EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

La transición de terciopelo mexicana y la complicada elección en EU

Abelardo Martín M.

Julio 23, 2024

 

Nadie políticamente correcto hubiera podido imaginar que la añorada democracia estadunidense luciera despedazada, como bandera vieja deshilachada, en medio de la estridencia enfebrecida de un candidato republicano, Donald Trump, que grita, se despeina, amenaza, advierte con violencia y convierte la política en un espectáculo de golpes, gritos, patadas y cara enfurecida, frente a un anciano decrépito como el presidente de Estados Unidos y ahora ex candidato del Partido Demócrata.
Menos era imaginable que en México, a casi dos meses de las elecciones más grandes, tensas y difíciles de la historia de México, la transición de la Presidencia de la República, el Congreso federal, 11 estados de la República y en total más de 20 mil cargos de elección popular, estén viviendo un periodo aterciopelado de transición.
Por un lado los presidentes, la electa, Claudia Sheimbaum Pardo, y el constitucional Andrés Manuel López Obrador, dan ejemplo de conductas civilizadas, recorren juntos los fines de semana varios estados de la república y promueven la armonía, la unidad y el desarrollo, mientras en Estados Unidos se vive una barbarie electoral inédita, con una ciudadanía que dispone, hasta el domingo, de dos opciones y en opinión de muchos “no hay ni a cual irle, porque el peor tiene otro peor que él”. Pero así son los países y cuando se creía que Estados Unidos era sin lugar a dudas el modelo a seguir, su testimonio diario los aleja de esa democracia ideal que envidiarían, inclusive, los filósofos griegos y latinos.
Hasta hoy, la virtual presidenta electa Claudia Sheimbaum suma sólo aciertos con la designación de la mayor parte de los miembros del llamado gabinete legal, entre los que destacan, en Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y en Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente. Ha logrado desaparecer dudas, temores, predicciones alarmistas y ha dado la certeza de profesionalismo, experiencia, innovación y juventud en su gabinete. O sea, hechos, frente a una escalada de rumores y mentiras para desacreditar al próximo gobierno.
En este ambiente, como los principales socios de una de las regiones con mayor intercambio económico y comercial en el mundo, lo que ocurra en Estados Unidos tiene repercusiones inevitables en la realidad mexicana. Por ello resultan de la mayor importancia las incidencias de la que se está convirtiendo en la elección presidencial más complicada en la historia reciente del vecino país.
Primero, el hecho inédito de que Donald Trump, que ya se desempeñó como presidente y fue derrotado al intentar reelegirse durante su mandato, ahora pretenda hacerse de nuevo con el cargo. Luego, el hecho que tampoco tiene precedentes, de que pueda ganar la elección y ser nuevamente ungido como mandatario pese a estar sujeto a un proceso judicial acusado de diversos delitos, por los que podría ser declarado culpable y sufrir penas de prisión.
Ahora, un atentado del que milagrosamente resultó prácticamente ileso, le ha generado el efecto de incrementar sus posibilidades de regresar a la Casa Blanca, y de rebote hizo crisis en la campaña del presidente Joe Biden, al grado de forzarlo a abandonar su proyecto de reelegirse, opción de la que empezó a hablarse entre los demócratas luego del muy deficiente desempeño del mandatario en el primer debate con Trump, hace más de tres semanas.
La declinación de Biden y el precipitado intento de armar un relevo de emergencia, muy difícilmente lograrán el objetivo de remontar frente a un candidato republicano fortalecido en lo inmediato por la suerte, pero sobre todo porque a lo largo de un decenio ha capitalizado los sentimientos de frustración y decadencia nacional en sus electores.
Mal le vendrá a nuestro país la posible victoria de Trump y su regreso a la Casa Blanca. Ya desde ahora, uno de los “caballitos de batalla” de su campaña son los ataques a México y a su gobierno, así como a la migración, factores a los que culpa de los problemas de aquella nación. También ha vuelto la reiterada promesa de terminar de construir el muro en la frontera.
A esos viejos temas ahora se suma el asunto relativamente nuevo del fentanilo, sobre el cual el equipo del republicano plantea una política directa y agresiva contra los cárteles que trafican con esa droga, incluso con acciones extraterritoriales en suelo mexicano. El gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá como una de sus áreas críticas la relación con Estados Unidos, cuyos riesgos se incrementarán sustancialmente en el escenario de que Trump gane la elección de noviembre próximo.
Otro problema conectado será lo que los expertos llaman la ralentización de la economía, es decir, una desaceleración en el crecimiento productivo, que al final del actual sexenio ha sido de los más dinámicos del mundo, pero que el próximo año no lo será tanto. Si a ello le sumamos discrepancias y roces en la relación de ambos gobiernos, los augurios no serán buenos.
Por lo pronto, estamos a un poco más de dos meses para el arranque del nuevo régimen en México, cuyos principales integrantes del gabinete han sido ya nombrados, y la virtual presidenta electa ha ido anunciando algunos de los proyectos y programas que pondrá en marcha, todo ello en el marco de lo que se ha llamado “continuidad con cambio”.
Lo anterior, a nivel nacional. En Guerrero, llegó el periodo vacacional de verano, un lapso siempre esperado en la entidad por la derrama económica derivada de la afluencia turística en Acapulco y en los demás destinos de esparcimiento de la zona. A nueve meses de la destrucción que trajo el huracán Otis, la recuperación está a la vista, aunque todavía no es completa. La hotelería registra la reapertura de cuatro quintas partes de la capacidad instalada antes del meteoro, y en la actualidad hay ya una ocupación de más del 80 por ciento en Acapulco, y cifras igualmente positivas en los demás puntos de visita. El rubro no resuelto aquí es la criminalidad desatada, que sigue cobrando víctimas en el puerto y en otros lugares, y que no debemos dejar de señalar para impedir que la violencia y la delincuencia se vuelvan, otra vez, normalidad. Se trata de que regrese y reviva lo bueno, aprovechar para erradicar vicios y problemas y, a toda cosa, evitar lo malo, como la impunidad y la delincuencia de todo tipo, en especial la que azota las calles, pero también la corrupción que sobrevive en las instancias gubernamentales.
Todo ello, mientras los ojos del mundo estarán puestos los próximos días en la manera en que en Estados Unidos se procesa la nueva candidatura del Partido Demócrata, y en dilucidar si ésta tendrá oportunidad de dar la batalla frente a la amenaza trumpista, cada vez mayor y más cercana. En una de esas, ante la amenaza de un presidente decrépito como Biden o Trump, los estadunidenses dan la sorpresa y rejuvenecen su política, sus mandatarios y, de paso, al país que tiene ya perdido el primer lugar en el liderazgo mundial. Ahí vienen China… Rusia… India… y los demás.