EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ómicron, lo que está por venir

Arturo Martínez Núñez

Enero 04, 2022

El año 2022 comienza con la mayor escalada de casos activos desde que la pandemia iniciara hace casi dos años.
Europa y Estados Unidos reportan un número de contagios récord, que supera ya a los picos de las olas anteriores.
En México, como lo dijimos hace algunas semanas, la cuarta ola de la pandemia llegará con consecuencias aún desconocidas. Lo que se puede concluir a partir de lo que se ha apreciado en otros paises, es que el nivel de contagios crecerá alarmantemente, aunque estos serán más leves y provocarán un daño menos grave en los pacientes, menos casos de hospitalización, sobre todo en la población ya vacunada y no vulnerable. Esto no significa que debamos de relajarnos, pero tampoco es un indicador para vivir con miedo.
Si algo hemos aprendido a lo largo de estos dos años es a convivir y a coexistir con el coronavirus. Hoy sabemos por ejemplo que la transmisión por la vía del contacto es practicamente nula, hoy sabemos que de nada sirven los tapetitos sanitizantes, ni el rocío de desinfectantes sobre la gente; hoy sabemos que arcos sanitizantes, lentes de acrílico y otras chucherías, con las que la gente experimentó no sirven para nada. Sabemos con más claridad que nunca que el peligro prinicipal sigue siendo la inhalación del virus en espacios cerrados o en la proximidad de alguien infectado. Sabemos que si bien los cubrebocas no son infalibles, su uso correcto ayuda a disminuir significativamente el riesgo de contagio. Pero hay que decirlo, solamente ayuda a disminuir el riesgo de contagio, pero no lo elimina por completo. Hoy mucha gente cuenta con un esquema de vacunación completo, aunque en países como México, con una magnitud y complejidad tan desafiantes, no se ha podido llegar al porcentaje deseado de vacunación.
A todo lo anterior hay que sumarle el factor de los niños, que en el caso de México no tienen una sola dosis de la vacuna, y que podrían estar conviertiéndose en los vectores transmisores del virus.
Hoy también sabemos que encerrarnos a cal y canto no sirve de nada, no se le pueden poner trancas al viento. Las cuarentenas en este caso no funcionan y no podemos volver a cerrar ni la economía, ni los trabajos, ni las escuelas. La pregunta entonces es, ¿qué podemos hacer? Lo único que podemos hacer es prevenir no solo el contagio, sino la eventual complicación de la enfermedad. Tenemos que garantizar que los más vunerables, esto es, personas con comorbilidades, personas mayores, y el personal de primera línea, así como las maestras y maestros, tengan su esquema completo de vacunación y en los casos que ya sea posible su refuerzo.
Es altamente probable que todos acabemos infectados y que ni siquiera nos demos cuenta, al ser los síntomas muy parecidos al de un resfriado común. En el caso de las actividades públicas o de las inevitables aglomeraciones, se puede recurrir al uso de pruebas rápidas de antígenos que son económicamente accesibles y de esta manera garantizar la sanidad de un determinado segmento, por ejemplo un salón de clases, por ejemplo la cabina de un avión, por ejemplo las instalaciones de un hotel.
Sabemos también que la ola causada por Ómicron, si bien es muy intensa, también es muy corta, y vemos cómo Sudáfrica, país en donde surgiera esta variante, ya pasó por su peor momento y está saliendo en menos de tres semanas.
Lo que nos queda es aguantar, resistir, es tenerle respeto, pero nunca miedo, mirarlo a los ojos y luchar contra él.
La batalla aún no concluye, pero con coraje y sentido común saldremos adelante, como país y como humanidad.