EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Guerrero Joven

Ángel Aguirre Rivero

Octubre 20, 2023

El sábado pasado tuve el gusto de acompañar en el salón Octavio Paz del Senado de la República, al naciente colectivo Guerrero Joven, que encabeza Brayan Vicario Figueroa. La agrupación, de jóvenes estudiantes y egresados de diversas carreras en la Ciudad de México, tiene el propósito es contribuir con el desarrollo de nuestra querida entidad.
Coincidí con ellos, que llegar a vivir a la Ciudad de México para estudiar, implica grandes retos.
Les narré anécdotas de cómo llegué a la edad de quince años a trabajar para sostener mis estudios en la Prepa 6 de Coyoacán, al entonces Distrito Federal.
En eso años le dije a mi papá: –yo me quiero ir a la Ciudad de México, quiero estudiar la carrera de Medicina… Mi padre me contestó: –no sabes lo que estás diciendo, vete a Chilpancingo, con mi compadre Saúl Mendoza, que te va a dar hospedaje y comida. Vete a estudiar Derecho.
–Pero yo no quiero estudiar Derecho, quiero Medicina, (le dije a mi mamá también)… Porque además mi hermano Rafael, al cual siempre le tenía una profunda admiración cuando llegaba con su traje de estudiante, con su bata blanca, me inspiraba a querer ser médico como él.
Así, llegué a la Ciudad de México, y me puse a buscar trabajo. Gracias a un tío que me recomendó con un amigo, Gilberto Ruiz Almada, a quien él había conocido cuando trabajó en el Registro Nacional de Electores y que fungía como director general de Administración de la Presidencia de la República, quien me dio el puesto de intendente, teniendo como tarea barrer y trapear el patio central de Palacio Nacional, episodio que narro en mi libro La Otra Verdad. Autobiografía.
Cuando ingresé a la Facultad de Economía, revisando la sección Escuelas y Enseñanzas, de El Universal, encontré un anuncio que decia: “Solicitamos Maestros de Historia”, así fue como incursioné primero como maestro, en una secundaria particular. Me pagaban a cien pesos la hora, y daba yo cinco clases. La vida me empezaba a cambiar.
Recordé que con ese sueldo compré mi primer auto. A punto estuve de abandonar la carrera de Economía, cuando me nombraron director de la secundaria, y luego coordinador de cinco más, lo cual no ocurrió gracias a la intervención de mi señora madre, quien me conminó a terminar la carrera, y por supuesto le obedecí.
También les dije a los integrantes de Guerrero Joven, que yo creo en ellos, y espero que de esta agrupación saldrán regidores, síndicos, presidentas y presidentes municipales, diputadas y diputados locales y federales, ¿y por qué no?, un gobernador o gobernadora.
En mi exposición también reflexioné sobre el hecho de que los jóvenes son excluidos de los espacios de representación política, en especial en los parlamentos.
Señalé que se les debe dar nuevos roles, responsabilidades políticas y en la actividad pública, y no verlos como auxiliares en las campañas políticas para hacer pintas, o para repartir propaganda y pegar pósters.
Estoy convencido que ser joven, es sinónimo de cambio y es enfrentar los retos del presente y del futuro.
Movimientos estudiantiles como el de 1968, marcaron un punto de inflexión en la búsqueda de derechos y justicia e impulsó a los que formaron parte de esa lucha, a los espacios de poder político, desde donde han impulsado la transformación del país.
Yo estoy convencido que la colaboración entre generaciones, y la inclusión activa de los jóvenes en las decisiones nacionales, serán clave para construir un México mejor.
La vida es así…

Del anecdotario

Muchos son los recuerdos y las querencias que me unen a Coyuca de Benítez, en donde he sembrado muchos amigos y amigas.
Ello me llevó a construirles uno de los mercados más grandes de nuestro estado, impulsar la construcción de la clínica junto con su entonces diputado federal, Mario Moreno, y de manera muy especial, la pavimentación de la vialidad que va de Coyuca a la Sierra de Tepetixtla.
Aún tengo fresco en mi memoria, cuando a unos días de haber asumido mi primer gobierno, decidí visitar a las viudas de Aguas Blancas. Había voces que me decían: –no vaya, le van a faltar al respeto y a lo mejor hasta querer dañar su integridad personal.
Decidí ir, y en una casita que me facilitaron, me reuní con todas ellas. Les apoyé con recursos para que emprendieran un proyecto productivo, y firmé un decreto para que sus hijos recibieran el beneficio de una beca mientras estuvieran cursando sus estudios. La gira no pudo ser mejor.
Cuando regresé a inaugurar la carretera, volamos en un helicóptero del Ejército; días antes un general había sufrido un atentado en el vado de Aguas Blancas y su acompañante, un cabo de Transmisiones, perdió la vida.
Le pedí al comandante de zona, que el regreso lo hiciéramos por tierra, pues me interesaba supervisar los trabajos de la carretera, a lo que el militar se negaba por cuestiones de seguridad, y tenía razón después de lo que había sucedido días antes.
Finalmente lo convencí. En aquellos años, evidentemente no existían las camionetas blindadas, mi chofer y yo a un lado, exactamente atrás de mí; el militar de alto rango que siempre llevó su metralleta levantada en el trayecto de Tepetixtla a Coyuca, el presidente municipal de ese momento, un gran alcalde y gran ser humano, José Luis, y la entonces senadora, mi muy querida amiga Guadalupe Gómez Maganda.
El camino se hizo eterno, la platica breve, finalmente entramos a la cabecera municipal. El presidente exclamó: –¡mi gobernador!, le tengo preparada una comida…
Llegamos hasta la enramada donde se sirvieron las viandas coyuquenses, y entonces por ahí surgió una voz que dijo: –¿y de beber qué tiene mi presidente?
–Pues tengo mezcal y whisky, pues del que sea, pero que sea doble.
La vida es así…