EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Derroteros del presidencialismo mexicano (2)

Héctor Manuel Popoca Boone

Julio 06, 2024

La cuarta modalidad del presidencialismo mexicano se encuadra dentro del “neoliberalismo social” y dura, a plenitud, desde el mandato de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Enrique Peña Nieto; pasando por los periodos del PAN en el poder presidencial con Vicente Fox y Felipe Calderón; es decir, transcurrió en un lapso de 30 años, con cuatro presidentes priistas y dos panistas.
Como producto de nuestra inserción a la economía globalizada en la segunda mitad del siglo XX, se generó una extremada desigualdad social y económica. Más del 60 por ciento de la población en condición de pobreza. Una reducida oligarquía político-económica, multimillonaria. Una gran corrupción en todos los ámbitos de las relaciones sociales, como estilo de gobierno, del quehacer político y de pingües negocios privados asociados. Se hizo patente, la impunidad otorgada a la delincuencia organizada, para hacer de las suyas. Cualquier disidencia al modelo establecido de presidencialismo mexicano fue reprimida; llegando incluso, al asesinato de un candidato formal del PRI a la presidencia de la república, Luis Donaldo Colosio Murrieta, o al todavía no suficientemente esclarecido genocidio de 43 estudiantes normalistas.
Las empresas paraestatales del gobierno federal empezaron a ser desmanteladas o rematadas al mejor postor del sector privado nacional o extranjero, así como parte de la infraestructura eléctrica, del agua, del petróleo, minería, medios de comunicación masiva y otras.
La significativa segmentación, polarización y, por ende, debilitamiento por descontento social, debido a los yerros en las políticas económicas federales implementadas, son causales también de las diversas crisis económicas recurrentes (inflación y depreciación del peso mexicano), mismas que obligan a una mayor apertura democrática alentando nuevas expresiones partidarias, subvencionadas económicamente por el Estado, que culminan con la alternancia en el poder presidencial por la vía pacífica; dentro de una democracia modulada por una pléyade de partidos políticos mercantilizados. Es así como se convierte la política institucional en un negocio muy rentable económicamente para los partidos políticos, sus dirigencias y militantes cercanos.
La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (enero/1994); y a la vez, el levantamiento armado del movimiento indígena zapatista a finales de ese año; representan las antípodas de la lucha interna, político-económica, para controlar los destinos de la nación y el usufructo, con o sin equidad, de los bienes y servicios generados en ella.
El modelo económico neoliberal incuba un nuevo poder sin ley e ilegítimo en la escena nacional: la organización criminal de delincuentes y su poder en expansión constante. Para controlar territorios regionales a base de fuego y de dinero; a partir de los estupefacientes, tanto en su siembra como en su trafique, a todo lo largo y ancho del territorio nacional. A la “mafia del poder neoliberal” se le suma la “mafia del narcotráfico” y empiezan a entrelazar su accionar en contubernio con malos elementos de las fuerzas armadas.
El nacimiento de la quinta modalidad del presidencialismo mexicano contemporáneo (el autodenominado, “Humanismo Mexicano”), está indisolublemente ligada a la conquista de la presidencia de la república por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con su pensamiento y obra, como caudillo popular y con su movimiento social transformado en partido: Morena. Su triunfo hace seis años lo obtuvo con sus consignas: “Primero los pobres” y el “no mentir, no robar, no traicionar”; reivindicando a favor del pueblo pobre el destino del presupuesto público.
Ya con el poder presidencial en sus manos puso en marcha la revitalización de la rectoría política y económica del Estado, confrontando de frente a los de la “mafia del poder” y a la clase más pudiente de la sociedad; dividiendo a la sociedad adjetivándola y afianzando, autoritariamente, la hegemonía de Morena en el poder y en buena parte pueblo; AMLO genera ríspida polémica ideológica con sus adversarios desde el “pulpito presidencial”, en las sesiones diarias de sus conferencias de prensa denominadas: La Mañanera desde el Palacio Nacional.
Su huella presidencial pronto la deja ver, al reciclar la práctica priista de la “dedocracia” y al subordinar al poder legislativo; a partir de la mayoría parlamentaria que detentan los morenistas; cosa que les permite modificar leyes federales para desmantelar y reorientar la estructura de la administración pública con el propósito, dice él, de generar ahorros económicos para lograr una mejor distribución del ingreso nacional a favor de los socialmente más vulnerables, con programas de apoyo económico social directo y con proyectos estratégicos de repercusión regional. Todo, sin salirse del molde económico que dictan los cánones del capitalismo y, por ende, sin afectar para nada al capital privado nacional; salvo en la exigencia del pago de gran cuantía de impuestos que con anterioridad se eludían.
Como hechos históricos réprobos del presidencialismo “humanista”, que a mediano plazo van a hacer mella en el país, se encuentran: la militarización de una parte importante del quehacer civil; la corrupción e impunidad, con sus opacidades intrínsecas y la demagogia como forma y estilo de gobernar; mismas que han sido extendidas privilegiadamente a las fuerzas armadas gracias al fuero militar que constitucionalmente las blinda; quedando así al margen de la legislación civil.

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