EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

EL SEMÁFORO

Juan García Costilla

Septiembre 05, 2006

Amarillo
Con los congestionamientos de tránsito en Acapulco sucede algo parecido al clima. Cada nuevo verano parece más caluroso que el del año anterior. Al menos eso dicen los acapulqueños de nacimiento que siempre decimos los acapulqueños por adopción. “Este año ha hecho más calor que antes, ¿no crees?”, se dice con congoja, repitiendo en automático la frasecita.
Pero eso siente uno. Como con el tránsito. Sobre todo de unos meses para acá, en las horas pico, las calles se ven más congestionadas que antes. A las 8 de la mañana, las 2 de la tarde, y las 7 de la noche, los trayectos rutinarios se han alargado 10 y hasta 15 minutos.
Pudiera pensarse que el problema se debe al cierre de la Vía Rápida y a las complicaciones en calles aledañas, por las obras del paso elevado. Pero la densidad creciente de la circulación vehicular se da en toda la ciudad, incluso en calles alejadas de esa zona.
Puede ser una mera percepción personal, pero que comparten muchas personas, entre taxistas, amigos, conocidos, comerciantes y agentes de Tránsito, que consultamos sobre ese tema. Para la gran mayoría, la causa es que “hay más carros que antes”. Los choferes dijeron que el padrón de taxis “no oficial” supera ya los 5 mil vehículos; los automovilistas particulares dijeron que cada día más familias poseen dos y hasta más autos.
Por increíble que parezca, al preguntar en la Dirección de Tránsito cuántos vehículos están registrados en esa dependencia, respondieron que no tenían la cifra “a la mano” , y que volviéramos a llamar “en una o dos semanas”. ¿Qué no es esa información elemental que deberían de saber hasta de memoria?
El hecho es que el tránsito está peor que nunca. El problema debe atenderse de inmediato, antes de que la ciudad se colapse, pero con medidas integrales, porque el conflicto no se debe únicamente al incremento del parque vehicular.
En muchas esquinas y cruces los semáforos están mal ubicados, mal programados, sobran o de plano no hay. Dos ejemplos: el último semáforo en la avenida Cuauhtémoc antes del entronque con la Bernal Díaz del Castillo, hay más de 100 metros ciegos que impiden a los conductores saber si deben detenerse, para que avancen los autos que salen de la Bernal, con el riesgo permanente de un choque.
El otro, en la manoseada avenida Wilfrido Ruiz Massieu. Desde que se cambió nuevamente a doble sentido, el carril que va de la Cuauhtémoc a la Costera se ve casi vacío, porque sólo puede usarse para dar vuelta a la derecha, con lo que la vía está inexplicablemente subutilizada.
A todo lo anterior se agrega la indiscutible falta de cultura y convenciones viales de los automovilistas acapulqueños, como no sucede con los de muchas ciudades del país. Aquí nadie sabe qué calles tienen preferencia, salvo en las obvias avenidas principales; la ley no escrita de vuelta continua a la derecha, aquí no aplica en todos los casos, por decisión de quién sabe quien; todos los conductores del país saben que en las glorietas, la preferencia la tiene el que ya entró en ellas, aquí parece que el que va más tendido.