EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

De tenis, bancos y libros

Abelardo Martín M.

Marzo 26, 2019

A muy pocas personas pasa inadvertiido el hecho de que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, vive todos los días dentro de las redes “fifis” del sistema político mexicano. Sin darse cuenta, muy poco a poco, sus movimientos y sus encuentros se realizan en los círculos de poder que caben dentro de esa clasificación. Algunos analistas afirman que, poco a poco, con sigilo, pero con eficacia, su gobierno es absorbido por los usos y costumbres imperantes desde varios sexenios atrás.
Por ejemplo, aunque el Ejecutivo federal no acudió al certamen de tenis de la última semana de marzo en Acapulco, la mayor parte de los asistentes han tenido contacto, de una o de otra forma con él en reuniones empresariales, de banqueros o de la colecta de la Cruz Roja Mexicana, en Palacio Nacional. También, buena parte de sus principales representantes acudieron a su Primer Informe de Gobierno al cumplir 100 días en el cargo que ocupa.
Después de la competencia tenística con algunas estrellas del deporte blanco para la “región 4”, dos acontecimientos singulares tuvieron lugar junto con la llegada de la primavera en Acapulco: la 82ª Convención Nacional Bancaria en la zona Diamante, y la Feria del Libro Internacional y Popular, en el centro de la ciudad.
A la reunión de los banqueros asistió el presidente López Obrador. A los señores del dinero de toda la vida les ha gustado el puerto para su encuentro anual, y siempre invitan al presidente de la República a su asamblea.
Pero es desde luego singular esta primera convención en tiempos de la Cuarta Transformación, y todo mundo esperaba, entre expectación y morbo, lo que ocurriría.
No sucedió nada extraordinario. Tal vez lo más notable fue la tersura con la que transcurrió la comida a la que asistió el primer mandatario para clausurar sus trabajos.
En realidad, lo importante había tenido lugar previamente, cuando la Asociación de Bancos de México eligió como su nuevo presidente a Luis Niño de Rivera, director de una entidad financiera por la que el titular del Ejecutivo ha expresado sus preferencias. Y cuando se anunció que, por fin, más de una década después de que África y otras regiones del mundo han bancarizado al grueso de su población a través de los teléfonos celulares, en los próximos meses las instituciones bancarias harán por fin el intento de masificar sus servicios para muchos millones de mexicanos en el territorio nacional.
Es decir, más que en el evento mismo, el sector financiero había desplegado desde antes su estrategia para acomodarse a los nuevos tiempos y a las políticas en favor de los más pobres, y con ello congraciarse con el presidente.
Meses antes, los banqueros manifestaron su alarma, cuando en el Senado se presentó una iniciativa para prohibir las comisiones que hasta la fecha cobran por los más diversos servicios, muy superiores a las que se aplican en otros países, de las cuales obtienen una parte sustantiva de sus ganancias.
Entonces y ahora, el presidente los ha tranquilizado señalándoles que él no apoyará una eventual ley sobre el rubro, a cambio de que ellos moderen motu proprio sus cobros. No se ha aprobado la ley respectiva, pero tampoco ha habido disminución de comisiones aplicadas.
A ver qué ocurre primero, pero lo que necesariamente se impondrá es la moderación del negocio bancario, y la inclusión inaplazable al sistema financiero de millones de mexicanos en la pobreza, cuyo acceso a las modernas formas de manejo monetario es un requisito indispensable para mejorar sus expectativas de ingreso y sus posibilidades reales de mejoría económica.
Luego de la reunión bancaria, el presidente aprovechó el viaje y realizó su cuarta gira de trabajo, en Ciudad Renacimien-to, donde dio a conocer la autorización de 600 millones de pesos adicionales para las acciones de mejoramiento urbano en zonas de marginación y pobreza del municipio. Ahí prometió volver en tres meses para constatar los avances de los programas que ha puesto en marcha.
De manera simultánea a la convención de los banqueros se llevó a cabo la feria del libro en el zócalo acapulqueño. Desde luego en los medios no tuvo la misma difusión que la reunión bancaria. El evento librero habría pasado casi inadvertido, de no ser porque en las redes sociales se viralizó la foto de un elemento de las fuerzas armadas mientras hojeaba un libro que le interesó, en uno de los pabellones de la exposición. En una percepción maniquea, muchos suponen que ser miembro del Ejército o la Marina es sinónimo de analfabetismo o de aversión a la escuela o al estudio, lo cual refleja un absoluto desconocimiento de las instituciones militares y sus integrantes. La ignorancia está en otro lado.
Por lo pronto, el puerto es punto de interés turístico, y anfitrión de eventos de relieve nacional e internacional.
Los problemas de Acapulco y los de Guerrero no están resueltos, pero hay por lo menos otro ambiente social y la expectativa de que esta vez existe una preocupación real y una estrategia gubernamental seria para atenderlos.
Otro evento con “mucho fifí” fue la inauguración del estadio de beisbol Alfredo Harp Helú, desde hace mucho tiempo catalogado también como “fifí”, tanto que hasta la porra recibió ese epíteto.
Ojalá Acapulco recupere su estatus “fifí” y los ciudadanos que no acudieron ni al Abierto de Acapulco o a la convención de banqueros, puedan recuperar la paz y la tranquilidad que se disfrutó en esos acontecimientos; tuvieron una probadita en la feria de libros en el centro del puerto, aunque allí sí se arriesgaba la vida.