EL-SUR

Jueves 17 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Crispaciones, enredos y trampas

Abelardo Martín M.

Mayo 03, 2022

 

Uno de los temas relevantes de la conversación del fin de semana entre los presidentes de Estados Unidos y México, Joseph Biden y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente, fue sin duda el relativo de la llamada Cumbre “de las Américas” en donde unos cuantos quisieran la ausencia de varios de los mandatarios de países clasificados, nadie sabe bien por quién, “incómodos” y adonde ahora se pretende incluir al jefe del ejecutivo mexicano.
Fue un tema espinoso, muy delicado, porque en la inclusión se muestra, tal cuales son, los auténticos intereses y amigos entre los presidentes. Por supuesto que el centro de atención se ubica en Cuba, Venezuela, Bolivia, Chile, Nicaragua, Haití y por supuesto México, en donde el presidente López Obrador ha hecho valer la oportunidad del diálogo, de la discusión de la conversación permanente acerca de los temas más relevantes de la actualidad.
Está a la vista que el mundo vive un proceso de ajuste, reacomodo, rectificación en muchos temas, en especial los liderazgos económicos y políticos a partir del auge de los países asiáticos, en especial de China, cuyo papel en el escenario internacional es relevante, prioritario. Ello obliga también a la recomposición de las alianzas regionales, el valor de la unidad en las distintas zonas del mundo. En el caso de América, en especial del papel de los países latinoamericanos cambia en relación directa a la crisis insoslayable, evidente de Estados Unidos.
De ahí parte la importancia de la gira por países de Centroamérica y Cuba que realizará esta semana el jefe del ejecutivo mexicano, a quien se ha pretendido encasillar o clasificar como alguien a quien no preocupa el contexto internacional, cuando que ha estado mucho más activo y efectivo que quienes encabezaron otros sexenios, aún cuando aquellos viajaran más por el mundo.
Por otra parte, por su relevancia y por el momento que vive el país, en la vida pública se ha vuelto tema central la iniciativa enviada por el Presidente al Congreso de la Unión, la cual intenta una profunda transformación de los organismos y estructuras que rigen los procesos electorales en México, reducir los gigantescos recursos que se entregan a los partidos políticos incluso cuando no hay elecciones, y volver más ágil y menos onerosa la integración del Poder Legislativo.
La iniciativa llega en un momento de profunda crispación de la vida política, atizada por las diferencias en cuanto al modelo de nación, que afloraron con la discusión de la reforma eléctrica y luego con la nacionalización del litio.
En ese contexto, el rechazo de la oposición se volvió vehemente, y ni siquiera el receso legislativo en el Congreso ha contribuido a atemperar la discordia para permitir el análisis sereno de uno de los grandes temas pendientes rumbo a las elecciones de 2024.
De ahí que no será rápido el procesamiento de esta reforma, que para aprobarse deberá lograr el voto de cuando menos las dos terceras partes de los integrantes de ambas cámaras.
Luego, como toda reforma constitucional, deberá obtener también la aprobación de la mayoría de las legislaturas estatales.
En el Congreso de Guerrero, por cierto, ahora sí se les hizo bolas el engrudo con la Ley de Seguridad Pública Estatal que recientemente aprobaron por unanimidad.
Como el lector seguramente recordará, esta Ley tuvo que ser repuesta, una vez que la Suprema Corte de Justicia resolvió una querella de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la cual advirtió que en el anterior ordenamiento no se había tomado en cuenta el punto de vista de los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, y ordenó realizar una consulta en esas poblaciones como base de un nuevo ordenamiento, para lo cual dio plazo de un año, que se cumplió a mediados del mes pasado.
La sentencia tuvo lugar en el peor de los momentos, cuando tanto el anterior gobierno estatal como la LXII Legislatura estaban por concluir. Por supuesto nadie le prestó atención. Tampoco se hizo nada al iniciarse la actual Legislatura, y fue sólo cuando faltaba un mes para concluir el plazo legal que se intentó una convocatoria para consultar a la población indígena, como obligó la Corte.
El proceso recibió innumerables acusaciones de simulación, pues menos de una tercera parte de las comunidades indígenas participó, otro tanto se inconformó y el resto simplemente se mantuvo al margen.
El hecho es que a marchas forzadas se trató de cumplir el laudo, y después de la consulta se votaron las reformas a la Ley de Seguridad Pública del estado, con lo que –dirían los abogados–, se respetó en tiempo, aunque la formas resultaron un tanto violentadas.
Pero lo peor estaba por venir, cuando luego de insertarse en el Periódico Oficial del Estado de Guerrero la reforma, algunos legisladores descubrieron que lo aprobado por el Congreso no coincidía en uno de sus artículos transitorios con lo publicado, y que los cambios introducidos prácticamente suspendían la aplicación de la ley hasta cumplirse una serie de condicionantes, entre ellos la conclusión de la consulta referida, con lo que se reconoce de paso que ésta no ha concluido adecuadamente.
El escándalo es ahora del dominio público, y ha motivado la formación de una comisión especial en el Congreso local, la que deberá investigar y presentar sus conclusiones sobre cómo se produjo la adulteración de la ley en un plazo de 45 días naturales.
Está por verse si con todo ello, la Suprema Corte toma alguna acción o acuerda alguna sanción contra el Congreso local que en vez de acatar la sentencia, ha enredado y pervertido el proceso, en uno de los temas más urgentes en el panorama estatal.
Basta revisar los periódicos de cualquier día o semana en el estado, para constatar el grave deterioro de la seguridad en Guerrero, mientras los legisladores se encuentran atrapados y sin salida.
Son signos de los tiempos. Desde las relaciones internacionales en un planeta gobernado por el caos, el choque de grandes intereses trasnacionales, y en el nivel interno el enfrentamiento de grandes y pequeños grupos que defienden sus privilegios, hasta el caso local en que, además, han asomado la torpeza y la audacia en burdas triquiñuelas.