EL-SUR

Jueves 19 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Y se pudo

Silvestre Pacheco León

Septiembre 17, 2024

Qué más empoderado puede estar el pueblo de México que superó, además de la mayoría imbatible que fue el PRI durante muchos años, los mitos creados por la clase dominante acerca de una supuesta imposibilidad de cambiar la correlación de fuerzas debido al poder del Estado que tenía el control social del pueblo de México.
En poco tiempo la creencia se terminó con la idea dominante de que era obra del destino nacer y morir pobre porque así lo quiso Dios quien al parecer tenía sus preferidos para disfrutar la riqueza generada con el trabajo de la mayoría, la cual debía resignarse a esa situación por una recompensa que recibiría después de la muerte.
Las falsedades con las que los panistas se desgañitaban gritando desde el púlpito de la iglesia fueron insuficientes contra una mayoría consciente que decidió hacer uso de sus facultades constitucionales para cambiar su forma de gobierno, como dice el artículo 39.
Ese cambio en la manera de pensar que condicionaba la forma de ser del mexicano, humilde, callado, obediente y acomplejado, a los primeros que sorprendió en las elecciones del 2 de junio fue precisamente a los beneficiarios de aquel estado de cosas cuando se supo que el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador con 30 millones de votos era contundente e irreversible.
Por eso la propia oposición que tiene de vocero en la televisión a Carlos Alazraki y compañía se pregunta la razón de que los juniors que invadieron la sala del Senado se hayan manifestado tan tarde contra la reforma al poder judicial cuando a la hora de votar estuvieron ausentes de las urnas.
Esos mismos voceros de la derecha recalcitrante se contestan diciendo que no fueron a votar porque ninguno lo consideró necesario. Todos los herederos y familiares que cobran bajo las siglas de ese poder creían que su futuro era inamovible, que seguirían heredando las plazas de sus familiares porque el control de ese poder estaba alineado a los intereses de los grupos de poder, de los de cuello blanco y de los otros.
A los opositores del PRIAN les parecía inconcebible la idea de perder la elección porque distanciados del pueblo nunca supieron leer lo que estaba ocurriendo en la sociedad. La locomotora del cambio les pasó por encima y cuando se dieron cuenta ya estaban en la lona, y lo que más coraje les produjo fue que el derrotado de siempre, el indio provinciano y pata rajada hubiera ascendido al poder con el rotundo apoyo del voto popular. El pueblo inculto, pobre y oprimido había decidido cambiar la historia de nuestro país.
Ahora se cuenta como una anécdota lo ocurrido en el debate donde Morena hizo mayoría calificada, cuando PRI y PAN cuidaban a sus grupos parlamentarios como rebaño de ovejas para que ninguna se desbalagara a la hora de la verdad.
Otra vez Alazraki, prototipo de los fachos, sugería a sus partidarios que trataran de comprar algún senador de izquierda porque estaba seguro que en sus filas habría alguien susceptible de venderse, sabida la necesidad en la que viven.
Mientras en el Senado se acercaba la hora de la verdad, todo mundo se devanaba los sesos concluyendo que era menester sumar 86 votos de la izquierda para alcanzar la mayoría calificada necesaria para el cumplimiento del plan C. Faltando un voto para hacer posible el cambio, la realidad se desenvolvió con la expectación que se produjo cuando el PAN anunció que su senador por Veracrúz había dejado de contestar el teléfono. Y la historia posterior ya se conoce. Llegó a la sesión el suplente de Miguel Ángel Yunes Márquez, su padre Miguel Ángel Yunes Linares, un viejo militante del PAN que hizo carrera en el PRI y llegó a gobernar Veracruz convertido en panista. Muy temprano habían surgido dudas sobre la conducta del suplente y todo mundo recordaba que siendo enemigo jurado de Andrés Manuel López Obrador, era difícil que cambiara su voto a favor del PAN, a menos que se hubiera dado una negociación para salvar su pellejo y el de su familia frente a serias acusaciones que pendían en su contra.
Pero lo cierto es que ese día martes la situación se comenzó a aclarar cuando se supo que había otro Senador, el de Campeche, Daniel Castañeda del partido Movimiento Ciudadano del que se decía que estaba desaparecido porque con su ausencia bajaba a 85 el numero de votos requeridos para hacer mayoría calificada. Pero ese voto no fue necesario ante la llegada del senador suplente de Veracruz.
Muchos se burlan de la mirada con la que irrumpió en el pleno el suplente Miguel Ángel Yunes Linares, unos dicen perdida, pero más bien fija, en un objetivo o en las consecuencias de una decisión que sin duda sería histórica. Ignorando los gritos de linchamiento proferidos por los hasta entonces miembros de su partido Yunes Linares dijo lo que tanto se esperaba, que votaría en conciencia mirando por el bien de la nación antes que por un partido y luego de rechazar la acusación de que fuera traidor agradeció el cobijo de los senadores de Morena y pasó a ocupar un lugar dentro de las filas del partido guinda. Así se convirtió en el voto número 86 que permitió a la coalición Sigamos haciendo Historia alzarse +con la mayoría calificada y en una votación histórica derrotar a la oposición reaccionaria para continuar con la reforma al poder judicial.
Este triunfo de la izquierda para modificar las leyes no ha sido puramente cuantitativo a pesar de la hazaña del voto 86. Lo más importante del triunfo fue que se construyó superando el complejo de inferioridad que durante todo el período neoliberal nos mantuvo entumidos y ensimismados.
Ningún nuevo intento de parte de la Suprema Corte ni de los grupos violentos que manejaron entre los trabajadores pudieron detener la marcha del Plan C que consiste básicamente en quitarle a los poderes fácticos el manejo faccioso de los juzgados para que en adelante se privilegie la justicia para los oprimidos, nada más pero nada menos.
Ya en la implementación de los cambios para la reforma se verá que hasta la carrera judicial que tanto defendía la oposición era una farsa porque ha salido a relucir que apenas el 11 por ciento de los jueces tienen ese antecedente, pues la inmensa mayoría son producto de las recomendaciones y el dedazo, incluida la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Lucía Piña quien en una entrevista confesó que cuando fue designada funcionaria carecía en absoluto de experiencia.
A la distancia de aquel debate en el Senado suena cada vez más hueco el razonamiento panista de la senadora Lily Téllez quien desde la tribuna razonaba que la reforma al poder judicial no era una demanda perentoria del pueblo sino un capricho del presidente de la república que a toda costa quería destruirlo. Así de distante se encuentra el PAN de lo que piensan y quieren los electores.
Por otro lado, nada más sencillo de entender que la propuesta de que sea el pueblo quien elija a jueces ministros y magistrados como lo hacen los ejidatarios con la elección de su comisariado y en los municipios con los ayuntamientos.
Y para quienes en contra argumentan que el pueblo no sabe y que se va a equivocar en la elección, no hay más ejemplo en contra que lo sucedido ahora con la presidencia de la república, el pueblo no se equivocó y si en el futuro se equivoca, también tiene derecho a rectificar, pero en todo caso nadie dudará de que será la primera vez en la historia del mundo que el pueblo mexicano se da la facultad de transformar un poder judicial corrompido al servicio de una minoría rapaz por otro que le garantice la justicia gratuita y expedita.
Quienes siguen defendiendo al Poder Judicial que la mayoría quiere que cambie, aducen que se quiere destruir dicho poder y tienen razón, ya no queremos un poder corrompido, que está al servicio de los poderosos. Ahora queremos un poder judicial que esté de lado del pueblo, que no se les olvide a sus integrantes que se deben a quienes los nombraron y que no se repetirá la historia de que el pueblo les paga y los poderosos les mandan.
Mientras tanto celebremos en paz esa nueva hazaña de un pueblo empoderado.