EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Presentación de la novela Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano

Marcial Rodríguez Saldaña

Septiembre 05, 2024

 

(Primera parte)

Como parte del proyecto de la Cuarta Transformación Educativa en Guerrero, que encabeza nuestra gobernadora Evelyn Cecia Salgado Pineda, a efecto de incentivar el gusto por la lectura, presentamos una nueva novela: Clemencia, de nuestro insigne literato Ignacio Manuel Altamirano.
Clemencia es la primera novela de Ignacio Manuel Altamirano, publicada por entregas –en partes– en el año de 1869, en la revista literaria El Renacimiento, fundada por él mismo junto con Gonzalo A. Esteva, que se editaba cada semana en la Ciudad de México.
La novela se ubica en el contexto de la segunda intervención francesa en México (1862-1867), periodo en el cual los liberales encabezados por el presidente Benito Juárez, defendieron con heroísmo la patria frente a los invasores extranjeros y los grupos conservadores.
Altamirano inicia la novela en torno de una reunión nocturna de amigos, en diciembre, en pleno invierno, que se prolongó debido a la lluvia y la nieve, en la casa del Dr. L., quien era un médico militar joven, que le gustaba la literatura, quien los invita a mantenerse en el lugar y les ofrece contarles una historia.
Los visitantes veían los objetos que había en las paredes de la sala, ahí descubrieron en un cuadro, un papel blanco, a manera de carta, escrito en letra pequeña, elegante, con dos frases del escritor de novelas prusiano Ernest Theodor Wilheim Hoffmann:
“Ningún ser puede amarme, porque nada hay en mí de simpático ni de dulce”(El corazón de Agata).
“Ahora que es ya muy tarde para volver al pasado, pidamos a Dios para nosotros la paciencia y el reposo …”. (La cadena de los destinados).
Al preguntarle sobre el significado de las frases, el Dr. L., contestó, que detrás de ellas había una historia de amor y de desgracia, la cual les narra.
La novela se desarrolla en Guadalajara, tierra de hombres valientes y mujeres hermosas, ciudad que llamaban la reina de occidente, con una belleza natural, un centro agrícola, comercial, que había tenido un papel relevante en las guerras civiles, con el caudaloso río de Santiago, su lago de Chapala, la cadena de montañas, las soberbias torres y cúpulas, el cielo radioso, el sol de torrentes de fuego, suelo pedregoso, de arena bermeja, llena de plantas y flores, la hija predilecta del trueno y de la tempestad.
Altamirano describe las costumbres liberales de la población, de familia hospitalaria, en cada habitante se encontraba un amigo íntimo, con un provincialismo que comparten al abrir las puertas a los visitantes, les invitan a pasar a las casas, les desean encontrar el placer en todas partes, para que tenga los recuerdos más alegres y duraderos, los llevan a los establecimientos de beneficencia, les ofrecen un banquete y la copa de la amistad, las mujeres son amables, francas, risueñas y fieles, en sus tertulias admiran a sus guerreros, reconocen el talento de sus escritores y artistas, a sus buenos gobernantes y personajes ilustres, en fin es gente de buen corazón, que tiene el valor del amor.
El Dr. L., explica que no se trata de una novela de guerra, sino una de sentimientos, intima, amorosa.
A fines 1863, el ejército francés ocupó los estados del centro del país, toda vez que el ejercito mexicano se replegaba.
Había en la milicia mexicana, un comandante, a quien llama Enrique Flores, de 30 años joven rico, guapo, ojos azules, bigotes rubios, querido por su jefe y soldados, irresistible para las mujeres, galante con ellas, seductor, valiente, afortunado en el amor, tocaba el piano, altivo y algo vanidoso, jugador, por las poblaciones que pasaba llevaba recuerdos de amor.
También existía el comandante Fernando Valle, de 25 años –con personalidad opuesta a la de Enrique Flores– de cuerpo endeble, moreno pálido enfermizo, ojos pardos, bigote negro pequeño, cabello lacio obscuro corto, manos flacas, de altivez desdeñosa, taciturno, distraído, sumiso, reservado, frío, de aspecto repugnante, antipático, a quien sus jefes le tenían consideración por su valor y arrojo en el combate, por lo cual ascendió muy rápido en el ejército; era conocido como el oficial más inteligente y capaz, lo cual le generaba muchas envidias e intrigas como que tenía un proyecto siniestro, ambicioso, un malvado encubierto, traidor que aparentaba servir a la república. Sin embargo, él soportaba las insidias, nunca le pedía nada a nadie, era solitario y tenía aversión a los vicios, que le atraían enemistades.

* La novela se puede consultar y leer en la página oficial de la Secretaría de Educación Guerrero www.seg.gro.mx en la biblioteca virtual.

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