EL-SUR

Jueves 17 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Una Venecia forzosa

Efren Garcia Villalvazo

Septiembre 09, 2007


Casi está de más cualquier comentario. Hasta el oir, una vez más, la muy recurrente frase “crónica de una muerte anunciada” con
cualquier cantidad de variaciones causa hastío. Muchas personas, en muchos medios, dicho de muchas maneras, manifestaron lo
mismo: en esa zona se inunda. Son zonas inundables y ahora se confirma que son zonas inundadas. No es ninguna sorpresa.
Solo era cuestión de tiempo y un poquito de agua. Tres días de lluvia a como antes era normal en Acapulco trae a la vista lo que
todos de alguna manera recordábamos y que cuando nos enterábamos de que ahí se estaba desarrollando nos hacía
preguntarnos: “¿que no es ahí donde se inunda?, ¿quién va a comprar?”. Pues hubo quien compró y ahora está pagando las
consecuencias.
Desde un principio el asunto estuvo mal. Hablemos de planeación, que ahora se ha vuelto argumento de santo y seña para
justificar ganancia voraz. Ahí está señalado por el Plan Director Urbano en su versión actualizada del 2001 –es el que tengo– el
cual cito a continuación:
“Recientemente, los daños provocados por el huracán Paulina que azotó a la ciudad, han evidenciado los enormes riesgos a los
que se expone a la población y las carencias de los sistemas de infraestructura y equipamiento, por la falta de aplicación efectiva
del Plan y consecuentemente de la ausencia de criterios y normas básicas para ordenar los procesos de urbanización.
Como resultado de lo anterior, las cuencas de cañadas y escurrimientos en el Anfiteatro, ocupadas con asentamientos irregulares
y obstruidas por diversas edificaciones, así como sitios con pendientes muy pronunciadas, identificadas como de alto riesgo,
fueron las que registraron mayores daños con secuelas de pérdidas de vias y materiales de gran cuantía. De igual manera, en las
partes bajas de las riberas del río de La Sábana, se presentaron serias inundaciones que afectaron a otra parte importante de la
población de la ciudad y de sus asentamientos urbano rurales cercanos.
El asunto de las “serias inundaciones” que en ese entonces se señalaban en las partes bajas del río de La Sabana y “asentamientos
urbano-rurales” es de lo que ahora hablamos. Dejemos por ahora de lado el asunto de gente viviendo en cañadas, laderas
empinadas y debajo de piedras descomunales, que con esto muestran claramente no su ignorancia o falta de educación, sino una
falta absoluta de sentido común y una clara vocación suicida con quién sabe qué fines.
En el PDU está impreso lo que ahora se ve fué un error garrafal: denominar como zona en la que se puede construir a los
humedales de la laguna de Tres Palos. Claramente está clasificada como zona Habitacional Mixta (HM), Turística (T), alguito de
Turística con Normatividad Ecológica (TNE) y salpicaduras de Areas Verde y Espacios Abiertos de Valor Ambiental (AV) y de
Protección y Conservación de Areas Naturales (PCAN).
En los últimos años vimos el desarrollo explosivo de casas de interes social rellenando alegremente zonas milenariamente
inundadas por la laguna en su época de crecida, bloqueando el paso natural del agua, construyendo casitas mínimamente
aceptables y vendiendo a continuación a diestra y siniestra. Ni siquiera el argumento de que están resolviendo el problema de la
vivienda en Acapulco es aceptable, pues la mayor parte de la gente que ha comprado es de fuera. Esta es su segunda casa, la de
vacaciones. También la clase media tiene sus pretensiones y esto ha sido el filón que han estado explotando las tres grandes del
desarrollo inmobiliario de tipo social : ARA, Homex y GEO. Ni para que se acusen mutuamente de que es mala propaganda de
una u otra en su contra. Todas está igual, inundadas por la misma agua y embarradas de manera horrible en este evento –el cual
estamos seguros es repetitivo– que debiera establecer un antecedente para estos y futuros desarrollos en este tipo de zonas, en
las que, ahora vemos, no se debe construir.
Dejando también de lado el asunto ecológico, que a estas alturas ni siquiera ha sido tocado, el problema tiene connotaciones de
crisis económica. Estas empresas hicieron y pretenden seguir haciendo grandes inversiones que me imagino ven en riesgo. Una
persona razonable, me refiero al comprador, no volvería a habitar una casa en tan evidente riesgo, por muchas promesas de
bardas, cauces, compuertas y desazolve que haga la constructora. Es lección aprendida que con el agua no se puede. Brota
desde suelo, circula por debajo del suelo, circula por la superficie, derriba muros, rebosa cauces. Es gran aliada y gran
destructora.
Entonces, ¿le van a regresar su dinero a esta gente? ¿La van a reubicar y pagar daños y perjuicios y le van a compensar el tiempo
que de seguro tendrán que consumir para dejar este problema arreglado? ¿Le van a permitir a estas constructoras –so pretexto
de no afectar “el desarrollo”– seguir vendiendo sus casitas del humedal? ¿Se le va a permitir a GEO, ARA y Homex que sigan
engañando gente para venderles casitas que se sabe tarde que temprano se han de inundar? ¿ Les hicieron firmar un contrato en
que estaban enterados y aceptaban de que se iban inundar –como me comentó un amigo– por lo menos una vez al año con más
de un metro de agua y que no era motivo de reclamo? Si hasta se han aventado la puntada, ahora cumplida, de nombrar a los
desarrollos con nombres muy evocadores: Misión del Mar, Rinconada del Mar, etcétera. Que ni digan los compradores que no se
les avisó con tiempo.
Estaba por escribir, pensando en nuestros representantes populares, que a quién habría de acudir esta gente para que pudiera
conseguir ayuda y que vele por sus derechos como compradores y como gente que evidentemente ha sido víctima de un engaño
con promesas incumplibles, cuando de repente recibo en casa mi ejemplar de El Sur. Y veo que el Congreso se queda sin quórum
justo cuando se debía resolver un punto de acuerdo con 12 exhortos hacia los diferentes ámbitos de gobierno a raíz del paso de
Henriette por nuestro puerto. ¿Les valió o les pudo? ¿Mejor corrieron? ¿A esperar a que baje el agua y a lo mejor el enojo de los
inundados? ¿A que se enfríe el mitote y la cobertura mediática? ¿Sólo porque se discutía que se deslindaran responsabilidades
ante “la presunta violación sistemática de leyes, normas y reglamentos en materia de desarrollo urbano y ecología”? Valientes
diputados.
Se debiera –debiéramos– estar muy atentos sobre el desenlace de este evento negativo para nuestra imagen de desarrolladores y
de imán de inversionistas que vienen a hacer negocio y no a perder dinero a nuestro puerto. Si se brinca de manera tan flagrante
las restricciones que precisamente fueron elaboradas para prevenir este tipo de desastres, al ocurrir lo que ahora ocurre se echa
a perder un negocio en el presente, muchas oportunidades de negocio en el futuro y se impacta fuertemente la economía de
nuestro puerto. A lo mejor las casitas no las compramos nosotros, pero muchos de los que están allí trabajando son gente de
aquí.
Y sólo seguir una serie de reglas sencillas que ayudan a prevenir desastres “no esperados”: si hay mangle, no construyas allí. Si
hay tular, vegetación acuática, sapos, cangrejos y peces, no construyas allí. Si todo el mundo te dice que el nivel de agua sube
con una lluvia fuerte, no construyas allí. Si lo haces, de seguro te inundarás, perderás tu inversión, tu prestigio de muchos años
como desarrollador y te darás una quemadota como la que ahora, con nuestras condolencias, se llevan ARA, Homex y GEO junto
con todos los funcionarios involucrados que incumplieron con la ley para cumplirles a las empresas constructoras.
expedientesy.blogspot.com