Arturo Martínez Núñez
Marzo 19, 2019
México necesita entrar en una etapa de entendimiento y de concordia. Es mucha la división y la confrontación, sobre todo la que se da en redes y medios de comunicación. Pareciera que se nos quiere obligar a tomar partido en uno de los dos extremos enfrentados cuando la mayoría de la población no quiere saber más de pleitos.
Las redes sociales se han convertido en un espacio en donde desde el anonimato, se vierten litros de excrementos y bilis, se insulta, se descalifica y se confronta sin piedad. Las redes se han convertido en una plaza pública desde donde se libra una batalla entre enemigos que no se conocen.
Desde los medios de comunicación llamados formales, también se genera una tensión artificial. Se lanzan acusaciones sin elementos, se denuesta y se calumnia desde la impunidad absoluta.
Los comentaristas de radio, televisión y medios impresos, compiten entre sí por ver quién es más estridente, más irreverente y más insolente. Poco preocupan los datos duros, los hechos y las pruebas: el chiste es decir las cosas más alto, más fuerte y más lejos. Los políticos también aportan a este clima enrarecido.
Los ciclos noticiosos han dejado de existir. Vivimos en un lapso permanente de información cruda y extensa. No existen ya los filtros ni los editores ni las redacciones. La información circula a lo largo del globo terráqueo sin confirmación y sin contexto. Todos somos expertos en todo y emitimos nuestra opinión en libertad.
Es muy complicado mantener la cabeza fría cuando desde las redes algunos cobardes embozados, disfrazados y mimetizados, lanzan todo tipo de improperios. El único antídoto para ello es el estoicismo y la templanza. Ay de aquel que se enrede en un debate de redes del que es muy difícil salir bien librado. En lo personal tengo como norma responder los mensajes de la gente que reconozco como de carne y hueso y nunca los de perfiles falsos o que esconden su nombre.
Los mexicanos tenemos que hacer un esfuerzo por aprender a escuchar a los que piensan diferente a nosotros. La polarización y la balcanización no benefician a nadie. Sí al debate y sí al intercambio de puntos de vista pero de frente y con elementos. No a la filtración, a la fuente anónima y al trascendido. Sí a la denuncia, al señalamiento y a la rendición de cuentas.
Las redes sociales nos liberaron del monopolio informativo de los grandes grupos empresariales y nos condenaron a la anarquía anónima. Las redes sociales nos quitaron el bozal de la censura y liberaron a las bestias de la oscuridad. Las redes sociales democratizaron la comunicación y generalizaron el insulto. Las redes sociales nos acercaron a los seguidores falsos y nos alejaron de los lectores verdaderos.
La paz se construye ejerciéndola. La armonía se consigue escuchando al adversario. El respeto se gana día a día. No abonemos desde lo público, a la división y el encono. Suficiente violencia se vive en las calles como para que extendamos la rispidez a la arena virtual.
@ArturoMN