EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

EL SEMÁFORO

Juan García Costilla

Agosto 29, 2006

¿Verde?
A partir de este lunes está prohibido el comercio ambulante en el Zócalo y el Malecón. Al confirmar la medida, el alcalde Félix Salgado Macedonio explicó que se desalojará a los vendedores semifijos, pero agregó que los comerciantes establecidos de esa zona también deberán retirar sus mercancías de la vía pública.
En principio, la decisión parece positiva, siendo el ambulantaje uno de los problemas más enquistados y complejos de Acapulco. Pero los signos de interrogación (¿Verde?) se deben a que hay muchas dudas y tareas pendientes con relación a este tema.
El Ayuntamiento no precisa, por ejemplo, si la prohibición incluye a globeros, neveros, boleros y artistas callejeros, todos ambulantes en sentido estricto, pero que son parte integral del color y el ambiente de nuestra cultura urbana, de prácticamente todas las plazas públicas del país.
Por otro lado, aunque el alcalde se comprometió a iniciar en breve un programa de reordenamiento de comerciantes semifijos, para evitar que sigan vendiendo sus productos en condiciones insalubres; y de que estos le presentaron un proyecto alternativo, que consiste en construir carritos tradicionales para ofrecer sus mercancías sin afectar la imagen urbana, es evidente que el origen y las causas del fenómeno del ambulantaje no se resolverán tan fácilmente.
En la historia reciente de Acapulco abundan ejemplos fallidos, y hasta contraproducentes, al tratar de reducir este problema. Más de tres “mercados de artesanías” se han instalado para garantizar espacios controlados a grupos organizados de ambulantes, que luego regresan a las calles de manera paralela.
Como el transporte público, la contaminación de la bahía, la basura y la inseguridad, el problema del comercio ambulante exige soluciones integrales y de fondo, que nadie ha ni siquiera insinuado.
Amarillo
Carlos Benitez Olivares, lector cibernético de esta columna, nos envió un correo electrónico para lamentar los problemas del puerto, en donde vivió algunos años, pero que no ha abandonado totalmente. Reproduzco algunas líneas de su mensaje, para demostrar que no se necesita haber nacido en esta tierra para compartir la esperanza en mejores días para Acapulco.
“Señor Solís, me considero guerrerense por adopción, he trabajado en tres ocasiones en ese estado y me jacto de conocerlo en su totalidad. En la ultima ocasión viví en Acapulco, y por motivos de trabajo tuve que abandonar el puerto para cambiar de residencia.
“Tengo muchas amistades a quienes estimo y echo de menos, pero gracias a las comunicaciones me entero de cómo siguen las cosas. Creo que es bastante desagradable lo que está sucediendo en un lugar que debería ser un orgullo para los mexicanos y para los guerrerenses. Durante el tiempo que estuve en Acapulco viví de cerca sus problemas, entre ellos el de la seguridad pública, que es uno de los que tiene en jaque a los ciudadanos y autoridades. Es preocupante el hecho de no tener a la gente que conozca y tenga la voluntad de dedicar el 100 por ciento de su capacidad para solucionarlo, o para siquiera aplicar algunas medidas”.