EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Una vida de mérito

Florencio Salazar

Mayo 05, 2022

¿Quiénes somos gracias a nuestras palabras?
Andrea Marcolongo.

Si Juan Sánchez Andraka se colgara en el cuello y se pusiera en el pecho todas las condecoraciones y medallas recibidas competiría con Porfirio Díaz. Hace unos días la alcaldesa de Chilpancingo Otilia Hernández, le entregó la medalla Hermanos Bravo; y la Organización de las Américas para la excelencia educativa lo declaró Embajador de la Educación.
Nacido el 23 de noviembre de 1941 en Chilapa, su vida es de mérito. Su tiempo en el seminario le proporcionó un sólido conocimiento de la gramática. Dejó las sotanas, se inscribió de bachiller, se graduó de profesor y descubrió su vocación de escritor.
El doctor Lidio Sánchez Vázquez y doña Soledad Andraca, fueron sus padres. Él, homeópata reconocido, autor de textos y maestro de la Escuela Nacional de Homeopatía. Fundador de la revista Catedral; en su conjunto, una joya enciclopédica sobre la historia, geografía y costumbres de las parroquias de Guerrero. Esa publicación es un mapa cultural de invaluable valor; de ahí procede Así Somos, el cartel publicado por Juan desde hace 30 años. Doña Soledad, tenía las manos milagrosas: de ellas salían dulces y guisos, siguiendo la tradición chilapeña de la buena cocina.
Juan fue uno del pelotón de hermanos. Tienen un sello inconfundible: de mediana estatura, ligeramente obesos, medios mofletudos, los hombres; guapas las mujeres. Todos inteligentes. Como las familias de aquella época, la de Juan era muy católica. A las doce del día –hora del Ángelus– cuando sonaban las campanas de la catedral de Chilapa se arrodillaban en donde se encontraran: a media calle, en la banqueta, en el jardín central, en el mercado.
La narrativa de Sánchez Andraka recrea los escenarios y modos de los pueblos surianos. Con ella ha construido una arquitectura cuyos ensambles son la pobreza, la contradicción de los valores, las buenas costumbres de los pueblos indígenas. Una obra literaria debe trasmitir con emoción su contenido al lector, más allá de la geografía y tiempos en los que se desplace la historia. Así son los libros de Juan.
Ha escrito una veintena de novelas. Un mexicano más, su primer libro, éxito resonante. Texto de fácil lectura, en el que se reconocen las contradicciones de nuestro sistema educativo. Estamos hablando de hace 50 años. Hoy no hay contradicciones; la educación es un desastre. Un mexicano más, del que se han vendido cerca de medio millón de ejemplares, es más ensayo que novela. Clara la escritura de Juan, de oraciones cortas y reflexiones largas. Aborda lo esencial; provoca al lector.
No satisfecho con sus alcances como autor, ha reunido en torno suyo –y a partir de él– a la familia editorial en forma íntegra: editor, librero, gestor cultural y promotor de la lectura. Cuando yo era alcalde de Chilpancingo, me propuso la edición del disco de canciones de Héctor Cárdenas, autor desconocido entonces. Esa música se sumó a las de José Agustín Ramírez en el sentimiento guerrerense.
Sus incursiones en la política han sido como piquetes de mosco, breves e incómodos. El poder lo atrae pero lo han alejado sus laberintos. Diputado local suplente, presidente de Chilapa, asesor del Secretario de Comunicaciones y Transportes (designación del presidente Echeverría) y director de actividades cívicas del Gobierno del Estado de Guerrero. Por haber participado en el movimiento social de 1960, siendo presidente del subcomité de huelga, sus paisanos chilapeños lo señalaban de comunista. Ser comunista en Chilapa –hace 60 años– era ser digno de la hoguera. Juan no ha sido ni es comunista. Sólo ciudadano comprometido con el desarrollo de los pueblos campesinos.
Cumplidos sus 80, es oportuno publicar la antología de la narrativa de Juan Sánchez Andraka. Solicitar un estudio crítico con el fin de proponer su publicación a una editorial de reconocido prestigio (diseño, edición y distribución). Debe ser así, pues los libros de Juan adolecen de todo lo anterior y el mundo editorial es de voraz competencia. Una buena obra mal editada no atrae al lector. El libro también se adquiere por su portada y presencia. La nuez de su obra debe llegar a todos los horizontes.
Guerrero necesita promover sus valores. Y Juan Sánchez Andraka es emblemático.