“Continúa la masacre. La percepción generalizada de la gente es que esta tragedia nunca terminará, hemos perdido la esperanza…”, así comenzaba un comentario de Javier Morlett Macho en su muro de Facebook, el pasado domingo, sobre el ataque la mañana de ese día al sitio de taxis de Icacos, en Acapulco, jornada trágica que sumó once asesinatos en el puerto.
“Lo mismo percibo en Chilpancingo de los chilpancingueños, Javier”, le comenté en cuanto lo leí. Y es que entre los capitalinos aún se sentía angustia, temor y rabia, por la presunta desaparición de varias jovencitas, de acuerdo con versiones (no todas confiables) que habían circulado días antes en las redes sociales.
“Exacto Arturo, Chilpancingo, la capital del estado, sede de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Fiscalía General, están iguales. En Chilpancingo y Chilapa se puede respirar el miedo”, agregó de inmediato.
Javier sabe bien lo que sucede en Guerrero, no solo por ser, desde hace un par de semanas, integrante de la Comisión Ejecutiva Estatal para la Atención a Víctimas, sino también como convocante principal de Diálogos por la Paz y la Convivencia, en 2011, cuando recorrió todas las regiones del estado “para conversar entre nosotros, sobre el diagnóstico de la violencia y aportaciones para resolverla”, recordó en su comentario de Facebook. Y especialmente, lo siente porque sufrió en carne propia el inmenso dolor de la pérdida, como tantos mexicanos y guerrerenses.
De aquella experiencia en 2011, Javier recuerda que “una región en especial no quiso hablar. En Tierra Caliente lo que se escuchó fue el silencio. El miedo que invadía esa región, mantenía a la población muda e inmóvil. No era para menos, la ley de las bandas criminales dominaban la vida diaria”, y reprocha que “las autoridades tomaron nota, y poco hicieron para atender la demanda ciudadana”.
Más adelante, en su comentario del pasado domingo, lamentó “con tristeza que las mismas condiciones que observe en Tierra Caliente en 2011 están presentes en Acapulco en pleno 2016. No se avanzó un milímetro en seguridad, a pesar de el esfuerzo ciudadano y de miles de millones de pesos gastados en seguridad que no dieron frutos.
“Hoy la población acapulqueña está atemorizada, por la razonable percepción de que cualquiera puede ser víctima de esta violencia desenfrenada. Encuentro una sociedad sin la fuerza y el valor para levantar la voz y exigir la paz y la justicia a la que tenemos derecho y está consagrada en la Constitución”.
Casi al final, critica que “el miedo incluye e inmoviliza a varios ‘líderes sociales’, por la la posibilidad de ‘molestar’ a nuestros gobernantes recién designados y perder la posibilidad de gozar de los favores de quienes ostentan el poder”.
Javier Morlett es un hombre de valor, inteligencia y calidad moral, que supo y pudo levantarse de la tragedia y convertir el dolor en compromiso con su pueblo. Pero además es claro y directo, habla sin eufemismos ni titubeos. Por eso lo invité a platicar con Ricardo Castillo y este, su seguro escribidor, a Ora qué cosa, el programa que conducimos juntos y que se transmite en YouTube desde hace algunas semanas.
Les recomiendo que lo vean, para entender mejor un problema que padecemos todos, y que sólo podremos resolver juntos. Entre otras, cosas, Javier dice que el gobernador Héctor Astudillo “es un hombre bueno, que no debe entender la protesta social por la violencia, como una critica a su gobierno”, y que por el contrario “debe convocar a una movilización, a una gran alianza ciudadana”.
Pero mejor juzguen ustedes. Hoy, desde las diez de la noche, en YouTube/oraquecosatv.

[email protected]