EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

El 2022, un año de rupturas geopolíticas

Gaspard Estrada

Diciembre 28, 2022

Sin duda, 2022 entrará a la historia como un año de grandes rupturas geopolíticas. Evidentemente, la primera (y más importante de ellas) fue el inicio de la invasión de Ucrania por Rusia, que vino a transformar la política internacional. Desde el fin de la segunda guerra mundial, en 1945, la mayoría de los países europeos estimaba que las guerras de invasión eran cosa del pasado, y que los conflictos bélicos del futuro serían por definición híbridos (es decir, en los cuales la guerra cibernética y tecnológica, es decir, usando virus informáticos, sería preponderante). De manera que las variantes clásicas del conflicto armado se dejarían de lado. Si bien en 2008 y en 2014, Rusia había invadido Georgia y Ucrania, estas guerras se terminaron rápidamente tras una negociación –en el caso de Georgia, tras una misión de mediación conducida por el entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy–, o por la estabilización de las posiciones en disputa, como en el caso Ucraniano después de la intervención de François Hollande y Angela Merkel.
Esta vez, fue diferente. Vladimir Putin tenía (y sigue teniendo al día de hoy) la intención de cambiar el régimen ucraniano, y substituir al presidente Volodymir Zelensky por otro gobernante que sea afín a los intereses de Moscú. Para ello, desplegó desde finales de 2021 poco más de 200 mil soldados rusos en la frontera con Ucrania, así como en territorio bielorruso, para llevar a cabo, según él, una serie de “operaciones militares de rutina”: Ahora sabemos que no se trataba de eso. Sin embargo, sus planes no han sido como él lo esperaba. No solamente no logró capturar o destituir a Volodymir Zelensky tras el intento fallido de conquistar Kiev, la capital del país, durante las primeras horas de la invasión, sino que Zelensky ha logrado unificar a Ucrania en torno a su figura. Este liderazgo le ha permitido obtener un apoyo militar, económico y político de parte de Estados Unidos, la Unión Europea y de otros países desarrollados como Australia, Japón y Corea del Sur. Evidentemente, la guerra está lejos de terminarse. Rusia continúa disponiendo de un arsenal bélico considerable. Sin embargo, los objetivos político-militares de Putin están lejos de cumplirse. Por lo contrario, Rusia se encuentra ahora a la defensiva en el plano militar, bajo sanciones duras de Occidente en el frente económico, y sufriendo un aislamiento creciente desde el punto de vista político y diplomático.
En América Latina, el año que acaba de terminar también fue el palco de reacomodos políticos, aunque de menor dimensión que en Europa. La principal novedad política de la región fue la confirmación del giro a la izquierda. Con la llegada al poder de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y Lula en Brasil, Latinoamérica confirma su realineamiento político después de casi una década de declive progresista. Ahora bien, es necesario analizar las razones que están al origen de estas transformaciones. Contrariamente a lo que se podría suponer, esas victorias electorales se deben más al hartazgo de las sociedades latinoamericanas frente al poder y a las élites políticas y económicas que a un voto de adhesión a un proyecto político. En este sentido, es primordial que estos gobiernos lean adecuadamente los mensajes de sus electores para que no se confundan y que no tomen las decisiones políticas equivocadas. En el caso chileno, Gabriel Boric calculó que la ratificación del texto constitucional redactado por la Convención Constituyente le permitiría tener la fuerza política suficiente para impulsar grandes reformas, en particular en materia tributaria y de pensiones; el resultado de ello es que dejó de tener la iniciativa política durante los primeros meses de su mandato, lo cual se tradujo en una caída abrupta de su popularidad –lo que, junto al rechazo contundente a la propuesta de la Convención Constituyente, empantanó su primer año de gobierno. Contrariamente a esto, Gustavo Petro decidió presentar su primera reforma al Congreso el primer día de su gobierno. Al hacerlo, dejó claro cuál es su prioridad: llevar a cabo una reforma tributaria progresista, que le permita recaudar más y mejor, para invertir ese dinero en favor de los menos favorecidos. Después de mucha negociación con el Congreso, su reforma fue aprobada, lo que le permitirá aumentar el gasto social el próximo año. Esperemos que Lula, que arranca su administración el próximo domingo, tenga ese mismo objetivo.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París

Twitter: @Gaspard_Estrada