EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión  

La función de las terrazas en plena temporada Covid-19

AMERIZAJE Según el país o persona de la que se trate, la pandemia del COVID-19 resulta en tres tipos de impulsos: emergencia, ralentización y reflexión. Estos tres estadios, dicho sea de paso, debieran ser ya los tres jinetes que orienten todos los quehaceres humanos del siglo XXI porque, no obstante las evidencias antropocénicas, veníamos viendo … Continúa leyendo La función de las terrazas en plena temporada Covid-19

Abril 04, 2020

AMERIZAJE

Según el país o persona de la que se trate, la pandemia del COVID-19 resulta en tres tipos de impulsos: emergencia, ralentización y reflexión.
Estos tres estadios, dicho sea de paso, debieran ser ya los tres jinetes que orienten todos los quehaceres humanos del siglo XXI porque, no obstante las evidencias antropocénicas, veníamos viendo al siglo avanzar durante dos décadas completas con enorme resistencia –¡siguen hasta la fecha!– hacia las metas de desarrollo sostenible y hacia otras maneras más horizontales y menos letales de hacer las cosas.
Por lo pronto, este nuevo virus llega de tajo forzando pausas y conmina a los distintos sectores a hacer su trabajo.
Al científico, al político y al personal de salud, corresponde la batalla campal directa de la emergencia.
A los pensadores, creadores y devotos de las ciencias humanas y sociales, así como a quienes se dedican desde su especialidad a la interrelación entre todas las ramas del conocimiento, queda el análisis express sobre todos los temas que se les ocurra para la posible vida, a largo y corto plazo, en mejores condiciones.
Está también el resto de la otra población, que somos todas y todos durante la vida ordinaria y la cotidianidad. Es decir, cuando somos aquellas personas especializadas solamente en transitar el día capoteando lo que ocurre como se va pudiendo, como va sonando, tendremos o tenemos dos misiones: la inmediata, entender mejor y ser más responsables en general para superar en carne propia y en comunidad los contagios, la enfermedad, el contexto, las crisis.
El segundo estadio tiene que ver exactamente con la onda ralentizadora mencionada al principio, con la de ser y hacer todo sin prisa, más despacio, como si el tiempo se suspendiera y prácticamente lo viéramos flotar en el aire.
Ahora es que puedo confesar que hace un par de años editamos el libro perfecto. Es un volumen pequeño, inteligente sin pedantería alguna y muy oportuno. Cada uno de sus profundos y ligeros, ácidos pero divertidos ensayos, se puede –y yo diría que se debe– leer como fármaco de liberación prolongada a lo largo de los días de cuarentena, sobre todo ahora que hay librerías que entregan a domicilio por medio de distintos servicios.
Se trata de La función de las terrazas, del psicólogo social Pablo Fernández Christlieb, publicado por editoraslosmiércoles en 2016. Con el siguiente fragmento entresacado del primer ensayo que da título al libro, justifico el aparente autopromocional, verán por qué:
‹‹…Las terrazas son un sitio que solamente son capaces de construir las sociedades civilizadas, sean pobres o ricas, atrasadas o avanzadas, simples o complejas, porque su función es la de proveer tranquilidad, elevar la inteligencia del ciudadano y otorgarle felicidad aunque sea por un ratito, mientras no llueve por ejemplo; y también porque quien está sentado en una terraza no puede hacerle daño al mundo: ni compite, ni sobresale, ni estorba. Y además porque para lograr la existencia de una terraza hay que realizar la difícil tarea de dejarla como está, esto es, resistir la tentación incivilizada de mejorarla, que es como la echan a perder […]
Y al revés también: si a cualquier banqueta, patio o azotea se le pone actitud, concretamente la de no hacer nada de lo que hay que hacer, se vuelve terraza, ya que la función de las terrazas es producir tiempo ocioso, que es el mejor estado del tiempo y que por eso mismo no se da en maceta […]
El presente libro está hecho con el material de las terrazas, para que pueda ser leído ahí, sin mucha enjundia y descuajaringado, y para que pueda ser dejado de lado mientras uno se abandona a sus distracciones, de modo que también sirva para que nadie lo lea porque, total, en las terrazas no se vale tener obligaciones. Una terraza no es un espacio, sino un lugar, y un lugar siempre es una forma de pensamiento: no se piensa lo mismo en una terraza que en una sala de sesiones, en una huelga que en un pasillo. Desde una terraza, la vida, importante como es, aparece con la cualidad de sus nimiedades, que son lo más sólido que tiene, y por lo tanto, para de veras querer una realidad mejor, un futuro mejor, habría que dejar de obedecer a la ridiculez de las regulaciones del mercado y empezar a adentrarse en la seriedad de las nimiedades, en la razón de las nimiedades, en la utopía de las nimiedades››.

@anterrazas