de cabaret, en conciertos, en recitales: puntos de encuentro con sello artístico. ¿Qué se necesita para eso? Un método, no una ocurrencia ni mucho menos un ideal trasnochado como el regreso al folclor de la manera más escolar posible. No bastan los bailables para edificar un proyecto cultural. El folclor ya existe, lo que están haciendo los funcionarios es validarse (justificar existencia y salario) en lo que ya está hecho. Se debería pensar en la formación artística, en especial, la formación literaria, porque la literatura es un medio expresivo que facilita el aprendizaje de otros lenguajes, como el visual y el sonoro. Quien escribe con claridad piensa con claridad.
No sólo con premios, talleres, conferencias, círculos de lectura y estímulos a la creación se nutre a la literatura local. Es importante una editorial que ponga en circulación el trabajo de los escritores “hechos en casa”. Una editorial que tenga el mínimo decoro y la voluntad para presentar el trabajo local; obviamente con miras a ofrecerlo en diversas ciudades del país. Gente capaz de realizar esa empresa con elegancia (ha notado que este año ha habido muy pocas presentaciones de libros en Acapulco; por cierto, Chilpancingo, de la mano del colectivo Tarántula Dormida, se ha convertido en un referente, pues cada semana, desde hace meses, presenta libros con autores de diversas partes del país y eso ya habla de un trabajo bien organizado, con la intención de formar público y de abrir el panorama estrecho de lo literario en Guerrero), porque lo esencial radica en que los autores sean editados, sean bien distribuidos y, por supuesto, sean bien promocionados.
Sobre los hombros de Reverberante, a cargo de José Luis Zapata; y de Ícaro Ediciones, dirigida por Úlber Sánchez, recaen las apuestas más ambiciosas del presente. Ellos presentan el trabajo de autores guerrerenses en el panorama literario nacional –que tampoco resulta muy diverso ni creativo ni bueno; siempre se mira la punta de los zapatos, es endogámico y pusilánime, recorre los mismos senderos comerciales de siempre, pero es lo que hay–. Estos dos proyectos llenan un vacío institucional, son las piedras angulares de una industria en ciernes y debe ser respaldada por lectores locales.
La postal del paisaje, el sol, la playa y la vida nocturna es cada vez menos atractiva para quien piensa en hacer un viaje a Acapulco, en especial, porque la punzocortante idea de la violencia devasta y corta ilusiones. Indispensable es el cambio, pero el cambio real, no el demagógico. ¿A usted no le parece extraño que los políticos cobren tanto por mentirnos, porque si es así, deberían pagarle igual de bien a nuestros escritores, que engañan mejor y con cierta elegancia, algunos hacen más habitable este espacio? Si abrimos ese rango salarial, los escritores-funcionarios cobrarían mucho más, ¿no es cierto?
Llego al Zócalo completamente sudado. Bajo el cobijo de los camiones de turistas estacionados en doble fila, junto a los taxis azul blanco y los colectivos amarillos en busca de pasaje, entre boleteros del Malecón y comerciantes ambulantes, entre militares que ven de reojo a las mujeres en prendas vaporosas. El Zócalo cada vez luce más desgraciado. Noto el hueco celeste entre la escalinata del Ayuntamiento viejo y la iglesia. Aprecio los ramajes portentosos del Árbol de la Memoria sobre el suelo, las fotos de los desaparecidos chocan contra la aspereza de la realidad. Una catástrofe sin duda alguna, un símbolo que corona a este Acapulco. También es el arribo de otra época, más caliente, más penosa, más gris, más violenta y con mucha hipocresía política, un puerto que desdeña a los creadores por tradición gubernamental. No podemos imaginar la grandeza de un puerto que valora el conocimiento porque las ideas que permean nuestra sociedad son muy viejas para distinguir la basura del oro. Eso pienso antes de llegar al mar que todo lo reduce a un espejismo.