EL-SUR

Jueves 17 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Inseguridad: del cansancio a la rebeldía y los buenos deseos

Abelardo Martín M.

Diciembre 22, 2016

De corazón, con la verdad en la mano y la sinceridad plena uno quisiera contribuir a la recuperación de la paz, que la armonía imperara en todo el país, pero la realidad, la terca realidad se impone y frustra cualquier deseo por intenso que sea.
Ya comenzaron a llegar los miles de turistas de fin de año a Acapulco, lo que crea la vana ilusión de que Guerrero no está tan mal, que los programas de pacificación han dado resultado. El gobernador con su esposa ya saturó la televisión con su mensaje de buenos deseos para la Navidad, aunque la versión para radio (audio sin imagen) nunca aclare que es de la máxima autoridad del estado la voz que se escucha, ni tampoco el cierre de su cónyuge. Así es la publicidad en la política, estridente y sin contenido, llena tiempo pero ya no genera popularidad, más bien contribuye a la ingobernabilidad.
La historia se repite interminablemente, pero cada vez el cansancio popular es mayor y desemboca en salidas más extremas.
La actuación de las bandas criminales, ligadas originalmente al negocio de la amapola, ha derivado en su descomposición en el surgimiento de grupos que atentan contra la vida y la tranquilidad de las personas, al diversificar sus negocios delincuenciales.
En Guerrero, una fractura de La Familia Michoacana dio lugar a la operación de un hampón conocido como El Tequilero, cuya audacia lo ha llevado a realizar con su banda diversos secuestros masivos en la región de Tierra Caliente para obtener pequeños rescates.
Hace unos días, el secuestro de un ingeniero en San Miguel Totolapan produjo el desbordamiento de la situación. Los reiterados delitos ya habían llevado a varias comunidades de la región a organizar grupos de autodefensa para intentar una mínima protección, pero esta vez la gente del mencionado lugar de plano optó por una medida tan simple como radical: capturar a la madre del delincuente y negociar a cambio de ella la liberación del profesionista, un hombre oriundo de la población y muy apreciado en el lugar.
Policías y militares llevan meses en el intento de apresar al Tequilero, pero entre las dificultades de ubicar a un hombre acostumbrado a vivir a salto de mata en las montañas de la zona, y la consabida complicidad de la policía local, el resultado ha sido nulo.
Ahora mismo, al decir de los comunicados oficiales, se desarrolla una amplia cacería del fascineroso, una vez que la osadía popular resultó efectiva, y el ingeniero secuestrado fue liberado como resultado de la acción popular y el llamado materno a su descarriado vástago.
Entretanto, los habitantes de Totolapan mantuvieron retenidas a unas veinte personas, a quienes acusaron de ser operadores y cómplices del secuestrador.
La actuación del gobierno estatal ha sido errática, por decir lo menos. Los hechos hicieron trizas la versión optimista del gobernador Héctor Astudillo de que la estrategia para abatir la inseguridad es exitosa.
Echado por tierra el escenario color de rosa, las autoridades locales intentaron ser mediadoras en una negociación que en toda su crudeza era muy sencilla, pues se trataba de un intercambio neto de rehenes.
Ahora, con plazos perentorios, los pobladores de Totolapan, que han transitado del miedo a la rebeldía, le exigen al gobernador que acuda a la cabecera municipal para hacerse cargo de la dramática situación que están viviendo, demanda a la que el mandatario ya ha dicho que no irá hasta que “haya condiciones”, en tanto, las fuerzas de seguridad federales finalmente lograron que la gente les entregase a los cautivos, después de varios días de tensión y desencuentros, porque los ciudadanos dudan de la eficacia de los órganos de persecución del delito y la impartición de justicia.
Se acerca así el fin de un año en que Guerrero ha mantenido su lamentable liderazgo como la entidad de mayor violencia criminal, y regiones como la de Totolapan viven junto con su crítica colisión contra las bandas de malhechores, el desabasto de mercancías y el retiro de servicios básicos.
No habrá noches de paz, ni será esta una feliz Navidad para Totolapan y para Guerrero; tampoco la mejor manera de transitar de un año a otro, pese a que en Acapulco seguramente tendrá lugar la tradicional gran afluencia de turistas para esperar la llegada del ya muy próximo 2017.
Pero la dura realidad de violencia criminal incesante perdurará por quién sabe cuánto tiempo más, mientras Astudillo encuentra las condiciones para actuar.
Uno quisiera que la publicidad del gobierno fuera real, pero sólo confirma que la autoridad no ve ni escucha, ni siente lo que vive el pueblo. Cada quien su realidad. Ojalá y la suma de buenos deseos y los sentimientos de esta temporada, como un milagro, se conviertan en cotidianidad, por lo menos en esta temporada.