EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Manglares

Octavio Klimek Alcaraz

Julio 20, 2024

Se estima que los bosques de manglares plantados por el hombre pueden contener hasta tres cuartas partes del carbono presente en los bosques de manglares naturales, según un estudio publicado en la revista Science Advance el pasado 5 de julio por 24 científicos de universidades y agencias gubernamentales de Estados Unidos, África, Europa y Asia. El estudio se titula Cuatro décadas de datos indican que los manglares plantados almacenan hasta el 75 por ciento de las reservas de carbono que se encuentran en bosques maduros intactos. Los investigadores analizaron datos recopilados en estudios de más de mil 200 manglares, algunos naturales y otros restaurados o plantados por primera vez. Se hizo un seguimiento del rendimiento de estas plantaciones forestales durante 40 años (https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adk5430?adobe_mc=MCMID%3D40931910065135465342186813681005019332%7CMCORGID%3D242B6472541199F70A4C98A6%2540AdobeOrg%7CTS%3D1720039901).
Esta información es importante, ya que se requiere fomentar más la protección de los ecosistemas costeros, como los manglares. Los manglares son valiosos espacios naturales en las estrategias de gestión de las zonas costeras, ya que crecen en la intersección entre el océano y la tierra. Están adaptados para soportar agua salada, mareas fuertes, suelos con poco oxígeno y temperaturas tropicales cálidas, son grandes viveros de multitud de especies. En especial, los manglares protegen las costas de la erosión y las mareas de tormenta. Ayudan a fortalecer la tierra y a atenuar la fuerza de las inundaciones provocadas por tormentas. Si bien los bosques de manglares generalmente se encuentran en costas con poca energía de las olas entrantes, pueden recibir olas más grandes durante tormentas, huracanes y períodos de vientos fuertes. Esto es fundamenta, dado que los fuertes oleajes pueden causar inundaciones y daños a la infraestructura costera. Al reducir la energía y la altura de las olas, los manglares pueden reducir potencialmente el daño asociado. Debido a que las poblaciones costeras son particularmente vulnerables a los impactos de eventos extremos como las tormentas tropicales, y estas presiones pueden verse exacerbadas por la influencia del cambio climático y el aumento del nivel del mar, por ello, los manglares son claves en su protección.
Los sistemas de raíces largos y similares a zancos de los manglares, suspendidos en el aire, se adhieren firmemente al suelo fangoso, rompen las olas y capturan enormes cantidades de sedimentos y detritos, una razón por la que estos árboles crean ecosistemas tan ricos en carbono. Es decir, los manglares son sumideros de carbono excepcionalmente eficientes: lugares donde el carbono se elimina de la atmósfera y se almacena en la Tierra. Sus hojas caen al suelo anegado y se descomponen muy lentamente, creando turba en lugar de liberar carbono de nuevo a la atmósfera. Cuando estos árboles y arbustos son talados o destruidos por tormentas o inundaciones, ese carbono se escapa a la atmósfera, donde contribuye al cambio climático como gas de efecto invernadero. Aunque se estima, que representan solo el 3 por ciento de la cubierta forestal de la Tierra, los manglares podrían contribuir hasta con el 10 por ciento de las emisiones globales de carbono si se los talara por completo.
Así, los manglares son tesoros ante el cambio climáticos, dado que almacenan más carbono por unidad de superficie que prácticamente cualquier otro ecosistema natural. Cuando han sido talados los manglares, al menos parte de ese tesoro puede recuperarse vía su restauración.
Los manglares en todo el mundo se han visto amenazados por la deforestación en las últimas décadas, ya que la agricultura, la acuicultura, la extracción de madera y el desarrollo urbano han provocado la pérdida de una parte significativa de ellos. El estudio cita que el 35 por ciento de la superficie mundial de manglares se ha perdido en las últimas cinco décadas debido al cambio de uso de la tierra impulsado por el hombre, los fenómenos meteorológicos extremos y la erosión. Sin embargo, la creciente conciencia sobre el bienestar socioecológico que depende de los manglares ha llevado a importantes esfuerzos de conservación y restauración de estos ecosistemas, con tasas anuales de deforestación que disminuyeron del 0.7 al 1.0 por ciento en los decenios de 1980 y 1990 al 0.2 al 0.4 por ciento a principios de los años 2000. Dado, que los manglares tienen una de las tasas de productividad neta de ecosistemas y potencial de almacenamiento de carbono (C) más altas del mundo, restaurar o rehabilitar estos ecosistemas se ha considerado una solución prometedora basada en la naturaleza a largo plazo para compensar parcialmente las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, conservar la biodiversidad y contribuir a la protección de asentamientos humanos en la zona costera.
La plantación de manglares se ha convertido en una especie de causa básica entre los activistas medioambientales. Pero se sabe poco sobre si los manglares plantados pueden almacenar carbono tan eficientemente como los rodales establecidos naturalmente (es decir, intactos) y en qué marco de tiempo. Algunas investigaciones han estimado que los bosques recién plantados pueden igualar los niveles de carbono de los manglares intactos en tan solo 20 años, mientras que otros lo sitúan en un siglo o más.
El estudio de la revista Science Advance a través del desarrollo de modelos matemáticos y de datos compilados de 40 años, construidos a partir de 684 rodales de manglares plantados en todo el mundo, encontró que el stock de carbono de la biomasa culminó en 71 a 73 por ciento respecto al de los rodales intactos –20 años después de la plantación–. Se observó un patrón común: en los lugares recién plantados, el carbono capturado se disparó durante las dos primeras décadas hasta que las raíces de los árboles retuvieron el 70 por ciento del carbono en comparación con un bosque natural maduro, y el 63 por ciento de los niveles naturales en el tronco y las hojas. En los siguientes 20 años, el crecimiento se desaceleró significativamente, hasta llegar al 73 por ciento de carbono bajo el suelo y al 71 por ciento sobre el suelo. El carbono atrapado en el suelo debajo de los árboles de manglar siguió un patrón similar, aunque alcanzó su punto máximo incluso antes. El carbono del suelo estaba en la mitad de los niveles naturales antes de que se plantaran nuevos árboles, luego saltó a alrededor del 75 por ciento en cinco años, un aumento del 25 por ciento en los primeros 5 años posteriores a la plantación, no se observó ningún cambio notable en las reservas de carbono del suelo a partir de entonces, que se mantiene en un valor constante del 75 por ciento del stock de carbono del suelo de manglares intactos. Es decir, permaneció prácticamente sin cambios durante los siguientes 35 años. Es posible que la acumulación de más carbono en el suelo ocurra tan lentamente que no se haya capturado en un periodo de 40 años, señalan los investigadores. A pesar de ello, esto sugiere que la plantación previene efectivamente más pérdidas de carbono debido al cambio de uso de la tierra.
Además, el priorizar la plantación de especies mixtas, incluyendo Rhizophora spp. maximizaría la acumulación de carbono dentro de la biomasa en comparación con la plantación monoespecífica.
Estos resultados tienen fuertes implicaciones para la planificación de la restauración de manglares y sirven como base para futuras evaluaciones de acumulación de carbono. Lo que sugiere, que las campañas para restaurar los manglares podrían cumplir al menos algunas de sus promesas, pero hay que tener en cuenta una advertencia: incluso después de 40 años, los manglares replantados aún no pueden igualar la capacidad de carbono de los naturales. Sin embargo, contribuyen a precisar cuántos créditos de carbono pueden venderse a partir de un proyecto de reforestación de manglares, o cuánto se puede contabilizar para los compromisos de un país en virtud del acuerdo climático de París de 2015.
Pero estos datos alentadores para la restauración de manglares dependen de que las plantaciones de manglares literalmente echen raíces, y se tenga todo tipo de apoyos para ello. En muchos casos, los esfuerzos para restaurar manglares han fracasado. Por ello, la principal lección aprendida, que podemos sacar de esta nueva investigación es que, si bien los manglares plantados pueden capturar mucho carbono, la mejor ruta es conservar los manglares originales, que la naturaleza ya ubicó allí, en las zonas costeras de México.