EL-SUR

Jueves 17 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Una nueva forma de hacer política?

Vidulfo Rosales Sierra

Febrero 06, 2024

 

La política tiene distintas definiciones, sin embargo, se puede aceptar que es la actividad humana que consiste en la participación de la persona en la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad: falta de drenaje, luz, vivienda, agua, salud, educación hasta el cambio del modelo económico y de gobierno o la construcción de un orden nuevo como decía Antonio Gramsi o la patria nueva como aspiraba Genaro Vázquez o como dice el Ejército Zapatista de Liberación Nacional un mundo en el que quepan muchos mundos.
Las formas de participación política para construir la patria nueva son diversas. Algunos consideran que el pueblo debe organizarse y construirla desde abajo, otros consideran que se tiene que tomar el poder político y desde allá arriba hacer los cambios. Esta última es la forma que postula el liberalismo y el capitalismo moderno, y para ello se ha creado el sistema de partidos políticos.
En América Latina se han emprendido luchas por la vía electoral llegando a instaurarse gobiernos progresistas en Argentina, México, Colombia, Chile y de manera más clara Venezuela y Bolivia, gobierno que hasta ahora no han logrado profundizar o avanzar considerablemente en los cambios que se anhelan.
Pese a las contradicciones de la administración obradorista, en México la lucha parlamentaria o electoral ha recobrado protagonismo del 2018 a la fecha.
De manera peligrosa para la izquierda y el avance democrático, el presidente ha descalificado y socavado otras formas de participación política que no sea la electoral; a diferencia de Bolivia o Venezuela donde el propio gobierno propicia la participación política del pueblo conformando asambleas, comunas, cooperativas, asociaciones y hasta milicias de autodefensas, aquí han descarrilado la organización autogestiva y popular privilegiando la vía electoral.
Esta forma de lucha es importante en el avance de la transformación, ya Lenin en aquellos años llamó a los obreros y campesinos a participar en la lucha electoral y tener posiciones en la Duma. Era una táctica en la ruta de la revolución.
Para ello es importante tener un partido de clase obrera, campesina y popular que se proponga transitar el camino de la revolución, entendida esta como la construcción de ese mundo mejor al que aspiramos.
Estas condiciones no las tenemos hoy día. Morena es una organización variopinta sin consistencia política e ideológica en la que confluyen personas de toda clase: arribistas, oportunistas, derechistas y hasta gente acusada de asesinar a luchadores sociales y reprimir al pueblo. Lo mismo acontece en otros partidos, pero de éstos es de esperarse.
¿Cómo abandonar las otras luchas y apostarle a la vía electoral si la forma de hacer política en los partidos está envilecida? A pesar de que el presidente remarca la honestidad, austeridad, honradez, sencillez y proscribe el aspiracionismo, la clase política hace lo contrario. Aspiran a hacerse de un cargo para mejorar su patrimonio y situación personal. Se guían por un pragmatismo ramplón. Lo importante es ganar y la forma de hacerlo es inundar de dádivas a las comunidades. Repartir dinero al por mayor es la táctica más eficaz para ganar la elección. Por ejemplo, los ayuntamientos tienen precio: Tlapa se gana con 22 millones de pesos, Malinaltepec con 15 millones, Tlacoapa con 12 millones y así otros municipios.
En ese contexto los partidos y candidatos se empeñan en juntar todo el dinero posible que les garantice el triunfo. Lejos están de hacer un diagnóstico objetivo de las problemáticas más sentidas de las comunidades. Por ejemplo, en el ámbito municipal, cuáles son las carencias en materia de obra pública, seguridad ciudadana, escasez de agua, acumulación de basura, encauzamiento y tratamiento de aguas negras; y en ciudades grandes como Acapulco, Chilpancingo, Iguala y Tlapa urge la construcción de vialidades para facilitar la movilidad de las personas a sus quehaceres diarios, entre otros problemas que padece la gente.
Esta preocupación no figura en las prioridades de los partidos y candidatos. Es el dinero para repartir lo que los mueve. Así, desprovistos de un programa político y social mínimo, candidatos y partidos extienden la mano para hacerse de dinero y con esa laxitud y pragmatismo craso se van enquistando en las candidaturas personas ligadas a la delincuencia organizada, violadores de derechos humanos y asesinos de luchadores sociales que los partidos sin rubor alguno incorporan a sus filas.
En varios estados de la República, Morena ha puesto como candidatos a personas ligadas a la derecha como aconteció en Sinaloa. En la Ciudad de México se intentó imponer a Omar García Harfuch como candidato para jefe de Gobierno. Se decía que era una persona de clase media no identificada con la izquierda por ello atraería al electorado identificado con el PAN, pero se pasaba por alto que es descendiente de personajes que en la mal llamada “guerra sucia” reprimieron a los movimientos sociales y además se le responsabiliza de haber participado en la construcción de la “verdad histórica” mediante la cual se ocultó el paradero de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pero afortunadamente quedó como candidata Clara Brugada.
En Guerrero se postula para senadora a Beatriz Mojica, una persona identificada con el ala más derechista y reaccionaria del PRD que cuando vio en ruinas a su partido lo abandonó y se enquistó en Morena. Al mismo cargo aspira la presidenta municipal de Chilpancingo ligada con escándalos que la asocian con grupos delictivos.
En Tlapa participa como precandidato a la Presidencia Municipal Marco Antonio García Morales, personaje ligado a la derecha perredista que abandonó a su partido cuando lo vio hecho trizas siendo cobijado en Morena por Pablo Amílcar Sandoval. También se le responsabiliza de ser el autor intelectual de la desaparición y asesinato del defensor indígena Arnulfo Cerón Soriano. Fue encarcelado por ello. Un juez lo dejó en libertad por insuficiencia probatoria –lo que implica que el Ministerio Público no llevó al proceso las pruebas necesarias, pero no por ello es inocente– y está pendiente de resolverse el recurso de apelación, es decir, tiene un proceso penal en curso por un delito grave cometido contra un luchador social. Aún así Morena lo incorporó como precandidato y participa sin rubor alguno en la encuesta oficial de este partido.
En estas condiciones ¿cómo apostarle a la lucha electoral? ¿Con qué autoridad se exige que dejemos otras formas de lucha y optemos por la vía electoral cuando esta ruta es pantanosa, corroída por el pragmatismo craso, la corrupción, el oportunismo, la ambición personal y de grupo? Los partidos políticos son una caja que recicla a oportunistas, derechistas, violadores de derechos humanos y asesinos de luchadores sociales.
Qué compromiso con la transformación democrática o la construcción de una patria nueva puede tener una persona como Marco Antonio García Morales, cuando lo único que lo mueve es su interés personal.
Su obsesión y delirio por el poder no tienen límites. Viene saliendo de la cárcel acusado de un crimen contra un luchador social cuyo proceso está en apelación y sin el más mínimo respeto por los familiares y compañeros de Arnulfo Cerón se empecina en ser candidato. La prudencia política aconsejaría esperar, pero la ambición desmedida le dicta lo contrario.