EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Preguntas que esperan mejores respuestas

Juan García Costilla

Marzo 23, 2016

En menos de una semana, dos declaraciones trastocaron el argumento habitual del debate público sobre el combate al narcotráfico y la violencia del crimen organizado. Por separado y en momentos distintos, el gobernador Héctor Astudillo Flores y el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, osaron pisar suelos resbalosos y explorar territorios de riesgo, muy poco o casi nunca visitados por personajes de semejante investidura.
Primero fue el gobernador Astudillo. Durante una entrevista con el periodista Carlos Puig de Milenio TV, el 10 de marzo, propuso diseñar un programa piloto de siembra legal de amapola con fines medicinales en la sierra de Guerrero, para reducir la violencia en el estado. Abundó que un programa de ese tipo sacaría de la clandestinidad a cientos, tal vez miles de agricultores guerrerenses hoy al servicio del crimen organizado.
Tres días después, el arzobispo de Acapulco pidió al crimen organizado una tregua con motivo de las vacaciones de Semana Santa, “por la importancia que tienen estos días para el sustento de los acapulqueños y los guerrerenses”.
La declaración del gobernador fue una sorpresa positiva, al menos para su seguro escribidor, porque se atrevió a salirse de la lógica convencional del presidente Enrique Peña Nieto y su partido, y de la mayoría de la clase política nacional, frente al tema: más militares y policías en las calles, más y mejor armados.
La declaración de Garfias Merlos, una sorpresa inquietante, al menos para su seguro servidor, porque no me agrada ni comparto la idea de que el gobierno y la Iglesia Católica pacten con cárteles del crimen organizado.
Pero en ambos casos, también fue una sorpresa esperanzadora, porque Héctor Astudillo y Carlos Garfias demostraron valor, disposición e imaginación para proponer un debate más serio, profundo, amplio y diverso, sin la terquedad monotemática acostumbrada.
Claro, al día siguiente de la entrevista con Carlos Puig, el gobernador matizó su declaración diciendo que “sólo fue un comentario”, y aclaró que no hay un programa ni existe un planteamiento formal. Claro, la propuesta de tolerancia del arzobispo contrasta con la intolerancia del Estado Vaticano ante temas como la homosexualidad y el aborto.
Aún así, a pesar de ello, la postura de ambos merecen de la clase política, y de la sociedad civil también, respuestas mucho más útiles y comprometidas que la grilla descalificadora, mezquina y contestataria de siempre, o el silencio mediocre y timorato usual.
Dicen en el PRD que la propuesta del gobernador es posterior a la que hicieron ellos. Pero a quién le importa la paternidad de la propuesta, seguro a nadie en la sociedad civil; la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD, Beatriz Mojica Morga, emplazó al gobernador Astudillo “a que presente la iniciativa cuanto antes, para que el el tema no quede sólo en palabras o como un distractor”. Pero por qué no emplazó a los diputados de su partido a lo mismo, si como dicen fueron primeros al proponer.
Criticaron varios que la iniciativa que presentó Movimiento Ciudadano (MC) para reformar leyes federales para legalizar la siembra de amapola en Guerrero, fue por encargo del gobernador. Pero, de nuevo, ¿a quién le importa más el origen del encargo, que el cumplimiento del mismo? Dijo el diputado local, Héctor Vicario Castrejón, que la iniciativa de MC es “una buena intención”, pero advirtió que la Comisión de Justicia del Congreso que él preside se declarará incompetente, porque no se le dio el trámite correspondiente, ya que en lugar de turnarse a las comisiones de Salud y Justicia, debió enviarse a la de Gobierno. Pero ¿por qué no se corrige el trámite? ¿Acaso el problema burocrático es mayor que la violencia y el narcotráfico?
Finalmente, ¿por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? ¿Por qué tan pocos se hincan, ante semejante procesión? ¿Por qué tan pocos se atreven a trastocar el argumento habitual de un debate tan urgente y necesario?
¿Será que el desprecio y la desconfianza ciudadana en la política partidista están plenamente justificados? Que conste, son preguntas, sólo preguntas que esperan mejores respuestas.

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