EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los claroscuros del año 2023 en América Latina

Gaspard Estrada

Diciembre 27, 2023

El año que está por terminar se caracterizó por su densidad desde el punto de vista político y económico en América Latina. En el plano político, la región comenzó el 2023 con la toma de posesión, en Brasilia, del presidente Luiz Inacio Lula da Silva en su tercer mandato, tras cuatro años de gobernanza de la extrema derecha, encabezada por el ex capitán Jair Bolsonaro. La voluntad del fundador del Partido de los Trabajadores (PT) de poner de relieve su intención de implementar una política de diversidad se tradujo en la subida simbólica de la rampa presidencial por un grupo de personas de orígenes diferentes (un desempleado, una persona discapacitada, una activista en favor del acceso a la vivienda digna), lo cual contribuyó a darle a este evento un carácter simbólico muy potente a nivel internacional.
Sin embargo, una semana después, la plaza de los tres poderes de la capital brasileña, sede de esta conmemoración, volvió al centro de la agenda mediática internacional, tras el ataque a las instituciones de la República, protagonizado por militantes y simpatizantes del ex presidente Jair Bolsonaro. Estos actos violentos, que sucedieron a otros realizados en Brasilia durante la transición entre Bolsonaro y Lula (y que incluyeron una tentativa de atentado terrorista contra el aeropuerto de Brasilia), fueron muestra de que la sociedad brasileña está extremadamente polarizada. Doce meses más tarde, las cosas parecen mantenerse en el mismo nivel : las últimas encuestas de opinión publicadas por la prensa dan cuenta de una estabilidad de los índices de aprobación y de desaprobación del gobierno Lula. Esto, a pesar de que la economía mejoró de manera significativa: crecimiento del PIB de 3% (contrariamente a lo esperado por las agencias financieras, que pronosticaban un índice inferior al 1% en enero), baja del índice de desempleo, que pasó de 8.4% a 7.9%, y aumento real del salario mínimo.
En todo el subcontinente, esta polarización política y social se mantuvo durante el año. Los resultados de las elecciones presidenciales, regionales y locales dieron cuenta de ello. En Argentina, un economista anarco libertario con una plataforma de extrema derecha logró construir una mayoría política tras conseguir canalizar la rabia y el fuerte rechazo de la opinión pública hacia las elites políticas y económicas, encarnadas por la figura de los ex presidentes Alberto Fernandez y Mauricio Macri (esto, a pesar de que este último respaldó la candidatura de Milei durante la segunda vuelta, lo que le permitió ser consultado durante la formación del gabinete del nuevo gobierno). Las primeras medidas anunciadas por la nueva administración prometen agravar aún más la crisis económica y la polarización social.
En Chile, el rechazo – por segunda vez en menos de dos años – de un nuevo texto constitucional, dejó en evidencia la fuerte y arraigada polarización política que vive el país, así como la falta de orientación política del gobierno de Gabriel Boric. Chile vive en una gran paradoja : por un lado, la opinión pública reclama desde hace décadas un cambio sustancial en la forma de organización del pacto social representado por la Constitución vigente, redactada por Augusto Pinochet. Por otro lado, tras el estallido social de 2019, se formó un consenso político para convocar a una convención constituyente. El resultado de ambas consultas (una controlada por grupos independientes de izquierda radical, la otra dirigida por las fuerzas de derecha radical y de extrema derecha) fue el mismo: los chilenos decidieron rechazar el cambio que ellos mismos habían pedido. Mientras tanto, la capacidad de agenda del gobierno de Boric cayó en picada, al punto de no poder implementar la reforma central planteada durante su campaña electoral: la reforma fiscal.
En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro sí consiguió aprobar una reforma fiscal (aunque con una ambición menor a lo esperado) al principio de su administración, en 2022. Sin embargo, la apuesta del primer presidente democrático de izquierda era poder capitalizar sobre sus iniciativas políticas para vencer en las elecciones municipales, que se llevaron a cabo durante el mes de octubre. No fue el caso. Bogotá pasó del centro izquierda al centro, al tiempo que Medellín y Cali también tuvieron alternancias hacia la derecha.
Sin duda, la polarización política habrá marcado el año político de América Latina.

Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París