Jorge G. Castañeda
Enero 20, 2017
Por fin hoy es viernes 20 de enero y llegó el día D, de Donald, es decir, la fecha en que alguien que nunca se pensó que podría llegar a la presidencia de Estados Unidos pronunciará su juramento de defender la Constitución de ese país. Para el mundo entero se abre un periodo turbulento, sin rumbo en el que parece que no habrá nada bueno por lo menos en el corto y mediano plazo. Esto, que es cierto para muchos países, lo es quizá más para México.
Los temas ya han sido detectados y denunciados, por el momento no hay mucho más que agregar, salvo las declaraciones del candidato a la Secretaría de Comercio de EU, Wilbur Ross, y la filtración que hizo el gobierno de Canadá al periódico The Globe and Mail de Toronto el día de antier. En cuanto a Ross, afirmó sin ambages que los dos temas que más le interesan en la renegociación del TLCAN con México son el de las reglas de origen y el contenido de América del Norte de los bienes que pueden circular libres de aranceles por los tres países y la composición, rendición de cuentas y el sesgo de los mecanismos de resolución de controversias que fueron pactados hace más de 20 años. Por otro lado, el gobierno de Canadá filtró que ellos no se sentían especialmente concernidos por la invitación que se le haría a México y a Canadá la semana que entra de abrir esa renegociación y que en cualquier caso tenían la impresión de que todo el esfuerzo del nuevo gobierno de Trump se dirigiría a y contra México y no con ellos, dando a entender que, si los mexicanos sabemos contar, no contemos con ellos.
Todo parece indicar que sigue imperando una fuerte dosis de ingenuidad por lo menos en la mente del presidente Peña Nieto que parece pensar que a partir de la toma de protesta de Trump se definirán más o menos las posturas del mismo en temas como el TLCAN, el muro y las deportaciones masivas. Por eso es un buen momento para reflexionar sobre algunos comentarios que aparecen de manera recurrente en las redes sociales a propósito de todo esto. Me voy a limitar a dos o tres que me parecen especialmente estúpidos.
El primero: dejen de ocuparse de Trump, hay que ocuparse de los problemas en México. Digo especialmente estúpido porque en efecto hay enormes problemas en México, los ha habido antes, y los habrá después de Trump, pero estos no son nuevos, Trump lo es. Sí, hay que ocuparse de los problemas, y además, también de Trump.
Otra estupidez: en lugar de preocuparse por los migrantes, las deportaciones y el muro, hay que crear oportunidades para que la gente no se vaya de México a EU. Sí, en efecto es una muy buena idea, por supuesto que hay que crear oportunidades, pero ¿las vamos a poder crear en las próximas semanas? Obviamente no. ¿Entonces qué hacemos? ¿Nos lamentamos de que se tengan que ir o tratamos de defenderlos allá en lugar de salir con la misma cantaleta absurda de que mejor creemos condiciones en México para que no se tengan que ir?
Y una tercera especialmente ofensiva e imbécil: los migrantes en EU son traidores a la patria porque en lugar de quedarse en México se fueron a volverse gringos. Es una actitud especialmente absurda ya que la gran mayoría de quienes se van a EU son en muchos casos los mejores mexicanos, los más emprendedores, audaces, valientes, trabajadores, innovadores, que simplemente en sus lugares de origen no han encontrado –y no van a encontrar en los próximos años– un buen empleo, con un buen salario para mantener a su familia.
Ojalá las semanas, meses y años que se nos vienen encima con Trump nos obliguen a que reflexionemos un poco sobre estos y otros temas y dejemos de decir y de pensar tantas idioteces.
Por fin una acertada decisión frente a EU: tiene mucho más sentido entregarle El Chapo a Obama, quien lo pidió insistentemente hasta los últimos días y apreciará el gesto durante los próximos 20 años, que a Trump, a quien seguramente no le interesa en lo más mínimo. Nobleza obliga. Felicidades.