EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Iluminar la pobreza

Arturo Martínez Núñez

Diciembre 12, 2023

El tiempo pasa lento en Acapulco. Las horas se convierten en días, los días en semanas y las semanas ya suman más de un mes en que Otis cambio nuestra vida para siempre. Nada volverá a ser igual. Puede ser mejor o peor pero nuestra realidad nunca volverá a ser igual. El reloj se detuvo. Las manecillas se hicieron hacia atrás. Acapulco recibió un golpe mortífero que nos regresó veinte o treinta años en el tiempo. Acapulco está triste. Los retoños en las plantas y árboles, así como los atardeceres y algún arcoíris mañanero logran maquillar momentáneamente la realidad. Pero la realidad tiene la característica de ser una y de ser cierta. Y la realidad nos dice que Otis nos partió por la mitad y dejó nuestra casa y nuestra comunidad sobreviviendo en terapia intensiva.
Los esfuerzos de los tres órdenes de gobierno han sido importantes. Si serán efectivos o no, el pueblo y la historia habrá de juzgarlo. Pienso que, en estos momentos, es fundamental comenzar a enfocarnos en recuperar la capacidad productiva del puerto. Es necesario terminar de limpiar a fondo las avenidas principales y los espacios públicos, las playas y los accesos a éstas. El bulevar de Las Naciones, la avenida Escénica, la Costera de Las Palmas y desde luego la emblemática Costera Miguel Alemán. Hay que echar a andar un plan realista de apoyo a los micro y pequeños empresarios, a los restauranteros y a los condominios para evitar el deterioro de la vivienda. Si no logramos reactivar la economía en el primer semestre del 2024, Acapulco y con él Guerrero y todo México, se hundirán en una recesión gravísima con consecuencias sociales y de seguridad inimaginables. Sin la reactivación económica no habrá apoyo que alcance ni despensa que sirva ni enser doméstico que resuelva. Lo más importante en esta etapa es recuperar el empleo para poder recuperar la dignidad y el orgullo de los acapulqueños. Los programas subsidiarios desde luego que son importantes y ante la magnitud de la emergencia son indispensables. Pero los programas subsidiarios nunca resuelven el fondo, sino que alivian los síntomas. Son únicamente como el salvavidas que te ayuda a llegar a la orilla, pero nunca son un medio de transporte sostenible.
Sin turismo, sin fuentes de empleo estables y bien remuneradas, Acapulco nunca podrá ser “reconstruido” y no hay presupuesto que alcance en la tarea de volver a poner de pie a una ciudad y sus habitantes. El Estado mexicano debería de concentrar sus baterías en garantizar el desarrollo de la actividad económica. Se requerirán programas de empleo temporal, exenciones fiscales, créditos a tasas preferenciales y estímulos para que los empleadores mantengan las fuentes de empleo y no tengan que despedir a ningún trabajador.
El apoyo en efectivo y la despensa, solo tendrán sentido si se acompañan con un verdadero esfuerzo estatal para mantener y fomentar el empleo. De lo contrario, estaremos iluminando la pobreza, teniendo bonitos y nuevos refrigeradores pero vacíos, ante la incapacidad de tener el poder adquisitivo para abastecerlo y sin la dignidad que solamente puede proporcionar un empleo estable y bien remunerado.