EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

La fantasía de leerlo todo

Adán Ramírez Serret

Enero 12, 2018

El pasado sábado 6 de enero se cumplió un año de la muerte de Ricardo Piglia (Buenos Aires, 1940-2017), uno de los escritores más importantes de los últimos tiempos. Un hombre para quien el acto más importante de su vida no fue hacer una familia, tener dinero o ser famoso; sino leer y escribir. Decía justo sobre esto: “Fitzerald fue capaz de realizar mejor que nadie la fantasía de ser un escritor. Uno no sería jamás tan famoso como un actor de cine, pero la notoriedad que se lograría sería probablemente más duradera; no tendría tampoco el poder de un hombre de acción pero sería por cierto más independiente. Claro que en la práctica de este oficio estamos siempre insatisfechos, pero yo, por ejemplo, no hubiera elegido otro destino en ningún momento”.
Y así fue, como decía, pocos autores se han concentrado de manera tan contundente en el acto de leer y escribir. Por supuesto que cuando se habla de vivir para los libros pensamos de manera obligada en Jorge Luis Borges y Piglia, argentino también, así lo hizo; al grado que su obra parece escrita desde el interior del universo borgeano; incluso hace ficción con la humanidad de Borges inventando charlas con él en donde le echa en cara terminar mal un cuento, a lo que responde el Borges personaje de Piglia: “usted ya lee como un escritor, entiende el modo en que los textos están construidos y quiere ver cómo están hechos, ver si puede hacer algo parecido o en el mejor de los casos algo distinto”.
Continúa pues de manera deliberada las búsquedas borgeanas de lograr creación al mismo tiempo que crítica. Documento de esto y de asimilar a muchos autores más que lo precedieron como Macedonio Fernández, están las cinco novelas de Piglia: Respiración artificial, La ciudad ausente, Plata quemada, Blanco nocturno y El camino de ida.
La obra de Ricardo Piglia, como la de los grandes autores, es un universo que descubrir; y una vez dentro, se construyen puentes entre sus ficciones. Una de las constantes en sus novelas es su personaje alter ego Emilio Renzi. Si bien cada novela funciona por sí misma narrativamente, conocer con profundidad al personaje enriquece mucho la lectura. Por lo tanto su obra póstuma, Los diarios de Emilio Renzi, pueden funcionar tanto como un portal de entrada a su obra como una respuesta a los enigmas de sus otros libros.
Estos diarios son en verdad fascinantes pues no son de cualquier clase. La recuperación de sus cuadernos que alcanzó a hacer Piglia antes de morir, es apasionante; porque aparece en las primeras páginas un escritor en ciernes, pero que ya está completamente seguro y compulsivamente obsesionado con serlo. Y que su vida, al ser transformada en diarios, se vuelve literatura. Veamos cómo define el género de diario Piglia: “no es el material autobiográfico, no es la confesión íntima, ni siquiera es el registro de una persona, lo define, sencillamente, dijo Renzi, que lo escrito se ordene por los días de la semana y los meses del año”.
Por lo tanto en estos diarios no se encuentra tan sólo el registro de una vida, sino que aparecen los sueños, las confesiones, las relaciones, aspiraciones, mentiras y demás caras de la existencia de un autor y de lo que se inventa. Se trata de entrecruzamiento de hilos y ramas. De los fragmentos de las que habla Rodrigo Fresán en su novela La parte inventada, “un escritor es como una especie de monstruo, de Frankestein. Un modelo para armar. Es una vida hecha de vidas. Por lo menos cuatro: la vida compuesta por lo que escribe, la vida compuesta por lo que lee, la vida privada y la vida pública…”.
Me parece una descripción perfecta de los Diarios…, un lugar en donde el escritor, el lector, el hombre y el autor, se encuentran. Ricardo Emilio Piglia Renzi describió así su sueño más ambicioso: “… en la pared, ahora los libros están ahí en fila, demasiados para verlos de una vez, demasiado pocos para mi fantasía (de leerlo todo)”.
Ricardo Piglia, Los diarios de Emilio Renzi II: Los años felices, Barcelona, Anagrama, 2016. 419 páginas.