EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

El periodismo que viene

Juan García Costilla

Agosto 31, 2016

El lunes muy temprano repasé, como casi todas las mañanas, la primera plana de los principales periódicos nacionales en internet, y me sorprendió la cabeza de algunos: “Murió Juan Gabriel”, decía Excélsior; “¡Falleció!”, el unomásuno; y “Muere el divo de Juárez”, El Financiero.
“Órale, no me digan”, pensé con sarcasmo crítico ante el caduco valor noticioso de la redacción. “Eso ya es historia”, agregué, al tanto desde el domingo de la muerte de Juan Gabriel.
“¿Pues en qué mundo viven estos, en qué realidad habitan?”, cavilé haciendo pucheros de duelo, como seguro todos los lectores de este espacio, aún sin reponerme de la partida del “último de nuestros consensos”, como dijo alguien desde el domingo. Luego vi que al menos los demás periódicos no anduvieron tan perdidos, con cabezas más congruentes como “Adiós al divo de Juárez”, y “Fue un placer conocerte”.
Menos mal por ellos, y peor por los primeros, que no parecen entender los nuevos hábitos de sus lectores y de los consumidores de noticias en general, sobre todo en las últimas dos semanas, en que Carmen Aristegui generó enorme expectativa al anunciar el reportaje sobre el plagio en la tesis del presidente Enrique Peña Nieto, y de lo dicho por el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga, en el último noticiero de Joaquín López Dóriga, sobre los planes de su empresa para adaptarse a la era de la comunicación digital.
Es obvio que Internet y las redes sociales han cambiado nuestra vida. La han revolucionado a tal extremo que hoy son el medio preferido de comunicación de millones de personas. Para casi cada cosa que hacemos, usamos internet. Ordenar una pizza, reservar boletos del cine, comprar una televisión, enviar una fotografía a la familia, conversar con los amigos… e informarnos.
Antes de Internet, si querías estar al tanto de las noticias, tenías que caminar al puesto de periódicos por la mañana (o si vivías fuera de la ciudad de México, en el caso de la prensa nacional, hasta el mediodía), para enterarte de lo que había sucedido el día anterior. Pero hoy, con un click o dos es suficiente para leer los acontecimientos del momento, en cualquier parte del mundo.
Como en todo cambio, particularmente uno tan profundo y globalizado como éste, las resistencias son normales. La notable diferencia es que ahora el ritmo del cambio lo imponen más los consumidores de información, que las empresas emisoras y sus voceros.
Por eso, los periodistas enfrentan uno de los retos más complicados de su historia. Esos cambios los obligan a repensar prácticas y principios, “los periodistas se encuentran en un punto de inflexión”, decía la revista Proceso en la introducción de una entrevista sobre el tema de los nuevos medios, a George Brock, el veterano profesor de periodismo, académico de la City University de Londres, y ex periodista y corresponsal del The Observer y The Times, en marzo de 2014.
“El Internet no es simplemente un nuevo sistema de publicación, que permite la distribución más rápida y amplia de material ensamblado y editado como ha ocurrido siempre. Los cambios que llegaron con la tecnología digital son transformadores y no adaptados: requieren que el periodismo sea repensado”, destacó en la entrevista el experimentado periodista británico.
“En diferentes sociedades estos cambios funcionarán de formas y velocidades diferentes, pero la dirección general es clara: viejos hábitos de pensamiento y comportamiento deben ser recreados para nuevas condiciones”, advirtió.
Revisar en estos días las noticias sobre los periódicos en Estados Unidos es un ejercicio casi morboso, casi como hojear las páginas de esquelas: cierres de diarios, despidos en masa y desplomes de las acciones de las empresas en la Bolsa.
La crisis empieza a sentirse también en Europa, donde a la fuga de la publicidad a Internet se le suma una crisis económica que espanta a los anunciantes. En Reino Unido, el reciente anuncio de Trinity Mirror (corporativo de más de 150 diarios, incluido el Daily Mirror) de que prescindirá de 65 puestos en la redacción es un reflejo de lo que ha sucedido y seguirá sucediendo a los periódicos en Estados Unidos. También en Reino Unido, meca del periodismo europeo, el precio de las acciones de las empresas ha caído a la mitad desde hace un año. Y en España, los diarios perdieron un 30 por ciento de su facturación por publicidad, según las últimas cifras de mayo.
No fue una ocurrencia entonces, la de Gabriel García Márquez, quien en 2008 dijo que “el mundo se le está escapando al periodismo”. Sin embargo, los pronósticos son diversos. Por un lado, los pesimistas aseguran que va a desaparecer el diario en papel; por su parte, los más optimistas afirman que el poder ha sido arrebatado de los medios para tenerlo en sus manos, al fin, por el ciudadano.
El periodismo está en un punto en el que parece que nadie sabe a ciencia cierta hacia dónde dirigirse: inundar la red de nuevos blogs y publicaciones en línea, convertir a los reporteros en ‘multiusos postmodernos’, invitar a los lectores a las redacciones. El hecho es que no existen aún modelos ni fórmulas claras para salvar al periodismo del naufragio, ni tampoco para terminar de sepultarlo en la arena de los nuevos tiempos. O quizá, como dijo recientemente el periodista español Juan Luis Cebrián, “los medios enfrentan un cambio de modelo, no una crisis”.
Más pronto que tarde, irremediablemente, el tiempo tendrá la respuesta.

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