EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Más militares en obras: opacidad, autoritarismo y corrupción

Silber Meza

Julio 13, 2024

Hace unos días la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, anunció que en su gobierno se iban a ampliar las líneas de ferrocarriles para pasajeros, sea que utilizaran buena parte de las vías existentes bajo dominio de empresas privadas, o que se crearan nuevas vías que permitieran que los vagones corrieran a alta velocidad. En el caso de la infraestructura, dijo ante reporteros de medios informativos, se aplicará el mismo sistema que se usa actualmente y que se usó en el Tren Maya: la dirección estará a cargo de integrantes de las fuerzas armadas y la operación se hará por medio de empresas privadas de civiles.
Ese sistema –y esto ya no lo dijo Claudia– consiste en entregar a la Secretaría de la Defensa Nacional miles de millones de pesos en fideicomisos opacos para que los generales dispongan libremente de ellos. Los ingenieros militares que no tienen los rangos más altos, los de carne y hueso, no son los que manejan el dinero, no son los que toman las decisiones reales. Los generales son los que deciden a qué empresas se entregan los contratos. Lo hacen, en la mayoría de los casos, a través de modelos sumamente oscuros.
Hay tres ejemplos básicos sobre este modelo de opacidad militar que nos conduce inevitablemente a la presunción de corrupción.
El primero tiene que ver con los escándalos de las intervenciones telefónicas a los amigos de los hijos de Andrés Manuel López Obrador que los involucran en una presunta red de tráfico de influencias para obtener contratos millonarios dentro del Tren Maya, la obra insignia de AMLO. Los procesos son tan difíciles de auscultar y el contratista y los hijos del presidente son tan cerrados que no se puede dilucidar lo que allí ha sucedido. Si bien los audios que nos han presentado no nos dejan conocer la verdad completa, sí hay fuertes indicios para creer que hay negociaciones turbias.
El segundo es la reciente declaración de López Obrador en su conferencia mañanera del 5 de julio pasado. Al presidente se le preguntó sobre la reunión de Gonzalo López Beltrán con Sheinbaum, y AMLO respondió que su hijo no trabajaría en el gobierno del “segundo piso” de la 4T, y que la visita fue porque “ha ayudado como honorífico en el interoceánico, pero no cobra”. El modelo de construcción es tan opaco que ni siquiera se sabía que su hijo era una especie de “asesor” de la obra.
“Pues me ayudaba a ver el avance de las obras, del tendido de las vías, lo de los trenes, la construcción del rompeolas en Salina Cruz con los marinos”, dijo sobre la intervención extralegal de su tercer hijo en la obra que controla la Secretaría de Marina.
La visita a la obra por parte de un representante directo del presidente, que no tiene un cargo oficial, es una interferencia enorme en el proceso de construcción. ¿Para qué necesita AMLO a su hijo si los marinos tienen todo el control y el conocimiento? Un civil sin obligaciones legales pero con el poder real que representa ser hijo del presidente.
El tercer caso es el que más conozco porque lo hemos investigado a profundidad. Se trata de la construcción de otras vías del tren: las que modifican el trazado del ferrocarril que va de Guaymas a Nogales, Sonora.
La Defensa Nacional entregó un contrato de 647 millones de pesos por invitación restringida –que se llama “cuando menos tres personas”– a la empresa 3PM Proyectos Civiles y Arquitectónicos S.A. de C.V., una compañía que se creó en 2020, ya en el gobierno de López Obrador. El modelo de contratación es, en los hechos, una adjudicación directa disfrazada de licitación porque es la Defensa la que determina a quién invitar y a quién no.
Cuando el equipo de reporteros ubicamos el nombre de la compañía, no tenía un historial crítico, pero al revisar a sus accionistas apareció toda una red de empresas vinculadas con ésta que han sido detectadas como “factureras”, es decir, compañías de papel que en realidad no prestan el servicio directamente sino que contratan a otras para que hagan su trabajo –cuando lo hacen–, lo que incrementa sobremanera los costos para el erario.
Todos estos datos los tuvieron los militares antes de contratar, y aun así lo hicieron. Por eso es que resulta imposible creer que los militares son más honestos por el simple hecho de ser militares, discurso que ha repetido una y otra vez AMLO, y que al parecer Sheinbaum ha aceptado como suyo.
Un sexenio más de militares en obras es uno más de opacidad, autoritarismo, corrupción e impunidad.