EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

La ignorada violencia obstétrica

Humberto Musacchio

Agosto 24, 2023

La Fundación Nacer Mejor, AC, auxilia, orienta, prepara y educa a las mujeres (y a sus parejas y familias) en lo referente al embarazo, el parto y el puerperio. No es algo nuevo, pues existen centros como éste desde hace por lo menos medio siglo. Sin embargo, un aspecto importante de esta fundación es que también advierte sobre las múltiples expresiones de violencia obstétrica, las que constituyen verdaderas agresiones contra las mujeres.
De acuerdo con datos del Inegi, entre 2016 y 2021 tuvieron parto o cesárea siete millones 810 mil 500 mujeres, de las cuales, hasta donde se sabe, la tercera parte, algo así como dos millones 600 mil y pico de parturientas sufrió en la atención obstétrica algún maltrato.
Esas formas de maltrato son los gritos, regaños, burlas y comentarios ofensivos, humillantes o degradantes; la negativa a brindar atención y la realización de procedimientos médicos sin consentimiento, explicaciones ni información, como es el caso de cesáreas cuya necesidad no es demostrada, la aplicación de métodos anticonceptivos sin consentimiento y hasta la esterilización forzada.
Como debiera ser entendido, aunque lo común es que se ignore, el parto pertenece a la esfera de la intimidad en tanto que se trata de un acto sexual, del último eslabón que lleva desde la relación amorosa de pareja, cuando no de la violación o del acto forzado, hasta el nacimiento de un nuevo ser. Sin embargo, a la mujer que llega al momento del parto con frecuencia no se le respeta la privacidad, pues hay clínicas y hospitales donde cualquier integrante de la plantilla médica, los llamados practicantes y en ocasiones hasta individuos que no pertenecen al personal, suelen ingresar al área de las pacientes que están en trabajo de parto y realizan tocamientos no autorizados ni necesarios.
Un caso extremo y absolutamente común en nuestro país es la práctica de cesáreas no indispensables. La Organización Mundial de la Salud estima que sólo de 10 a 15 por ciento de los nacimientos deberían ser por cesárea, pero en México la cifras se disparan, pues más de 51 por ciento son por cesárea, y en la medicina privada la cifra se eleva hasta 90 por ciento, lo que resulta escandaloso.
Desde luego, la cesárea existe y se practica porque es un procedimiento que salva vidas. El problema está en el abuso, en recurrir a esa medida cuando es absolutamente innecesaria. En hospitales públicos en muchos casos se aplica porque para ginecólogos novatos representa una forma de entrenamiento, la que llevada al ámbito de la medicina privada arroja jugosos resultados económicos, como durante mucho tiempo lo fue la práctica del aborto por embarazos no deseados, cuando estaba prohibida y era tolerada y hasta protegida por funcionarios deshonestos.
La violencia obstétrica es un acto discriminatorio y se ejerce por edad, educación, origen étnico, religión o ausencia de ella; ocupación, condición económica y hasta apariencia física de la paciente. La violencia obstétrica está tipificada como delito en siete estados de la República Mexicana y definida legalmente en 28 entidades federativas, pero sólo por excepción interviene la autoridad, porque sencillamente no se le concede la importancia que tiene.
Yólotl Guerrero Corzón, una experimentada educadora perinatal, trabaja con embarazadas, sus parejas y sus familiares en la Fundación Nacer Mejor, AC (www.nacermejorac.com). Doña Yólotl es también autora de un manual o instructivo, En el camino para nacer mejor, que ofrece recomendaciones altamente útiles para un parto saludable y sin mayores problemas.
En su manual, la autora nos recuerda que “todas las mujeres saben parir por el simple hecho de ser hembras mamíferas” y que, igualmente, “todos los bebés saben nacer”. Se trata de capacidades innatas, y la clave está en evitar la ansiedad, el estrés y el miedo, porque inhiben la producción de oxitocina, que es la hormona “responsable” de un embarazo pleno, un nacimiento seguro y una lactancia exitosa.
Las autoridades sanitarias deben recordar que las mujeres saben parir y que deben imponerse normas que eviten la violencia obstétrica y el negocio de las cesáreas indebidas. ¿Podrán?