EL-SUR

Martes 29 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Mudanzas

Ana Cecilia Terrazas

Octubre 02, 2021

A Elgal

Dice la Real Academia Española que mudanza significa “acción y efecto de mudar o mudarse, traslación que se hace de una casa o de una habitación a otra; inconstancia o variedad de los afectos o de los dictámenes; cierto número de movimientos que se hacen a compás en los bailes y danzas; convencional del nombre de las notas en el solfeo antiguo, para poder representar el si cuando aún no tenía nombre” *. Y también especifica que, cuando se habla de deshacer la mudanza, se trata de “hacer al contrario en el baile toda la mudanza ya ejecutada” o bien, cuando se hace mudanza, parece que es equivalente a “portarse con inconsecuencia, ser inconstante en amores”.
La entraña del concepto mudanza, efectivamente, se trata, como lo señaló el filósofo presocrático Parménides, de la impermanencia y el cambio como fundamentos de todo.
Son quizá las mudanzas, no obstante tan esenciales, uno de los retos y obstáculos a vencer más fuertes del ser humano: los cambios, los traslados, los viajes, el dejar y aceptar lo nuevo.
Esto aplica desde los cambios de casa o bien para afrontar las nuevas formas de convivencia con la Covid-19, por ejemplo. ¿Quién sabe cómo mudarse al afuera ahora que sigue la pandemia? ¿Quién quiere abandonar su país o su casa para comenzar a caminar otros rumbos?
Si el hartazgo o todo un menú de razones menos luminosas fuerzan a las personas a comenzar procesos racionales de mudanzas, bien pueden ser también motores de éstas las oportunidades, los retos, los ofrecimientos, los hallazgos, los desapegos.
Este 2021, ya más cerca del final, nos evidencia una gran cantidad de fuertes mudanzas: las meteorológicas, las migraciones mismas, las economías, las formas de convivencia social, la comunicación digital.
Dos obras literarias, con talento a granel, hablan concretamente de mudanzas. La mudanza de Vicente Leñero, que ojalá quien esto lea pudiera tener la oportunidad de verla algún día, y el poema “Qué haré con esta boca” del autor uruguayo-tijuanense Hermes Millán Redín, publicado dentro de su libro El circo de las palabras y otros malabares. El poema de Millán fue escrito cuando recién llegó a México hace más de una década, para vivir en Tijuana, desde su natal Montevideo. Se explica solo, como cualquier buen poema:

Qué haré con esta boca
acostumbrada a la eme
a la hora de ser interpelada
para declarar su residencia
a la eme de lomo de burro
donde el tránsito del aliento
toma las precauciones
del que no tiene futuro.

Qué haré con esta boca
acostumbrada a la eme
la boca besa/aire
por el único motivo
de la costumbre arraigada
la doblemente exigida
la encubierta boca eme
la húmeda carabela
con un tímido vigía.

Que haré con esta boca
acostumbrada a la eme
cuando diga mijuana
maja malifornia
línea mronteriza.

Qué haré con esta boca
cuando se canse o se rinda
de ser tan corregida
de los supuestos errores
la boca/mi boca
la boca-vide-eu
la boca VI
la boca explayada
sobre n asombro de peces.

Qué haré con esta boca
acostumbrada a la eme
cuando le brote un silencio
de jorobado galope.

La mudanza de Leñero incomoda, descoloca, toca. Hace muchos años la vi y me con-movió especialmente. De acuerdo con un rescate del sitio de la Fundación para las Letras Mexicanas **, la obra estrenada en 1979 y aclamada por la Asociación Mexicana de Críticos y la Unión Nacional de Críticos y Cronistas Teatrales en su momento, “sirve para que los protagonistas entren en un ritmo que corresponde a los objetos y se planteen su forma y calidad de vida. Si un mueble se araña, no son menos profundos los zarpazos que la pareja se lanza; si algo falla aquí o allá, en nada se opone a un presente vívido; lo real, no obstante quizás reside más allá de la simple mudanza: enajenante, enajenada; más allá de la pareja: egoísta, desvalorizada; más allá de todos los muebles, los cargadores: lo material, lo humano próximo. Lo real –que aparentemente preside toda la obra– se torna, por virtud del género dramático, en algo espantoso pero posible, presente”.
La pandemia sola se ha encargado de imprimirle mayor velocidad a muchas mudanzas antes intuidas.
Tal vez lo más desafiante, en pequeñas cosas o en grandes transformaciones, personales o sociales, es reconocer que una mudanza no nos deposita en un destino fijo, sino que solamente nos arroja hacia otras imprevisibles mudanzas y, al poder visualizarlas de esa manera, pudiera ser lo más gozoso tratar de disfrutar ese presente cambiante. Amarrarnos al agua, amerizar con gusto y conocimiento de causa.

* https://dle.rae.es/mudanza

**http://www.elem.mx/obra/datos/196695

@anterrazas