EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

#ellasmandanNUDES

Ana Cecilia Terrazas

Julio 20, 2024

AMERIZAJE
Las mujeres cuidan, acuerpan, protegen y amamantan. La red social sorora se activa natural y espontáneamente en casos de emergencias o de salir adelante. Sin embargo, los cuerpos de las mujeres no suelen estar en primera fila de esa solidaridad armónica, por el contrario, lo usual es que sean relegados y vistos solamente bajo el yugo de los estereotipos que les ha dictado una cultura patriarcal objetivizante, opresora y restrictiva.
Sin eso en mente en un principio, pero con todo el ánimo de reparar la falta de contacto físico en medio del encierro pandémico por la Covid-19 de 2020, la periodista Viétnika Batres escogió la ruta de las artes plásticas para emprender el escape a la angustia. Así, pidió a personas conocidas de confianza –mujeres y hombres– que le mandaran nudes: fotos o selfies de ellas desnudas tomadas por ellas mismas. Quienes respondieron, comenta, fueron las mujeres. El pasatiempo –que era más bien fuga para conservar la salud mental– se tornó en una honda reflexión feminista sobre la autorrepresentación del cuerpo de las mujeres.
El pasado 5 de julio se inauguró la exposición “#ellasmandanNUDES”, en la que Viétnika, artista autodidacta, entrega más de una veintena de pinturas en técnica mixta. En acrílico, carboncillo o pastel, sobre papel de algodón o tela, estas obras dan cuenta de cómo podemos resignificar la mirada sobre nuestro cuerpo, como mujeres, cuando nos tomamos una fotografía, y cómo, a su vez, se reescribe o retrabaja esa mirada plásticamente. El resultado conjunta tres miradas.
Primera. Ejercicio íntimo. Cada mujer que envió su foto posó, se juzgó, se liberó, aceptó y degustó esa imagen propia, hasta poderla enviar a la pintora.
Segunda. Ejercicio plástico. La mirada de la propia Viétnika –quien trabajó con respeto, talento, detalle, observación y cuidado amoroso– es una recaptura de aquella conciliación o reconciliación de cada amiga con su imagen y su cuerpo sin ropa.
Tercera. Ejercicio multitudinario. La mirada final es un constructo colectivo. Fue y es la del público que visita la exposición y que mira esas miradas. Es un volver a visitar esa forma elegida para ser vista, que ha tirado lastres y que busca hacerse pública.
En esos tres niveles de lectura pictórica se lee el azoro, la aceptación, la sensualidad y la resistencia a los indicadores sociales de “lo que es un cuerpo modelable, de modelo”. Y, también, lo que se debe hacer con ese cuerpo (como mostrarlo o no). A quienes acudieron esa noche a la galería del CC Máquinas Simples* seguramente les pasó por la cabeza mandar sus propias nudes, gustarse, sin más, en ese todo integrado por el propio cuerpo sin cubiertas.
Escribe Viétnika en la presentación de su serie pictórica:
“Somos dueñas de nuestros cuerpos, somos nuestro querido cuerpo, nos a-cuerpa, nos da forma y consistencia, nos aísla o conecta con el mundo, nos representa, nos protege, proporciona placer, nos duele, nos divierte, nos lleva a todas partes, nos mueve y conmueve.
“Tu cuerpo eres tú. Tu sagrada envoltura. Única. Pero la mirada ajena te hace dudar: te reprochas que estás gorda aunque no lo estés, que eres demasiado alta o chaparra o ancha, que te han salido arrugas y tienes celulitis y la piel muy oscura y te faltan curvas…
“Dime cómo eres tú frente al espejo (sin más juez que la cámara de tu celular). Tú a solas con la lente. Tú y tu cuerpo. Tú en soledad.
“Mándame nudes. Déjame mostrarte como tú te ves. Sin morbo, sólo porque quieres, queremos, dejar constancia: sobrevivimos y bien. Tomemos control de nuestra imagen. Seamos el antiporno †.
“Que quede registro de tu mirada. Es la que importa. Y que sepan todos: tú mandas. Eres sujeto, no objeto, sexual. Que se acostumbren a la sensualidad sin dobleces, cotidiana, de tu cuerpo vivo y vibrante.
“Mándame nudes. Posa en la intimidad para sacarte de ella. Así como que nadie se da cuenta. Seremos voyeurs contigo”.
En la muy concurrida apertura de la exposición, la artista comentó que pasada la emergencia de la Covid y ya con el proyecto de las nudes en marcha, “providencialmente” cayó en sus manos el ensayo Desnudo y arte, de Eli Bartra. Lo devoró en un par de días y pudo comprender mejor aquello que al principio sólo intuía. “El desnudo femenino (y la autorrepresentacio?n al desnudo) es hoy en di?a un recurrente vehi?culo de denuncia para las mujeres… de la misma manera que ha sido, a lo largo de la historia, un recurrente vehi?culo de sumisio?n”, leyó en el libro de la filósofa feminista. De eso trata su serie, pensó Viétnika. Fue “casi una epifanía en tono académico”, me dijo después con humor. De ahí que colocara varias citas de Bartra al lado de sus cuadros. Como ésta: “Las mujeres pintan la desnudez femenina (en movimiento) y los hombres el desnudo (posando quieto). Además, las mujeres hacen –cuando los hacen– cuerpos que gozan, cuerpos sujetos de placer”. Eso es lo que se aprecia en las pinturas.
Al estrenar su primera exposición individual, tras cuatro años de trabajo, Viétnika mencionó que las mujeres exigimos mucho de nuestro cuerpo y que siempre queremos esconder algo. Una premisa tan cierta y urgente de revocar, si lo que se quiere hallar es un piso de igualdad. Es verdad, es momento de mandarnos nudes o, por lo menos, de mandar, completamente, sobre nuestro cuerpo.

* #ellasmandanNUDES estará abierta al público durante todo el mes de julio en el Centro de Cultura Máquinas Simples, ubicado en la calle Miguel de Mendoza 39 de la colonia Merced Gómez, en Ciudad de México. De lunes a viernes entre 12:00 y 17:00.

@anterrazas