EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Maggie O’Farrell: tocar a Shakespeare

Adán Ramírez Serret

Enero 20, 2023

 

Una de las mejores ideas en la vida es sumergirse en un autor. Leer todo aquello que escribió, no solamente sus obras más célebres, las medianas también e incluso las mediocres. Amar a un autor es sentirse atraído por todo aquello que hizo con su pluma, cartas, diarios e incluso algunas notas que sobrevivieron por accidente.
Hay incluso personas a quienes les gusta ir a los bares, calles y casas en donde estuvieron sus autores favoritos. Está el famoso Bloomsday que se celebra en honor del personaje Leopold Bloom del Ulises de James Joyce, en donde se recorren las calles por las que transita el personaje, se bebe lo que toma en la novela y se comen el riñón que se desayuna.
Hay quienes son escépticos a estos rituales, pero me parecen escenificaciones, por esnobs que sean, en donde la literatura invade la vida; en donde la ficción se mete a la realidad.
Pienso a propósito de la inmersión de un autor precisamente en aquél que Harold Bloom denominó el Canon Occidental: William Shakespeare. En la hermosa idea de sumergirse en sus brutales obras de teatro y en sus sonetos para entrar a su universo, contagiarse de su talento atrapando sus oscuras tramas y sus barrocas metáforas.
Para un purista, para alguien que considera la literatura como la mera expresión hecha con palabras, esto sería suficiente. Pero ¿es eso la literatura? ¿Solamente palabras sobre papel?
Me parece que no, la literatura está hecha, consolidada en páginas, pero su esencia viene de la vida misma. Esto lo entendía a la perfección Borges en su parodia Pierre Menard, autor del Quijote, pues el personaje de este cuento desea volver a escribir el célebre homenaje burlesco de las caballerías y para eso decide imitar cada uno de los pasos de Miguel de Cervantes y así consigue escribir El Quijote.
Algo similar a estos pasos de Menard es lo que hace Maggie O’Farrell (Coleraine, Reino Unido, 1972). Es acercarse a Shakespeare, pero por un lado bastante original: a través de su familia.
Hamnet es la exitosa novela que cuenta la vida de la familia de Shakespeare. Comienza con unos niños infectados por una terrible peste que les hace unos horrorosos bulbos en el cuerpo; en cuanto alguien se contagiaba, estaba muerto en unos días. Los infectados, nos damos cuenta pronto, son los hijos de Shakespeare, sin embargo, quien protagoniza esta historia no es el maravilloso dramaturgo, sino su esposa, Agnes.
O’Farrell cambia los nombres reales de los personajes para advertirnos que todo es ficción, que sí se refiere al autor, pero que es una novela que respira por sí misma.
Según avanza la novela, un capítulo estamos con la joven pareja, sus hijos divinos y enfermos y los miles de problemas que vivía la hermosa y terrible Inglaterra isabelina. Y por el otro lado, a la joven pareja, varios años antes, cuando se enamoraba.
La mujer de Shakespeare, en la novela, es excepcional: llena de talento y magia. Con ideas originales como que no puede dormir en una casa porque tiene la forma de una A y ella está en el medio piso que es el palito que cruza el ángulo de la letra.
Por supuesto que en Hamnet ronda aquella idea de Virginia Woolf de qué hubiera pasado si Shakespeare hubiera sido mujer, pues es clara y desigual la división de los géneros en la novela. Sin embargo, el feminismo no es militante, sino mágico. Agnes es la protagonista porque habita el mundo diferente y con sus poderes lo transforma.
Hamnet es la oportunidad de tocar a Shakespeare: de amar a quien el dramaturgo amó.
Maggie O’Farrell, Hamnet, Barcelona, Libros del Asteroide, 2021. 350 páginas.