EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

La herencia de Raúl Padilla

Humberto Musacchio

Abril 10, 2023

Para Juan José Doñán.

La herencia de Raúl Padilla

Raúl Padilla López pertenecía a la estirpe de los caudillos o caciques constructores, de esos que han sabido dejar un saldo positivo, como Carlos Chávez, creador de la Sinfónica Nacional y del INBAL; Salvador Zubirán, padre del Instituto de Nutrición; Ignacio Chávez, fundador de Cardiología, y otros personajes ciertamente autoritarios, como la abrumadora mayoría de los políticos mexicanos. Lo cierto es que supo mezclar dureza y negociación para pacificar la casa de estudios, algo que logró como rector al dar opciones a los pistoleros. Pero fue al dejar la Rectoría cuando asumió un poder que le permitió logros extraordinarios, como la creación de un centro de educación cinematográfica para el que reclutó al gran Emilio García Riera y otros personajes, lo que derivó en el hoy relevante Festival Internacional de Cine. Levantó también el Centro Cultural Universitario y descentralizó la UdeG para provecho de los jaliscienses, sin embargo, su obra mayor fue hacer de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara la segunda en importancia en el mundo y la primera en el ámbito de habla hispana. La FIL es motivo de orgullo para la cultura mexicana, convoca a las más altas figuras de las letras del mundo y ha sabido contar con el apoyo o la aprobación de las pandillas culturales del país, pero permitiendo siempre la presencia de quienes no comulgan con tales mafias. Raúl Padilla entendía muy bien que la política sólo da buenos resultados cuando es una adecuada combinación de iniciativa, capacidad de convocatoria, talento para la cooptación, habilidad para hacerse de los recursos necesarios y determinación para concretar proyectos y llevarlos adelante. Deja la vara muy alta.

Una destrucción anticultural

Con enorme asistencia, una participación sin precedente de los editores y gran éxito de ventas se celebró el Gran Remate de Libros del Monumento a la Revolución, organizado y dirigido por la incansable Paloma Saiz. La nota la dio Claudia Sheinbaum, quien al inaugurar el encuentro entre expositores y lectores se refirió a la destrucción de libros no vendidos que realizan los editores, pues por una absurda legislación fiscal les resulta más barato triturarlos que donarlos. La jefa de gobierno de la capital dijo que encargó a Claudia Curiel, secretaria local de Cultura, coordinar los trabajos con la mira de propiciar que los libros no acaben triturados y puedan ir a escuelas y bibliotecas públicas, lo mismo que a ferias y remates que pongan los títulos al alcance de todos los ciudadanos, lo que implicará modificar algunas disposiciones legales de la Ciudad de México y promover reformas a la legislación fiscal que rige para toda la República, algo que prometió la doctora Sheinbaum y que esperamos se concrete, aunque no será fácil por la tendencia de los diputados a levantar la mano sin saber que están votando.

Las diferencias en los precios

Un problema no menor es la enorme diferencia en el costo que representa el libro para las pequeñas librerías y lo que pagan las grandes cadenas, que tienen capacidad de negociación para obtener descuentos muy superiores a los que tiene el pequeño librero. A lo anterior se agrega el hecho de que fuera de la Ciudad de México el flete hace crecer los costos, y eso lo paga el librero y por supuesto se lo carga al cliente. Una medida del todo antipopular fue la resolución de la Cámara de Diputados, que alargó la vigencia del precio único de 18 a 36 meses, lo que significa que el lector tiene que pagar el precio más alto por el libro durante ese lapso, lo que representa beneficio para los editores, que pueden hacer un corto tiraje y una vez vendido cierto porcentaje y recuperada la inversión, los volúmenes sobrantes se van a la bodega y luego al kilo. La necesaria reforma tendría que suprimir ese castigo a los lectores y pequeños libreros, garantizar que éstos puedan adquirir cada título al mismo precio que en la capital, y obligar a los editores a incluir el flete y los seguros –si los hay– en sus costos y en los precios que se ofrecen a todos los libreros, grandes o minúsculos y situados en cualquier punto del país.

Borges, Reveles y el Nobel

Entrevistado por Pepe Reveles (Proceso, octubre de 1979), Borges habló, entre mil cosas más, de su imposibilidad para recibir el Premio Nobel, porque ya tenía 80 años: “Los premios llevan todo de políticos. ¿Por qué premiaron a Tagore que era un poeta mediocre?, manotea. Porque era bengalí. Es evidente, ¿no? ¿Por qué han premiado a ese señor australiano cuyo nombre nadie sabe? Pues porque hacía falta un australiano. Los premios son geográficos, raciales, idiomáticos. Y yo creo que tendremos antes de 50 años un premio para un negro. Mucho antes. Vamos a ver: ¿Groenlandia ha producido poetas, o no? Lo ignoro, pero sé que dentro de algún tiempo habrá un premio esquimal, o groenlandés. Porque lo raro sería… ¿cómo desdeñar toda esa zona? Y, además, ¿cómo renunciar a la sorpresa de un premio esquimal? Un premio ártico, o antártico, ¿por qué no? ¿Por qué no premiar a un pingüino? ¿O a un oso blanco? ¿Por qué no?…”.