EL-SUR

Jueves 12 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Presentación de la novela Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano

(Segunda parte) Altamirano, como parte de sus múltiples actividades relevantes, fue un diplomático, quien en la fecha que escribió la dedicatoria se encontraba desempeñando el encargo de Cónsul en París, Francia; refiere que en ese país se haría la quinta edición de la novela y la sexta se publicaría en francés. La novela comienza con … Continúa leyendo Presentación de la novela Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano

Agosto 02, 2024

(Segunda parte)

Altamirano, como parte de sus múltiples actividades relevantes, fue un diplomático, quien en la fecha que escribió la dedicatoria se encontraba desempeñando el encargo de Cónsul en París, Francia; refiere que en ese país se haría la quinta edición de la novela y la sexta se publicaría en francés.
La novela comienza con la descripción del exuberante entorno natural. A inicios de la octava década del siglo XIX (1871), México era un país esencialmente rural, con muy pocas ciudades grandes y muchas poblaciones pequeñas; no existían carreteras de cemento hidráulico ni de asfalto, la mayoría eran caminos rurales o de herradura. Es por ello, que el entorno natural se conservaba casi intacto, todavía no comenzaba la sobrexplotación indiscriminada de nuestros bosques, ni la destrucción de nuestra fauna, por lo tanto las montañas estaban colmadas de árboles, multitud de plantas, la niebla, los valles, las rocas, las nubes, las aguas de los lagos, la plenitud del sol, las colinas, los ciervos, las aves, el viento, los pinos, los bosques majestuosos, la sublimidad de la naturaleza.
La novela se desarrolla en torno a la celebración de la Navidad, un 24 de diciembre. Entre los personajes de la obra, aparece un Capitán liberal que había participado en la lucha en la época de la Reforma, quien en el camino en las montañas se encuentra con un sacerdote, nacido en España que se había venido a México para dedicarse a vender ropa, sin embargo, cambió su vocación por la del sacerdocio.
Una vez convertido en misionero, como Fray José de San Gregorio, ya en la comunidad no cobraba por los servicios: bautizos, misas, casamientos y entierros; fue fundador de escuelas, promotor de cultivos, vivía de su trabajo como labrador de la tierra y artesano, recibía donativos de semillas, la hacía de doctor, maestro, consejero municipal, impulsaba principios como la honradez, dirimía conflictos de la comunidad, en donde en vez de llamarle Señor Cura, le hablaban como Hermano Cura.
El Capitán, como fiel liberal quedó admirado, a pesar de que detestaba a los frailes y a los clérigos por su inclinación conservadora, lo reconoció como un verdadero apóstol, diríamos ahora, un predicador del amor al prójimo, un transformador a imagen y semejanza de Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.
Altamirano en voz del Capitán, hace gala de ser un asiduo lector, ya que al referirse al Cura, lo compara con otros misioneros que aparecen en novelas de la época como: el Vicario de Aldea, de Enrique Zschokke (Magdeburgo, 1771-Aarau, Suiza, 1848), escritor suizo de origen alemán, y el Padre Gabriel, de Eugène Sue (26 de enero de 1804-París-3 de agosto de 1857, Annecy, Francia), quien se había hecho popular en todo el mundo con su famoso libro Judío Errante.
Altamirano describe las costumbres de la celebración de la Navidad: bailes, cantos, modestos banquetes, nacimientos, la iglesia iluminada, el belén, el altar mayor, los repiques de la campana que convocaban a los fieles a la misa de gallo, el pie del presbiterio, las imágenes religiosas, la escarcha, los pastores, los reyes magos, el altar, las ramas de pino, el heno, los acólitos, el incienso, los sones populares de arpas, bandolinas y flautas, el canto religioso Gloria in excelsis.
La novela se puede consultar y leer en la página oficial de la Secretaría de Educación Guerrero www.seg.gro.mx en la biblioteca virtual
Facebook: Marcial Rodríguez Saldaña