EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las encuestas, Trump y AMLO

Jorge G. Castañeda

Septiembre 19, 2016

Muchos hemos señalado varias similitudes entre las raíces y motivaciones de los votantes en las elecciones del Reino Unido, en junio pasado, de EU en noviembre y de México en el 2018. Asimismo, no faltan quienes vemos grandes semejanzas entre los Leave del Brexit, los “indignados” o “deplorables” (Hillary Clinton dixit) de Donald Trump y los iracundos de López Obrador: una respuesta aberrante a problemas reales y parecidos. Ahora me encuentro con una semejanza adicional.
Parto de que los encuestadores en México y en Estados Unidos son técnicamente sólidos y de buena fe y que hoy enfrentan nuevos retos significativos. En México, durante los últimos tiempos (incluyendo las encuestas de salida el 5 de junio), se ha elevado el número de “rechazos”, alcanzando en muchos casos entre el 30% y el 50%.
No son personas que responden que no saben por quien votarían, o que optan por no contestar esa pregunta del entrevistador. Son quienes le cierran la puerta en sus narices cuando toca el timbre. Normalmente, se sustituye al individuo seleccionado y recalcitrante con uno parecido, o con uno escogido aleatoriamente. Pero además, en México hay otro 25-30% de quienes sí se someten al cuestionario, que entran en la categoría no sé/no responde.
Las empresas suelen suponer que estos dos universos distintos pueden asignarse de manera simétrica entre los posibles candidatos, ya que no hay mala fe por parte de quienes se niegan a la entrevista o a responder sobre su voto. Pero en muchos casos, no es cierto. En el 2000, el no sabe/no responde escondía un voto por Fox muy superior al reparto equitativo; en 2016-2018, creo que se trata de votantes pejistas embozados, por buenas o malas razones. De ser así, aguas con las sorpresas en 2018.
En EU sucede un poco lo mismo, aunque en otro sentido. Un buen número de republicanos, de 35-45 años, con alto nivel educativo y de ingreso, se niega a confesarle su voto por Trump a los encuestadores. O bien responden que no saben, o que votarían por alguien más: les da vergüenza aceptar la posible perplejidad del encuestador: ¿Cómo es posible que alguien como usted vote por ese barbaján? Pero ya en la soledad de la casilla, lo harán. Como sucedió con tantos electores blancos en los años ochenta, a quienes les avergonzaba reconocer que jamás votarían por un candidato negro (el mejor ejemplo fue el de Tom Bradley en California), y al refugiarse detrás de la mampara, hacían justamente eso. Ya veremos.