Arturo Martínez Núñez
Agosto 24, 2021
La llegada de un nuevo hijo siempre es motivo de celebración. La dicha se desborda, el corazón se ensancha y el amor todo lo llena.
Emiliano llega a nuestra familia a completar y expandir nuestra dicha al lado de sus hermanos Jose? María y Santiago.
Un hijo es una responsabilidad y es al mismo tiempo el motor que nos vuelve asertivos, determinados y resueltos para conseguir brindarle protección, seguridad y bienestar tanto emocional como material.
Emiliano llega en un momento en que el mundo parece un lugar lleno de tristes noticias. La muerte entristece a todos los hogares: no hay familia que no haya padecido una pérdida cercana. La pandemia y la enfermedad recorren todos los rincones del planeta; el calentamiento global es una tragedia cada vez más cercana; la amenaza de guerras globales que creíamos lejanas, reaparecen en Oriente Medio donde todo parece haber regresado a los años setenta.
¿Qué mundo les estamos heredando a nuestros hijos? ¿Qué valores universales aprenderán? ¿Cuál es la frontera cuando los linderos parecen desaparecer y la identidad comunitaria es amenazada por la homogeneidad? ¿Existe la esperanza de un planeta más justo, más democrático, más igualitario y más próspero? ¿El amor se impondrá al odio y a la cerrazón?
Ojalá pudiera contestar estas preguntas con certeza y claridad. La realidad es que en vez de tener más respuestas cada vez tenemos más preguntas.
“Sé el cambio que quieras ver en el mundo”, aconsejaba el viejo Gandhi. Pienso que independientemente del trabajo que tengamos que hacer cada uno desde su trinchera para construir un mundo mejor, hay una parte en la que podemos avanzar sin esperar factores externos y esto es intentar día con día, hora con hora y minuto a minuto, ser mejores personas, ser conscientes de nuestros defectos y trabajar en ellos; hacer el bien sin mirar a quién; perdonar a los que nos ofenden; evitar hacer lo que no queremos que nos hagan; ser amables y corteses en todo momento y con todas las personas; ser tolerantes e incluyentes; autocríticos y honestos; pacientes y empáticos.
Para lograr grandes transformaciones globales, lo mejor es comenzar con pequeñas transformaciones en uno mismo. Transformar hábitos, corregir defectos de carácter, aceptar las cosas que no podemos cambiar y cambiar las que sí podemos.
Amado Emiliano: prometo que cada día durante todos los días de mi vida, seré consciente de que para llegar lejos se comienza con un paso y luego con el otro. Que se vive un día a la vez. Que hay que vivir y dejar vivir. Que la vida no es ayer ni mañana sino hoy. Que el amor todo lo puede, todo lo logra y todo lo transforma.
Bienvenido a casa hijo, bienvenido a la aventura de vivir. Gracias por escogernos a tu mami y a mí para traerte al mundo. Gracias por enseñarnos desde ahora que el amor no se mide en magnitudes porque es una fuerza en constante expansión. Gracias por tu mirada que todo lo dice sin decir nada. Gracias por existir…
Papá.