EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Pensionissste y el adiós al viejo régimen

Humberto Musacchio

Diciembre 10, 2015

La Cámara de Diputados, con su reiterada vocación antipopular, acaba de hacer una nueva contribución a la miseria de los mexicanos. Al convertir a Pensionissste en una afore más, así sea paraestatal o empresa mixta, la orilla a actuar como las demás afores y la pone en un tris de pasar a manos privadas.
Una de las más groseras agresiones a la clase laborante ha sido el paso del viejo sistema de jubilación al ahorro forzado en las afores. El afán de engordar por todos los medios al capital financiero llevó a tomar esa desastrosa medida, que para los trabajadores ha significado un futuro no incierto, sino seguramente más pobre que su vida actual.
La razón de tan funesto porvenir radica en un hecho muy simple. Las afores funcionan como cualquier empresa privada. Su móvil no es el servicio a sus afiliados, sino el lucro de los propietarios. Si para aumentar los beneficios tiene que sacrificarse a los ahorradores, se hace sin miramientos, porque todo opera en la lógica de la ganancia.
Para taparle el ojo al macho, suele decirse que en realidad ese dinero no lo aportan los trabajadores, sino sus patrones. Pero en la misma lógica puede afirmarse con certeza que los salarios no los aportan los obreros o empleados, sino sus empleadores. Se pretende olvidar que las prestaciones forman parte del salario integrado y que las aportaciones para jubilación forman parte de ese paquete del trabajador.
El llamado Sistema de Ahorro para el Retiro tiene como fin aumentar el caudal de recursos que manejan las instituciones financieras, con independencia de si eso perjudica a los trabajadores, pues se estima que quienes están sometidos a este yugo, al término de su vida laboral sólo recibirán entre 15 y 30 por ciento de su último salario, lo que dará por resultado que a la vuelta de unos cuantos lustros , tres de cada cinco personas dependan de sus familias, cuando no de la caridad pública. Y quien lo dice no es un crítico del SAR, sino uno de sus beneficiarios, el señor Julio Méndez, de la firma Old Mutual México, una de las empresas administradoras de fondos de pensión. (La Jornada, 9/XII/2015).
No sin ingenuidad, se dice que después de la noche panista de 12 años, el PRI ha vuelto para que todas las cosas vuelvan a ocupar el lugar que tenían. No hay tal. La existencia del llamado Sistema de Ahorro para el Retiro es la prueba más contundente de que no hay intenciones restauradoras, sino todo un proyecto de transformación, como repiten un día y otro también los representantes del gobierno.
De treinta años a la fecha se han venido desmantelando, cambiando o suprimiendo instituciones y áreas enteras que caracterizaban al viejo régimen. El ejemplo más notorio, pero en modo alguno el único, es el sector público de la economía, donde miles de empresas daban empleo a millones de mexicanos y suculentos huesos a los políticos priistas. Se acusaba a tales empresas de corrupción, lo que en la mayoría de los casos era cierto, y de improductividad, pues se medía su rendimiento como si se tratara de firmas privadas, cuando que en muchos casos, si no es que en todos, las paraestatales subsidiaban a las empresas de particulares.
Con Miguel de la Madrid, luego ferozmente con Carlos Salinas y por último con el mediocre Ernesto Zedillo, las paraestatales fueron vendidas a precios de liquidación, cuando no abandonadas a su suerte, suprimidas a un alto costo o casi regaladas a los amigos de los funcionarios.
La labor de desmantelamiento ha sido tenaz y siempre bajo la promesa de que esa liquidación beneficiaría a los mexicanos, lo que nunca se ha podido demostrar. Curiosamente, mientras más se empobrecía al Estado, crecieron las fortunas amasadas al amparo del favoritismo oficial o, más propiamente, se pagaba de manera puntual y con altos intereses a los que financian las campañas políticas con sumas que rebasan varias veces los topes autorizados.
Otro rasgo inherente al desmantelamiento del viejo orden es que hoy, con el PRI nuevamente en el poder, nadie hace referencia a la revolución mexicana, fuente de legitimación del viejo régimen. Hoy la legitimidad llega de otra parte, de los enriquecidos en y por el poder; proviene también de la metrópoli imperial, que nunca consintió que México tuviera una relativa autonomía económica. Eso explica la conversión de Pensionissste y todo el desastre en que han convertido a México sus gobernantes.