EL-SUR

Sábado 14 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

¡Ya llegó por quien lloraban!

Juan García Costilla

Julio 02, 2005

CANAL PRIVADO

Ya me había resignado a que nada me sorprendería de la política mexicana de aquí a las elecciones de 2006: centímetros más, centímetros menos, el Pejelagarto ganaba la presidencia, quizás con alguna competencia priísta; Fox terminaba como va, con la opción decorosa de entregarle sin chistar el poder al “populista”; las fuerzas políticas se acomodaban a las nuevas circunstancias; después, un rato de euforia por el triunfo del rayito de esperanza; y al final, un regreso a más o menos lo mismo.

Y de pronto… ¡tómala!, que reaparece el subcomandante Marcos anunciando el repliegue de sus “tropas”, dejándonos de nuevo helados a muchos mexicanos, comenzando por los más poderosos.

Porque con ésta van dos. Ya nos la había hecho en 1994, cuando desde el primer minuto de año nos cortó abruptamente la borrachera salinista, que a la mayoría (aunque ahora lo nieguen muchos) nos había producido la promesa neoliberal de don Carlos.

En ese entonces nos preparábamos orondos para entrar por fin al Primer Mundo, más que dispuestos a consumir golosos las viandas seductoras del mercado global.

“¡Ya era hora!”, argumentábamos. “Ya estábamos hasta la coronilla de puro Carlos V, de ahora en adelante sólo Butterfinger o M&M; no más tenis Panam, si ya no tiene uno que ir hasta Tepito para hacerse de unos Nike; basta de refris Mabe, arreglen la casa para recibir un fabuloso Whirlpool; huácala de perro con Tiendas Blanco, hay que hacer fila para inscribirse a Price Club.

“Ese condenado chaparro, pelón y orejón… será priísta pero de los gallos, que ahora si nos sacó de la pobreza y de la naquez”.

En fin, ni nos librábamos pues de la desvelada de la cena de Año Nuevo y ya por todos lados se hablaba de la aparición de un nuevo grupo guerrillero en Chiapas, que había tomado el estado y declarado la guerra al gobierno federal.

Un par de días después conocíamos a un tal subcomandante Marcos, que con todo descaro nos recriminaba por el olvido y la marginación de los indígenas mexicanos. “Ahí están los pobres”, regañaba, “y ustedes que se sentían nuevos ricos”.

Pero éste no sonaba como los otros –EPR, ERPI y anexas–, este güey mascaba inglés, usaba Internet, citaba poetas, se refería a Tin Tan y al futbol y al rock y decía albures y las chavas decían que estaba galán y fumaba pipa y usaba máscara.

Esa fue la primera vez que nos dejó helados.

Genio y figura, hombre de su tiempo, Marcos demostró, y lo sigue haciendo, enorme destreza e inteligencia en el manejo mediático de la imagen zapatista y la suya propia, una gran facilidad para generar empatía masiva, dominio del lenguaje e iconos de la cultura popular y conocimiento del poder de la opinión pública.

Y México cambió para bien… al menos por un rato. Poco mas de 10 años después reaparece en un momento distinto; en 1994 todo parecía caminar mejor; ahora todo parece ir de la patada.

Por eso ahora su presencia se siente como si dijera “ya llegó por quien lloraban… ¡síganme los buenos!”.

Vuelve a escena y no deja títere con cabeza. Hasta el Peje, tan entrón él y bueno pa’ los cates de la grilla, prefirió hacer mutis, hacer la señal de paz y amor y aguantar vara. ¡Marcos lo comparó con su odiado innombrable y ni así repeló!

El mismísimo Fox –perfecta antítesis– se puso a sus órdenes para lo que guste y mande.

Al sub se le respeta, eso que ni qué.

¿Pero y ahora qué?

Ya nos recordó otra vez que los pobres en México ahí siguen y que son más, muchos más que hace 11 años, que los políticos son una bola de inútiles codiciosos que han estropeado el país y que a los mexicanos no se nos quita lo pasguato y dejado.

Hasta el momento, los poderosos están como a la espera del siguiente comunicado del sub, que ya anunció una gira nacional –a donde nos inviten– para escuchar directamente a los mexicanos.

¿Será el preámbulo de su incorporación a la política? ¿Iniciará así una pecualiar precampaña a la presidencia de la República?

Sólo el lo sabe. Lo paradójico es que quizás Marcos sea más temido como candidato que como guerrrillero.

Por lo pronto, hizo que recuperara mi capacidad de sorpresa e incertidumbre; ahora el 2006 me parece lejano e impredecible.