EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Por si las moscas

Florencio Salazar

Noviembre 24, 2020

Quisiera tener de la mosca
su voluntad tenaz.
Rubén Bonifaz Nuño

La pandemia del Covid-19 es lo más grave y letal de la época contemporánea. La despiadada naturaleza actúa de acuerdo con su propia lógica, cambia, se transforma, se acomoda y se expresa en lo que es y puede ser. Afectar al medio ambiente es afectar a nuestro hábitat, pero no a la naturaleza.
El deshielo de los polos, la desertificación de las selvas, la contaminación del agua y del aire, afecta fundamentalmente al ser humano, que dispondrá de menos alimentos y estará expuesto a un mayor número de enfermedades. La naturaleza carece de sentimientos, de manera que ella no tiene problema con el cambio climático.
Incluso, si fuera destruido el planeta la naturaleza se mantendrá en la fragmentación espacial, pero la vida dejará de existir, quizás con la excepción de los seres originarios: los microbios, primeros habitantes de la Tierra.
Los ambientalistas trabajan para crear conciencia sobre la importancia de tener un medio ambiente sano; tarea titánica si tomamos en cuenta los muchos intereses económicos que se oponen a tener un aire respirable, pues prefieren las actividades industriales contaminantes. Estados Unidos se niega a suscribir los protocolos de Kioto; y cada vez son más negros los cielos de las principales ciudades de China.
Algunos piensan que la adaptabilidad del ser humano a su entorno permitirá que adquiera un más fuerte sistema inmunitario para afrontar los riesgos de contagios. Puede ser. Para lograrlo, primero tendrá que pagar las consecuencias: la muerte de miles de personas, como ocurre ahora con el Covid-19.
La protección y el cuidado al medio ambiente exige la participación de toda la sociedad. Debemos desarrollar la cultura de la higiene personal, la salud pública, la limpieza de las áreas comunes y el manejo de desechos. Es muy importante el comportamiento de cada individuo, organizaciones sociales, empresas y gobiernos, orientados a vencer al mal desde su raíz.
Los ciudadanos son cada vez menos cooperantes para el mantenimiento de la limpieza en las ciudades. Si la autoridad no recoge la basura se multiplican los montones dispersados por el viento, los perros, los roedores e insectos. Se acabaron los buenos hábitos de barrer el frente de nuestra casa y de no arrojar basura en la vía pública. Los ciudadanos no colaboran si la autoridad no pone la muestra. Decía Carlos Hank González: “La ciudad más limpia no es la que más se barre sino la que se ensucia menos”.
La necesaria protección para evitar el aceleramiento del contagio, mantiene los espacios públicos cerrados o con poca afluencia. Es una desgracia no poder reunirnos, caminar, sentarnos en los parques, en las plazas, como se hacía antes del Covid-19. Independien-temente del origen de este virus espantoso y criminal, lo cierto es que hemos permitido la proliferación de los microbios. Ratas, cucarachas y moscas se mantienen de la inmundicia y son multiplicadoras de bacterias.
El caso de las moscas es tremendo. En no pocos hogares y restaurantes –y para qué mencionar los mercados públicos– las vemos como animales domésticos ignorando los riesgos que representan para la salud. La revista Selecciones ha reeditado su publicación número uno de diciembre de 1940. En su página 18 publica La mosca, nuestro mortal enemigo de Alan Devoe. Extraigo datos sorprendentes de este artículo escrito hace 80 años:
La mosca causa “epidemias asoladoras de cólera y de ántrax, de tifoidea, tracoma y tuberculosis y con millares de casos de esa temible disentería que tantas vidas infantiles cuesta cada verano. En el largo catálogo de nuestros enemigos mortales no hay ninguno tan peligroso como la mosca doméstica” (superada ahora por el Covid-19).
Es sorprendente la colocación de los huevecillos bajo tierra, su fecundidad (“antes de una semana, una hembra habrá puesto un centenar de huevos, y pondrá otro centenar cada diez días”). Es voraz y se alimenta de cualquier cosa. Como carece de “aparato de masticar” vomita parte de su última digestión sobre sus alimentos para ablandarlos, expandiendo fuentes de contagio.
La mosca, que puede efectuar un vuelo de 21 kilómetros, “nacida y desarrollada en la suciedad y dotada por la naturaleza con todos los medios adecuados para propagar la infección”, es una enemiga inadvertida. En no pocos hogares la toleran como si fuera una mascota. Enemigos de las moscas son las arañas buscadoras y los pájaros, que se alimentan de sus huevos.
Es indispensable tener conciencia social sobre el cambio climático. Ya se ha divulgado la opinión de algunos científicos en el sentido de que el Covid-19 es el primero de una serie de contagios que serán causados por diferentes virus. La contaminación y la suciedad son el caldo de cultivo para propiciar que así ocurra.
No es suficiente saber del problema, hay que actuar. Por si las moscas.