EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Walter Isaacson y sus genios

Adán Ramírez Serret

Octubre 13, 2023

La biografía es uno de los géneros más populares dentro del mundo editorial. No es una sorpresa, pues es un enigma que una persona trascienda los límites de la personalidad y se convierta en un ser único, o al menos muy particular, entre los millones y millones de personas que somos.
Dentro de este género de las vidas de héroes, tiranos, músicos o científicos, hay, a grandes rasgos, dos formas de acercarse al mito, a la persona sobre quién se hace una obra.
La primera, a lo Emmanuel Carrère o Stefan Zweig, en donde autores con una pluma portentosa leen todo lo que pueden sobre una figura, para después hacer una obra de arte en donde se cuenta la historia de alguien al mismo tiempo que se hace literatura. En este tipo de biografías los datos son importantes, pero, sobre todo, se busca llegar a las entrañas de una persona por medio de la literatura.
Mientras que, para otro tipo de biógrafos, como Ian Gibson o quien nos atañe hoy, Walter Isaacson (Nueva Orleans, 1952), los datos son lo más importante. Cotejar historias, las diferentes versiones de historiadores y personas que conocieron al personaje son esenciales para ellos. Al grado que Gibson quería exhumar a García Lorca para saber la verdad sobre su muerte.
Por su parte, Walter Isaacson quizá sea el autor más popular de biografías del presente. Ha hecho perfiles profundos y deslumbrantes sobre Einstein, Steve Jobs y Leonardo Da Vinci, por tan sólo mencionar algunas. Isaacson tiene el talento del biógrafo exhaustivo de saber todo sobre su personaje, a la vez que es capaz de ponerse en los pies del lector quien puede saber poco o nada del personaje que le interesa. Es decir, Isaacson es un deleite para los expertos y un primer paso, sencillo y apasionado, para quienes apenas están en un primer acercamiento de un personaje. Así, es posible acercarse de su mano a la teoría de la relatividad, el renacimiento italiano y el nacimiento de Apple.
Tal como se puede ver en las biografías citadas, Isaacson no es predecible sobre las personas que escribe. Abarca mucho y aprieta fuerte. Puede sumergirse en las aguas de la ciencia, del arte y de la tecnología siendo experto y conciso. Así, su más reciente entrega es nada menos que sobre el excéntrico, polémico y genial (según se observa en las páginas de la biografía) Elon Musk.
Las primeras páginas de esta biografía son un viaje a la Sudáfrica de los años ochenta, en donde un joven pequeño y desgarbado se enfrentaba a un mundo violento en pleno apartheid. La capital Pretoria era en esos años hostil y en la escuela era imprescindible agarrarse a golpes no sólo para darse a respetar, sino para hacer casi cualquier cosa, por lo que Musk se forjó como alguien duro además que el ambiente en su casa también era violento. Con un progenitor compulsivo en todo lo que hacía tanto en los negocios, como en su vida de figura paterna y esposo, además de ser mitómano.
Son los años ochenta, cuando la tecnología estaba en plena ebullición. Musk se refugia en los libros y se apasiona con todo lo que tiene que ver con la tecnología, desde juegos de video a computadoras y casi cualquier aparato con transistor.
Los años pasan y el carácter de Musk se va forjando, se educa a ser inconforme, a no aceptar no solamente su vida, sino el mismo mundo tal cual se le presenta, por lo que desde muy joven migra a América. Primero a Canadá y después a Estados Unidos, en donde estudia, pero se aleja de la academia pues el mundo del internet estaba en plena génesis y del cual él quería ser parte a toda costa.
Así que se sumerge en el incipiente mundo del internet con la intención de cambiarlo, de transformarlo, de inventarlo. Musk trabaja compulsivamente durmiendo sólo cundo es imprescindible bajo su escritorio. Sus únicos descansos del trabajo son encerronas de días con juegos de video.
Isaacson piensa en una anécdota que pinta perfecto al personaje. Después de una venta de más de veinte millones de dólares, Musk se compra un McLaren el cual destruye pues lo hace ir a su máxima velocidad hasta que el auto se hace mil pedazos. Musk sale ileso, pero sabe que, si algo no lo hace de manera extrema, prefiere no hacerlo.

Walter Isaacson, Elon Musk, Ciudad de México, Debate, 2023. 688 páginas.