EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Votar para bajar al crimen organizado encaramado en el poder político

Jesús Mendoza Zaragoza

Junio 03, 2024

Hace algunos años tuve la oportunidad de leer el libro de Guillermo Valdés Castellanos Historia del narcotráfico en México, buscando entender el origen y el desarrollo de este asunto, cuyo manejo ha causado tan graves daños al país. Entendí que el narcotráfico entró a la política de la mano de policías y políticos en el ámbito de los municipios y, paulatinamente, se fue expandiendo hacia otros ámbitos como el estatal y federal y hacia otros poderes como el Legislativo y Judicial.

Por diversas circunstancias históricas, el narcotráfico fue evolucionando en cuanto a su producción, sus rutas de comercialización y su consumo. Y así, nos volvimos un país consumidor. Pero no solo eso. Cuando el narcotráfico llenó los mercados nacionales y se abrió a rutas internacionales se abriría una diversificación de la delincuencia organizada, una de cuyas más importantes líneas comerciales seguiría siendo el narcotráfico, pero se abrirían de manera estructural otras vertientes de la delincuencia, siempre al amparo del poder político. Así se desarrollaron otras vertientes de la delincuencia organizada, tales como la trata de personas (mujeres y niños), el secuestro, el tráfico de migrantes, el lavado de dinero, el tráfico de armas y el contrabando de mercancías, entre otras.

Es cierto que la delincuencia organizada hoy tiene un contexto y un poder internacional de mucho peso, lo que quiere decir que se necesita un abordaje internacional para que cada nación haga su parte para ir disminuyendo el poder económico y político que ha acumulado desde hace muchos años. México tiene ahora una oportunidad a partir de las elecciones de ayer domingo. Uno de los más graves desafíos está en desmontar a las mafias delincuenciales del poder político en las que se han encaramado con tanta astucia, por sumisión, colusión u omisión.

En la medida en que los electores participemos de manera razonada en la jornada electoral, podemos transmitir un mensaje muy claro y certero: no vamos a permitir que nuestros procesos electorales como el que ya ha concluido con la jornada del día de ayer, sigan a merced de los capos de la delincuencia. Y que, en definitiva, ya no deseamos estar a su arbitrio. Somos los ciudadanos quienes tenemos que asumir ese desafío que está ahora en el corazón de nuestro sistema político. Hay que hacer limpieza en los espacios de la política, tanto en los gubernamentales, como el Poder Judicial, los congresos y los gobiernos locales, estatales y el federal; como en los partidos políticos y en todas partes donde se juegue el bien común.

Una votación copiosa hablaría de que aborrecemos el crimen, venga de donde venga, y de que queremos la paz, con la participación ciudadana y de todos los poderes de la República. Y, ahora que la elección ya ha pasado, se requiere continuar con la participación orientada a desmontar el “Estado mafioso” encaramado en el Estado constitucional. Un camino a seguir estaría en el fortalecimiento institucional de los municipios, que han estado a la deriva ante las poderosas capacidades criminales. Por ahí podríamos comenzar los ciudadanos de a pie. La participación ciudadana puede darse desde los partidos políticos, pero, sobre todo, desde la sociedad civil, sin fines partidistas. Urge rescatar a los municipios, que son los más cercanos a las necesidades de los ciudadanos.

Si ha sido en el ámbito municipal en el que se han dado la mayoría de las agresiones (amenazas y asesinatos, sobre todo) a aspirantes, a precandidatos y a candidatos en el pasado proceso electoral, es necesario que pongamos nuestra atención en la parte más vulnerable del sistema político. Los gobiernos municipales han estado abandonados a su suerte y requieren una fortaleza mayor para que, al igual que los gobiernos estatales y el gobierno federal interactúen de manera equitativa.

Eso sí, los gobiernos municipales requieren de la confianza de los ciudadanos que, a su vez, requieren de la confianza de los gobiernos municipales. Hay que abrir un camino para eso, para recuperar la confianza recíproca, que fortalezca a los gobiernos municipales y a la sociedad misma. Los gobiernos municipales tienen que aprender a creer en los ciudadanos y en sus organizaciones, entendiendo sus iniciativas como oportunidades para arraigarse en la población y para activar programas de gobierno.

Hay que comenzar con una escucha atenta, mediante una actitud de empatía para abrir caminos de interlocución recíproca. Así pueden sacudirse las estratagemas de los delincuentes, que son aliados para robar, para destruir y para los negocios sucios. Las comunidades locales son las mejores aliadas que, cuando se sienten tomadas en cuenta en proyectos comunitarios, tienen gran capacidad de respuesta.

El voto depositado el día de ayer puede ser el comienzo de una responsabilización ciudadana en la marcha del país y, sobre todo, del municipio que, de manera generalizada está siendo doblegado por el poder destructor de la delincuencia organizada. Votar puede significar un punto de quiebre para la vida de los municipios si es que los ciudadanos nos atrevemos a lograrlo.