Este martes 12 de junio se llevó a cabo en Mérida, Yucatán, el tercer y último debate entre los candidatos a la Presidencia de la República. Como en los dos anteriores ejercicios, el candidato de la coalición electoral Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador fue el centro del debate, y esto se explica porque es el puntero –y por mucho– en las preferencias de los electores que votarán este próximo primero de julio.
1.- Los candidatos presidenciales del PRI y del PAN ante el fracaso de sus campañas directas con los electores, apostaron todo a los debates creyendo que al estar ante una teleaudiencia masiva y atacando a AMLO crecerían sus intenciones de voto y podrían bajarlo en las intenciones mayoritarias, sin embargo no ocurrió así. Los ataques, en en vez de disminuir el apoyo ciudadano a AMLO lo ha incrementado cada vez más. En el debate de antier por el poco tiempo de cada intervención fue muy complejo contestar todo y explicar con amplitud las propuestas de campaña, sin embargo en temas centrales AMLO fue muy explícito en insistir en que la corrupción es el mayor problema del país, que combatiendo de raíz la corrupción se regenerará la vida publica de México y se podrá atender y resolver los grandes problemas nacionales.
2.- Los candidatos del PRI y del PAN se enfrascaron en acusaciones mutuas de corrupción y llegaron al grado de lanzar amenazas para resolver sus discrepancias mediante procedimientos judiciales. La realidad es que la fuerte pelea entre Anaya y Meade es por ver quien queda en el segundo y tercer lugar, en quien puede convertirse en el opositor –aunque sea con poca fuerza– en el Congreso de la Unión a partir del próximo primero de septiembre. El fondo de este asunto lo ha planteado claramente AMLO, se trata de que dos partidos aliados –PRI y PAN– que apoyaron el fraude electoral en 1998, en el 2006 y en el 2012, que impulsaron el desafuero de AMLO en el 2005, siguen unidos en esencia promoviendo el proyecto neoliberal que significó en nuestro país la venta de todas las empresas públicas y la privatización de sectores estratégicos de la nación como los hidrocarburos, la energía eléctrica, el gas, etc.
3.- A casi dos semanas de que concluyan las campañas electorales y de que se realice la jornada electoral, AMLO se consolida como el próximo presidente de México, y es normal que en el debate y en los siguientes días se recrudezcan con mayor virulencia los ataques en su contra, que sus adversarios busquen a toda costa quitarle puntos para salvar la honra y quienes, aun cuando ahora están enfrentados, serán aliados en las Cámaras de Senadores y Diputados en la siguiente legislatura federal, con el propósito de obstruir las iniciativas de AMLO. Es por ello que ahora, admitiendo su derrota en la elección presidencial, enfocan sus baterías electorales a sacar lo más que puedan de escaños en el Congreso de la Unión.
4.- El ambiente político que prevalece en la mayoría del pueblo es que la hora del cambio verdadero en México se acerca irremediablemente. La campaña electoral ha servido para confrontar los proyectos que están en juego, el que representa el PRI y el PAN en darle continuidad al actual régimen neoliberal promotor de la corrupción de este sistema político o la alternativa que representa AMLO de una cuarta transformación de México, que implica un proyecto alternativo de nación, la regeneración de la vida nacional, una verdadera transformación de todos los ámbitos de la vida pública en donde se instaure un régimen democrático, se defienda la soberanía nacional, se haga una equitativa distribución de la riqueza, se destierre la corrupción, se combata a fondo al impunidad, se acabe con la pobreza, se instaure un sistema de justicia social.

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